Miriam Díaz-Aroca es una de esas personas que sí sabe cómo darle la vuelta a una situación, en principio, adversa. Tener más de 50 y empezar a ver las primeras canas y arrugas no es fácil para una actriz, más aún cuando la imagen es la de una mujer bella y atractiva, y cuando se forma parte del imaginario de todo un país. ¿Quién no recuerda 'La juventud baila' o esa entrada de Oscar para recibir el preciado galardón por 'Belle Époque'? Ella, Ariadna Gil, Maribel Verdú y Penélope Cruz, las cuatro cogidas de la mano para recibir el premio a la Mejor Película de Habla no Inglesa de manos de Anthony Hopkins.
Podía haber optado por hacerse unos cuantos retoques o por teñirse el pelo cada diez días. Pero algo le dijo que la percepción de lo que ya no es joven, estaba cambiando. La primera que había empezado a cambiar era la propia Díaz-Aroca. La actriz es una mujer interesada por el bienestar y el crecimiento personal. Su cuenta de Instagram es un escaparate de lo que ella entiende como auto-conocimiento, y en ese camino la aceptación es uno de los principales pilares, así que las primeras canas y las primeras arrugas no llegan a ser importantes.
Pero, además, las canas ya no se esconden. Cada vez más mujeres de cabello plateado muestran su pelo en un ejercicio de empoderamiento femenino. Miriam entendió que los tiempos estaban cambiando y que ella misma podía ser uno de esos vectores de cambio.
En declaraciones a El Español, la actriz ha explicado toda esa trayectoria vital que le ha llevado hasta hoy, una trayectoria en la que el asombro sigue siendo parte importante. "Tengo la capacidad de seguir maravillándome cada día de mi vida, seguir sabiendo la importancia de estar viva, de que no me duele nada, y de que con todo mi ser puedo hacer lo que me dé la gana", comenta la actriz y presentadora.
"Mi única limitación soy yo. Y todo lo que te venga, circunstancias que no sean amables, dependen de mi actitud. O me quedo en la queja, o me quedo en el aprendizaje. Y elijo aprendizaje. ¿Qué puedo aprender de esta situación? Pues, vamos allá", asegura.
Harta de los prejuicios que pueda generar y, aun sabiendo que en el mundo de la interpretación es difícil salir del encasillamiento -en su caso, señora rubia estupenda-, la actriz quiso mostrarse tal y como es ante los directores de casting, esos profesionales que eligen los mejores actores para cada papel y en los que reposa el éxito o el fracaso de muchas producciones. Díaz-Aroca no escatimó recursos: Hice un vídeo personal para cada director de casting y dije: 'Siénteme quién soy hoy, mírame cómo soy hoy. Esta soy yo hoy con mi pelo, con mis canas, con mis arrugas...".
La arrolladora pasión de la actriz obró el milagro, casi imposible en la industria del cine. Tras esa campaña, hecha uno a uno, fueron llegando papeles de mujeres fuertes, como los de 'Amar es para siempre', 'Toy Boy' o el personaje de Lourdes en 'Cuatro estrellas'. Y los que vendrán.