“¿Por qué dejamos de decir nuestra edad?”. Esta es la pregunta con la que se ha abierto la mesa de debate ‘Edad, divino tesoro: las audiencias cumplen años; los periodistas, también’, dentro del Congreso de Periodismo de Huesca, donde se analizan las novedades de un sector en continua transformación. Una pregunta directa hacia el público allí presente, diverso generacionalmente hablando. La cuestión la lanzaba Ana Bueno, moderadora de la mesa y directora de Uppers, para dar inicio al análisis con Jorge Alcalde, director de Esquire; Lourdes Garzón, directora de Mujer Hoy; y Virginia Mosquera, directora creativa de la agencia McCan.
Todos los ponentes eran veteranos profesionales de la comunicación, acostumbrados a trabajar en sus equipos con personas de varias generaciones, y conscientes de los datos sociológicos que atraviesan el país. La población no para de envejecer, España ya es el quinto país más envejecido de Europa y, de seguir con esta tendencia, en 2050 alcanzaremos el primer puesto y los silver serán mayoría, según datos de la ONU. Entonces, ¿por qué se habla poco de la edad? “Posiblemente la edad siga siendo ese muro que nos impide desarrollarnos con naturalidad en ciertos entornos”, ha opinado Alcalde.
A ello se sumaba Garzón para exponer como “el edadismo es el último gran prejuicio, la última gran desigualdad. No hablamos de nuestra edad en ámbitos profesionales, sobre todo las mujeres”. Por su parte, Mosquera se lo lleva a su terreno, a la publicidad, “hemos hecho la revolución sexual, pero y la edad, ¿qué? Te venden una crema antiedad y la chica que lo anuncia sigue teniendo 30 años”.
Los mayores de 50 claman visibilidad. Al fin y al cabo no son como sus padres y están conquistando un nuevo espacio, económico y cultural, hasta ahora nunca contemplado. Ya lo dijo Maruja Torres en su última charla con Évole: "Los viejos de ahora somos la hostia". Porque sí, están en Internet, están en las redes y, sobre todo, están deseando que les ofrezcan contenidos periodísticos que les interesen de verdad.
El director de Esquire ha recordado cuando llevaron a Ronnie Wood (ahora 75 años) a portada sin camiseta, mostrando su cuerpo tal cual. “Fue un escándalo en su momento, pero nos trajo muchísima audiencia de otras generaciones porque mostramos que un icono había dado el paso adelante para mostrar su cuerpo desnudo, sin los cánones del edadismo”.
Precisamente eso es lo que reclama Virginia Mosquera. “Me apetece ver más edad, más cuerpos con arrugas. Se piensa que la frescura está ligada a la juventud y no, la frescura está ligada a la vida. Me cansa el diálogo del jovencentrismo, es poco revolucionario”.
En la mesa no podía faltar algo esencial, el choque generacional. O más bien su confluencia. En el ámbito del periodismo, los ponentes lo han visto como una oportunidad de enriquecer el diálogo con contenidos e ideas mixtas. En el caso de Lourdes Garzón, ha señalado que su gran aprendizaje viene de “formar equipos diversos, con gente de edades distintas, que piensan distinto”. Alcalde también se lo ha llevado a su terreno en una revista que concentra su target en los hombres de 35 y 45 años, por eso tiene clara la necesidad de “promover un diálogo entre los periodistas más veteranos y los que se van incorporando”.
Una mesa de debate que ha servido para poner en valor el talento sénior, en ocasiones maltratado (tenemos la tasa peor tasa desempleo entre los de 55 y 59), la necesidad de crear equipos intergeneracionales y el continuo cambio de qué demandan las audiencias. Lo señalaba Ana Bueno en el cierre de la mesa, “estudiamos permanentemente cómo son nuestras audiencias y sabemos que es una generación maravillosa con intereses maravillosos”, ha explicado sobre los silver, una generación que lidera la pirámide de población, llena de inquietudes y con ganas de seguir aprendiendo y sintiéndose activa y útil.
Sobre los cambios en el periodismo, Ana Bueno ha concluido con que “hay un riesgo enorme de caer en manos de algoritmos, de posicionamiento SEO, chat GPT y siempre seguiremos necesitando el oficio. Si no hay una transmisión de conocimiento a las nuevas generaciones, algo estamos haciendo mal. Hago un llamamiento para que cada uno, desde sus medios, haga que esa transmisión de conocimiento se siga haciendo y que no dependamos de algoritmos”.