Hace ya casi dos años desde que Iñaki Gabilondo se retiró de la radio tras más de 50 años en antena. Sin embargo, ya entonces advertía que seguiría leyendo “todo lo que pueda y vivir con los ojos muy abiertos, tratando de entender lo que pasa y con una curiosidad de amplio espectro”. Ahora, el periodista será el encargado de abrir el 63 congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) que se celebrará en junio en Pamplona, ofreciendo una entrevista a la entidad en la que ha hablado de la muerte, su jubilación o del edadismo.
Gabilondo reconoce que “el covid fue el gran trompetazo que me recordó que era un viejo. Ya sabía que era una persona mayor desde hacía mucho tiempo, pero la claridad con la que el covid mostró su carácter gerontofóbico nos hizo percibir, de pronto, que desde la sociedad los viejos fuéramos, como dicen los ingleses, redundant, un material sobrante”. “El paisaje que observaba era el de la gente mayor de la que se despreocupaba la sociedad porque hacía ya tiempo que la sociedad les considera material sobrante”, expone.
“En la sociedad hay unos valores o principios dominantes que están a espaldas de los mayores. Van, como pueden, a remolque, en el sidecar de la moto, a espaldas de la vida actual basada en el éxito, el dinero, la competitividad ultracompetitiva, que constituye una realidad a la que las personas van a contrapelo”, prosigue. Así, el periodista es contundente, señalando que “estamos en una sociedad gerontófoba”.
Además, resalta que “una cosa es estar vivo y otra vivir. Hay mucha gente que está viva, pero otra cosa diferente es que esté viviendo”. Por eso mismo Iñaki Gabilondo recuerda que “la vejez aparece como una sorpresa; es como el matrimonio, como un hijo. Puede resultado un poco canalla que la vida sea un proceso degenerativo irreversible, pero la conciencia de que te vas a ver mayor y te vas a morir es tan obvia que entenderíamos mejor la vida si hubiéramos decidido entender lo obvio, pero hemos decidido no mirarlo”.
Sin embargo, él lo tiene claro: “a mí no me ha afectado. Todos mis amigos se han mostrado muy sorprendidos de la consciencia que he tenido desde los 15 años de que me voy a hacer mayor, que me voy a poner enfermo, que me voy a morir”. “He ido sorprendiendo a la gente por la calma con la que me enfrentaba a las cosas porque las cosas no me han sorprendido. Yo prefiero estar sano que enfermo y si me pongo enfermo, me llevo un disgusto, pero no una sorpresa”, confiesa.
"Tienes limitaciones, pero un chico de 18 años que se va a morir esta tarde es mucho más viejo que yo si me muero dentro de 8 años. Si supiéramos todos que la vida son exactamente 100 años… pero nadie sabe en qué etapa estás. Siempre he tenido esa claridad y no entiendo el discurso del que se retira y no quiere hacer nada, del que se da por desplazado, el que descarta aprender”, revela Gabilondo.
Tampoco ha querido perder la oportunidad de hablar del edadismo exponiendo que “la sociedad construye un universo en base a unos principios y valores y el edadismo es la respuesta consecuente con esa realidad. Qué hacer con los mayores va a ser un tema central en los próximos años. Serán un sector determinante de la sociedad por lo que va a haber una mirada muy atenta. Creo que es el problema más gordo que tiene ahora mismo el mundo".
Además, aconseja que no hay que “aceptar nunca que la sociedad te descarte, que te consideren material sobrante. No aceptes que solo te consideren un lastre, ni en tu casa, ni con tus hijos o tu concejal, ni la Comunidad Europea. Defiende tu condición de ser humano”.
"Dije una vez que vas aprendiendo a ser viejo. El envejecimiento es un proceso de despedidas, despedidas de capacidades físicas, obsolescencia de materiales, de un mundo que va cambiando, de tiendas que desaparecen, de amigos que se han muerto. Puedes sentarte a llorar o surfear la vida”, concluye el periodista.