Todos sabemos que Rafa Nadal es un referente fundamental en el mundo del deporte. No solo por los impresionantes éxitos que ha obtenido a lo largo de su carrera, sino también por encarnar unos valores que van más allá de las canchas de tenis. Y una parte muy importante en la forja de ese carácter se debe a su tío Toni Nadal, el hombre que le inició en la raqueta a los cuatro años y que se encargó de entrenarle hasta 2017.
Toni se esforzó en transmitir a su sobrino cualidades como la ilusión, el equilibrio mental, el trabajo duro y la humildad, esenciales para saber competir, no solo en el tenis sino en cualquier ámbito vital. Esos principios necesarios para afrontar las situaciones de presión y ser capaz de darle la vuelta a los procesos adversos se pueden resumir en cinco y quedan reflejados en el libro 'Todo se puede entrenar' (Alienta), un best seller que ahora vuelve a editarse con un nuevo prólogo del autor.
Hay una frase muy recurrente cuando los padres llevan a sus hijos a entrenar al fútbol, tenis, baloncesto o cualquier otro deporte, que en realidad se puede extrapolar a cualquier otra actividad: "Lo más importante es que los niños se lo pasen bien". Toni está en desacuerdo. "No me gusta para nada que el máximo objetivo sea que nuestros descendientes se lo pasen bien. Para nada". Más bien es partidario de imprimir unas obligaciones y unos objetivos al niño. En cualquier ámbito, ya sea el escolar, el familiar o el deportivo, son necesarios unos instigadores que lo lleven a formar su capacidad de aprendizaje y de trabajo.
El preparador cree que la exigencia es necesaria a lo largo de toda la vida, e incluso le da sentido. "Desde muy pequeño obligué a Rafa a plantearse cuáles eran sus objetivos y a ser consecuente con ellos. La exigencia es esto. Ser consecuente con una meta, con los desafíos que se plantea uno mismo".
Toni Nadal cree que la objetividad es importante porque permite contar con una realidad, pero también hay una serie de variables que escapan a ella. Entre ellas, el poder de la actitud. "Y la actitud más poderosa de todas es la que viene impulsada por la ilusión". Según su concepción de la vida, la ilusión es lo que le da sentido a todo. Aunque está más cerca de ser un acto de fe y pertenece al mundo de lo intangible, se trata de un componente imprescindible para ser felices. "Si no tengo ilusión, muy difícilmente voy a perseverar y, por tanto, muy difícilmente voy a conseguir nada".
En cualquier ámbito, es imprescindible reconocer y aceptar las propias carencias y tener la intención de superarlas poco a poco. El lema 'siempre se puede mejorar' ha sido uno de los puntales de la relación entre tío y sobrino. "Si no hubiéramos tenido la convicción de que se puede progresar, Rafa no habría levantado tantas copas". La primera condición para adoptar esta idea es saberse no suficientemente bueno. El que se cree muy bueno haciendo algo, aun siéndolo, abandona la lucha por progresar. Un segundo elemento es aceptar que aprender cuesta. "Siempre ha sido así, aprender requiere un esfuerzo y no hay otra alternativa, a no ser que estés tocado por una varita mágica", asevera Toni. Y finalmente hay que tener confianza en uno mismo.
Trabajar con objetivos concretos permite tener unos parámetros con los que medir los resultados. Los objetivos son lo que da sentido a la labor diaria. Sin ellos todo se diluye y no se puede trazar una ruta porque desconocemos a dónde vamos. Para Toni, los objetivos marcados deben tener dos requisitos: el primero, que el reto sea elevado. Si no es así, la intensidad de trabajo se resiente. El otro requisito es que los objetivos sean renovables. "Mi intención era renovar retos, tener nuevas metas en mente, perseguir nuevos motivos sobre los que apoyar la lucha y el trabajo".
En cualquier ámbito profesional en particular y en la vida en general tenemos que superar dificultades continuamente. Según Toni, con la capacidad de aguante "gestionamos lo que no depende de nosotros, es decir, la adversidad". Para no sucumbir al desánimo, en primer lugar no hay que elevar los inconvenientes a la categoría de problemas. Si adoptamos una visión tremendista de la realidad, es muy fácil que nos sintamos incapaces de resolver el revés, por pequeño que sea. "Rafael no se queja casi nunca. Acepta los inconvenientes, los procesa como buenamente puede y los incorpora a la lucha. Esta costumbre desempeña un papel muy importante en el desarrollo exitoso de cualquier empresa".