"Cómo comer bocadillo" o "usar bien la cucharilla de postre": ¿por qué este auge en redes de las gurús de los buenos modales?
Un grupo de mujeres en torno a los 50 muestra en las redes sociales cómo implantar los buenos modales en el día a día
Para muchas de estas mujeres, la buena educación es útil, simplifica las rutinas, alegra la vida y la hace más bella
La simplicidad es la regla de oro para conducirse de manera educada en todas las situaciones de la vida
Hay expresiones que suenan anticuadas, independientemente de quién y dónde se digan. 'Buenos modales' es una de ellas. Estar pendientes de las formas no parece escandalosamente moderno. Sin embargo, cada vez se publican más libros y cuentas sobre el arte de poner la mesa, qué hacer durante un evento social, cómo escribir una nota o de qué manera debemos recibir a un invitado.
De alguna manera, el interés por la buena educación ha vuelto. Y lo ha hecho de la mano de un grupo de mujeres que rondan los 50, al menos en lo que respecta a redes sociales. Son de nuevo las redes las que visibilizan los cambios de una sociedad que nunca ha dejado de ser pendular, pasando así de una relajación de las formas a la recuperación de los modales de (casi) siempre.
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¿Protocolo o buena educación?
El concepto de buenos modales puede producir pereza, una dejadez que ha hecho que cada vez fuéramos orillándolo más de nuestro día a día. Probablemente la razón está en que se ha asociado con comportamientos encorsetados, más propios del protocolo estricto, pese a que se trata de ámbitos diferentes. El protocolo establece los criterios de trato de una persona o institución. En los eventos institucionales de España está regido por el Real Decreto 2099/1983, de 4 de agosto, por el que se aprueba el Ordenamiento General de Precedencias en el Estado. A grosso modo, las Precedencias son un listado jerárquico que estructura los actos institucionales.
A mayor precedencia, mayores privilegios sociales, entendidos como ordenamiento de las llegadas en un acto o del sitio y el servicio de la mesa. En realidad, no muy aplicables en el ciudadano común, que no suele estar sujeto a precedencias. Sin embargo, es ese orden inalterable y establecido el que posiblemente ha calado en la sociedad hasta contaminar la educación como algo inútil o estratosférico.
"Esto de las buenas maneras lo veo con ironía, la verdad", afirma María José, de 49 años, quien en estos temas asume un rol de espectadora: "Veo a estas personas a las que les interesan cosas que nunca había pensado que se rigieran por reglas como quien está en un museo o quien ve 'Downtown Abbey', aunque a veces me ha venido bien", reconoce.
La buena educación es el estadio básico anterior al protocolo, aunque la Etiqueta, que regula la conducta personal, sea parte importante de ella. En el boom de las cuentas de buenas maneras subyace la idea de que unas formas adecuadas facilitan la vida. Para estas personas, la buena educación es útil; paradójicamente, simplifica usos y maneras, alegra la vida y la hace más bella. Pero la condición es que todos empleemos los mismos códigos de conducta. En caso contrario, las personas educadas se ven solas, sin que nadie entienda, valore ni siga sus acciones. Un auténtico suplicio para el educado. En ese sentido, las cuentas que hablan de buenas maneras puedan ser sumamente útiles por su valor didáctico.
A vueltas con la mesa
¿Rechazar una invitación sin justificar la causa (con un escueto y demoledor 'no')? ¿Tardar en responder un whatsapp o un mail cuando es necesaria una respuesta inmediata? ¿No agradecer un regalo? ¿No corresponder ninguna atención? ¿No devolver llamadas? ¿No interesarse y ofrecer nuestra ayuda cuando una persona cercana tiene dificultades? Estas son algunas de las cuestiones que evidencian una buena o mala educación, más allá de lo mínimo innegociable: saludar con una sonrisa y comportarse con los demás de una manera amable.
Pero si hay un tema que parece el epítome de la buena educación son las maneras de estar en la mesa. Poner una mesa bonita fue el origen las numerosas cuentas de Instagram que nos hablan de cómo saber comportarse ante una hilera de platos, cubiertos y copas. Una vez sabida la teoría de para qué sirve cada instrumento (algunos con una historia fascinante detrás), queda lo más importante: cómo nos relacionamos con ellos y con los comensales. La mesa y las personas que concentra a su alrededor, por tanto, son los temas principales de las coaches de IG, como muestra una de ellas, la experta en protocolo María José Gómez y Verdú.
Comer (bien) una sopa
La experta en protocolo Dorita Eisemann nos enseña en su cuenta cómo no traspasar la delgada línea que va de lo sexy a lo vulgar, cómo acertar en cuanto a estilismo y modales en una entrevista de trabajo o cómo acometer algunos platos, aparentemente sencillos; entre ellos, la sopa: siempre de fuera hacia dentro y de la manera más gentil posible: ni soplidos ni ruidos ni aspavientos.
¿Sombreros en el almuerzo?
La colombiana Carmiña Villegas es propietaria de varias tiendas dedicadas al arte de la mesa. Su cuenta de IG muestra las novedades más lujosas del sector. Pero, entre vajillas de Vista Alegre y cristalerías de Villeroy & Boch, la empresaria se anima a dar otros tips de estilo de vida, como, por ejemplo, si se puede o no llevar sombrero en un almuerzo. La colombiana y su inseparable mantra -siempre comienza dirigiéndose a sus seguidores como "Apasionados de las mesas"- explican que el sombrero solo es apto en la mesa hasta las 6 de la tarde.
Buenas maneras hasta en la playa
La uruguaya Simple Rose es otra de las mujeres que ha ido más allá de la mesa, un terreno tradicionalmente ceñido a las mujeres. En su cuenta, habla de recetas y de vino - no en vano, es chef y sommelier-, de tips de estilo y, por supuesto, de buenos modales, esta vez salpimentados con algo de glamour. Simple Rose muestra que la educación llega hasta la manera en la que colocamos la toalla en la playa.
Elegancia y naturalidad
Lo que tienen en común todas estas cuentas es que, de manera explícita, identifican la buena educación con una manera elegante de andar por la vida. Una elegancia vinculada no al artificio, sino a la naturalidad. La buena educación no es afectada ni rígida. Mucho menos, cursi.Tampoco es prepotente: nunca hace sentir al otro como poco instruido o en inferioridad de condiciones.
Uno de los mayores errores es creer que ser sofisticado es sinónimo de tener clase. La simplicidad es la regla de oro para conducirse de manera educada en todas las situaciones de la vida. La clave es saber adaptarse al entorno con discreción. En pocas palabras: actuar de manera artificiosa y remilgada es síntoma de mal gusto. Y el mal gusto suele hacer buenas migas con la mala educación.