En esta sociedad en la que todo debe ser cuantificable y cuantificado, la obsesión por echar cuentas ha llegado a la amistad. Desde siempre, los amigos se contaban "con los dedos de una mano". Ahora, con el mundo virtual en pleno apogeo, los amigos ya se cuentan con muchos más dedos. Con centenares. Llegamos así al número Dunbar.
Se trata, según los cálculos del psicólogo y antropólogo de la Universidad de Oxford Robin Dunbar, de la cantidad de relaciones “estables y significativas” que podemos mantener al mismo tiempo. Para Dunbar son exactamente 150 conexiones, incluyendo a la familia y los amigos. Los trabajos de Dunbar sostienen que las personas que provienen de familias numerosas tienen menos amigos porque dan prioridad a los miembros de su familia. Es decir, las necesidades afectivas y de ocio estarían cubiertas por los propios miembros de la familia.
El psicólogo organiza estas 150 conexiones en círculos concéntricos marcados por las diferencias cualitativas, de cercanía o lejanía, de las relaciones. Según el experto, cuanta más intimidad haya en la relación, menos personas podrán formar parte del vínculo. Así, solo tendremos uno o dos amigos íntimos, incluyendo la pareja. Cinco serán los amigos cercanos, e iremos subiendo conforme la relación sea menos importante.
Obviamente, el número es una cantidad aproximada y las conexiones pueden variar entre 100 y 250. Al margen de esos círculos cercanos, pueden sonarnos hasta 1.500 nombres y reconocer como familiares hasta 5.000 caras, pero las relaciones significativas oscilan entres esas 100 y 250 personas, más o menos el número de invitados de una boda mediana. Y no parece casualidad, aunque otros estudios, como el del profesor de la universidad de Estocolmo Johan Lind, difieran y afirmen que no hay límite cuantitativo en las relaciones personales.
Dunbar establece siete pilares de la amistad. Y lo curioso aquí es que, en términos de amistad, los opuestos no se atraen. Entre los factores que propician una amistad está que la persona elegida se parezca mucho a uno, con un sentido del humor parecido que nos permita reírnos de las mismas cosas. Los otros son crecer en el mismo lugar, tener una trayectoria educativa similar (por eso hay muchas amistades del colegio), tener los mismos hobbies e intereses y compartir los mismos valores y estilo de vida.
Pero quizá el factor más importante es el tiempo: la acumulación de horas pasadas juntos en espacios comunes como la escuela, el trabajo, la iglesia, o practicando algún deporte o afición es el terreno de cultivo donde las amistades florecen. Además, hay otros factores que va a propiciar la amistad. Entre ellos, prestar atención a quienes pueden convertirse en grandes amigos; ser proactivo proponiendo planes; mantener rituales para conservar la amistad (cenas, clubs de lectura, deportes compartidos..) o dar rienda suelta a la imaginación. Javier Marías y su grupo de amigos inventaron el reino de Redonda, un reino literario donde cada amigo 'reinaba' en determinadas cuestiones. Pero incluso hay actividades más tangibles: algunos amigos comparten propiedades o forman parte importante de la vida familiar.
Dunbar llegó a cifrar el tiempo por el que un conocido termina siendo amigo: 200 horas es el tiempo mínimo que hay que invertir. Dunbar advierte de que los amigos cercanos son caros en cuanto a horas. Todos los expertos sostienen que la amistad requiere proactividad y tiempo. Y si alguien está pensando en hacerse amigo de alguien a quien acaba de conocer, que piense en 'echar' entre 40 y 100 horas, el tiempo aproximado en el que un extraño acaba entrando en el círculo de los amigos más cercanos.
La pandemia y todas las apps que nos permitieron reunirnos virtualmente dieron pie a numerosos estudios sobre qué significaba establecer relaciones a través de una pantalla. Mientras algunos de esos estudios afirmaban que se generaban corrientes de empatía similares al contacto personal, otras no terminaban de establecer la equivalencia. Dos años después, las cosas siguen igual. Es bueno verse a través de una pantalla si no hay otra opción. El contacto humano, cálido y amable, es bueno en cualquier entorno. La cuestión es si la amistad virtual es tan significativa como la del mundo real, off line, y ahí no hay todavía estudios concluyentes.
Sí los hay en el impacto en la salud cardiovascular de las relaciones tóxicas encubiertas, esos amigos que lastran, critican de manera negativa y malogran nuestro bienestar. Los últimos estudios sobre relaciones tóxicas concluyen que las personas no podemos relajarnos ante estos 'falsos amigos' y nos advierten de que su influencia no es positiva en una situación de estrés. Con esos amigos en casa, ¿quién necesita enemigos?