La discoteca más pequeña del mundo está en Madrid
Ubicada en el jardín del Instituto Goethe, la discoteca aprovecha la estructura de las antiguas cabinas de teléfono alemanas
Benjamin Uphues es el artista al que se le ocurrió reconvertir las cabinas, un mobiliario urbano que ya no tiene sentido con la profusión de móviles, en discotecas
La discoteca del Goethe es completamente gratuita y dispone de un servicio por el que puede mandar la grabación de los usuarios que lo deseen a su mail
El Instituto Goethe de Madrid ofrece algo más que clases de alemán. Ubicado en la calle Zurbarán, en el señorial barrio de Almagro, el centro es todo un referente de la cultura germánica, pero no solo se ocupa de difundir el idioma y a los grandes clásicos, sino que también acerca las últimas tendencias de lo que 'se cuece' en Berlín.
La capital alemana siempre ha dirigido su mirada hacia los jóvenes, especialmente en lo que respecta al ocio. ¿Qué es lo último que ofrece? Las cabinas de teléfono reconvertidas en discoteca. Sí, discoteca individual porque apenas caben dos o tres personas. Se trata, por tanto, de la discoteca más pequeña del mundo. Y está en Madrid.
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Iniciativa artística
Benjamin Uphues es el artista al que se le ocurrió reconvertir las cabinas, un mobiliario urbano que ya no tiene sentido con la profusión de móviles, en discotecas. Incorporó un sistema de sonido, láser y altavoces a las cabinas, las tiñó por fuera y de manera instantánea se convirtieron en una atracción turística de primera. Uphues cuenta en la revista Traveler que la mayor cantidad de personas que han entrado son diez.
En Berlín, las cabinas-disco son muy conocidas y en los fines de semana llegan a formarse colas. La de Madrid es menos conocida, pero ya comienza a verse en Instagram en cuentas específicas sobre el ocio madrileño.
Gratis
La discoteca del Goethe es completamente gratuita. Dentro, además de altavoces, hay cámaras que graban la performance de quien esté dentro con el objetivo de que el usuario pueda recibir la grabación por mail sin ningún coste.
Antes, el usuario habrá podido elegir la canción que se quiera del catálogo de Spotify. Es una versión mejorada de la versión alemana, ya que en Berlín no son gratis y además funcionan como un karaoke con una base de datos musical mucho más limitada.
El único inconveniente de la discoteca es que está en el jardín del Instituto Goethe, así que no es una opción ideal para el mal tiempo. Pero si quieres disfrutar de la experiencia solo tienes que escoger el momento (el suave otoño madrileño lo permite) y comprobar por ti mismo cómo es eso de bailar como te apetezca y cantar a pleno pulmón, sin reparos del qué dirán. Y si, además, te das una vuelta por el Goethe y te animas a saber más de la cultura alemana, doble ganancia.