Termina la vendimia y comienza la producción del vino, pero también los nuevos cuidados de los viñedos para la cosecha del siguiente año. Son muchos los factores que intervienen en la producción, unos se pueden manejar y otros son más imprevistos. Por ejemplo, el clima, pues la vid necesita temperaturas suaves sin cambios muy bruscos, algo que no se puede controlar. Pero lo que sí se puede es la poda o la vendimia, esta última tiene una fecha orientativa, que puede adelantarse o retrasarse según las circunstancias. Pero el vino tiene curiosidades mucho más sorprendentes, cómo su relación con un, a priori, molesto insecto: la avispa.
Ese incordio volador que más de una vez nos ha asustado o nos pone en tensión ante posibles picaduras tiene un gran poder sobre el vino, es más, se dice que sin las avispas no existiría el vino, así que para muchos seguro que su sentimiento hacia el insecto ha cambiado totalmente. Ya sabemos que la polinización se produce gracias a las avispas y las abejas, por lo que más allá de su importancia en la creación de nuestra bebida favorita para las ocasiones especiales, también lo es para la vida.
Pero, ¿cuál es la relación tan estrecha que mantiene con los viñedos? Pues su papel fundamental está en la fermentación, siendo la avispa uno de los animales que más protagonismo cobra en este aspecto. Cuando estos insectos revolotean sobre la uva y la picotean depositan en su interior levadura que hace posible el inicio del proceso de fermentación.
Esta levadura crece en la piel de las uvas durante el verano y gracias a la ingesta que hacen las avispas sobre ellas pueden fermentar, pues en invierno esa capa de levadura desaparece. Como las avistas alimentan a sus larvas con la uva, la levadura se mantiene en el estómago de las larvas a lo largo del invierno y cuando estas se convierten en avispas introducen de nuevo esa levadura en la uva que permite su fermentación y que nosotros podamos tomar vino cuando nos plazca.
Si no te esperabas el papel tan importante que juegan las avispas para que una sola botella de vino pueda salir al mercado, te presentamos otras curiosidades de los viñedos y el vino que pueden resultarte muy interesantes y que explicarían muchas cosas. Por ejemplo, seguro que en más de una ocasión has visto rosales cerca de las viñas. Esto tiene un sentido más grande del que crees, pues ambas plantas son sensibles ante ciertos hongos, que en el caso de los viñedos pueden dañar la cosecha. Por eso mismo, como en los rosales suelen aparecer los primeros síntomas de estos problemas, son una señal para tomar medidas cuanto antes y que no se eche a perder la cosecha de uvas.
Por otra parte, el suelo donde se cultiva la viña es muy importante, pues debe ser uno con buen drenaje que retenga el agua, pero a la vez debe ser una tierra, al contrario de lo que se podría creer, pobre de nutrientes, pues necesita muy pocos para mantenerse y producir las uvas. Y ojo, porque cuantos más años tiene la viña, mejor uva producirá, y por tanto mejor vino. Esto se debe a que con los años la planta se adapta a las condiciones climatológicas que la rodea, tanto en luz, calor o frío, y así consigue dar las mejores uvas para un vino exquisito.
El clima, la poda o la vendimia son factores determinantes cada año en relación a la producción del vino, pero quizá lo que menos te esperabas es que un insecto como la avispa fuera determinante para tener una espectacular botella de vino en la mesa con un sabor impresionante que, en gran parte, se lo debemos a ese molesto insecto volador que ahora nos cae un poquito mejor.