Los mosquitos son molestos y nos acribillan a picaduras. En principio, no suponen un problema. Sin embargo, en muchas zonas del planeta son los principales transmisores de enfermedades de las que no se sobrevive. No es de extrañar por tanto que busquemos fórmulas para ahuyentarlos. Desde Uppers nos hemos hecho eco de un estudio que ha determinado qué colores atraen a los mosquitos de modo que la protección frente a ellos podría empezar en los tonos de la ropa que vestimos.
Este estudio, bajo el título “El control olfativo de las preferencias visuales de la piel humana y los espectros visibles en los mosquitos”, lo publicó Nature.com en febrero pasado. Sus autores son Diego Alonso San Alberto, investigador y profesor del Departamento de Biología, y Claire Rusch, alumna del doctorado en biología, ambos de la Universidad de Washington, junto a Yinpeng Zhan y Craig Montell de la Universidad de California, en Santa Bárbara, y Andrew Straw de la Universidad de Freiburg en Alemania.
La investigación ha concluido que el mosquito común, el Aedes Aegypti, primero detecta el CO2 que exhalamos y después se siente atraído por ciertos colores como el rojo, el naranja, el negro y el cian, e ignora el verde, el morado, el azul o el blanco. Según los responsables del estudio, la piel humana independientemente de su pigmentación, a los ojos del mosquito “emite una fuerte señal de color rojo anaranjado” y por este motivo tiende a picar a las personas. Tras oler un compuesto específico, en este caso el CO2, se estimula su visión para buscar esos colores concretos y no el resto además de otros patrones visuales.
Las conclusiones abren otras vías para la producción de nuevos repelentes o trampas que mantengan alejados los mosquitos de las personas sobre todo donde son más peligrosos. Hasta ahora se trabajaba con la hipótesis de la existencia de tres factores como principales reclamos de un mosquito: el aliento, el sudor y la temperatura de la piel. El nuevo trabajo añade un cuarto factor que es el color y no solo el de la ropa sino el de la piel en sí misma, cuyo tono más claro o más oscuro siempre tiene una importante base roja. De este modo, disimular ese color atractivo de la piel además de utilizar prendas con colores que rechazan los mosquitos ya es una buena forma de prevenir las picaduras.
Una parte de los experimentos realizados se centró en rastrear el comportamiento del Aedes Aegypti, cuya hembra que es la que pica trasmite la fiebre amarilla, el dengue, el chikungunya y el zika. Con esta finalidad se introdujo a diversas hembras en un túnel de viento con una cámara en miniatura a las que se presentaron diversos tipos de señales visuales con puntos de color y la piel de una mano al igual que reclamos olfativos a partir de olores específicos.
En un principio, sin un estímulo olfativo los mosquitos ignoraron los puntos de color verde, azul o morado en el fondo de la cámara. Tras rociarla con CO2 seguían sin sentir atracción por tales colores, cosa que cambió cuando se colocaron en la cámara un punto rojo, naranja, negro o cian, ya que sí empezaron a volar hacia ellos. Los investigadores apuntan que tras oler el CO2 que los humanos no percibimos, las hembras de los mosquitos se ven atraídas por ciertas longitudes de onda en el espectro visual que son más largas como los citados naranja, rojo y negro. La pigmentación de la piel de una persona por su parte también emite una señal de longitud de onda larga en el rango rojo-naranja. Todo ello sin que todavía se haya podido demostrar si perciben los colores de la misma manera que el ojo humano.
A partir de aquí se nos abre otra puerta para librarnos de los molestos y a veces peligrosos mosquitos. Vamos a seguir exhalando CO2 y transmitiendo nuestro olor a través del sudor, no obstante, podremos construir un muro antimosquitos tapando nuestra piel y vistiendo de verde, de azul o de morado.