Romper antes o después de las vacaciones: una experta explica cómo hacerlo si ya lo tienes claro
Un tercio de los divorcios se produce después del verano, el momento el que se acrecientan las crisis o surgen de manera virulenta
Rocío Rivero, psicóloga: "Cuando pensamos en cerrar un ciclo, surge una tristeza que debemos permitirnos"
"La mayoría de las veces, los cambios dan más de lo que nos quitan"
Un tercio de los divorcios se dan después de las vacaciones de verano. No son las vacaciones en sí las que dinamitan la relación; pero es el momento donde nos damos cuenta que algo falla. Durante el año la vida gira alrededor de la rutina, el trabajo y las obligaciones. Cuando llegan las vacaciones, aparecen las tensiones y discusiones, haciendo que las bases de la pareja se vean afectadas. ¿Por qué ocurre este fenómeno? Los expertos de Psicopartner comparten algunas de las razones:
- En verano, las parejas pasan más horas juntas; por tanto, las personas que no están satisfechas con su relación, ven en las vacaciones el momento perfecto para aclarar sus ideas y separarse.
- Las expectativas de las vacaciones de verano suelen ser muy altas y, rara vez llegan a cumplirse. Esta decepción hace estemos a la defensiva y propensos a la discusión.
- En vacaciones van a surgir momentos de diferencias de opiniones, es algo normal y natural entre dos personas, pero es la capacidad de negociar y resolver el conflicto así como de llegar a acuerdos lo que va a hacer que la pareja tenga unas buenas vacaciones o se conviertan en una verdadera pesadilla.
- Cuando uno cree que está más relajado, tiende a desinhibirse y poner sobre la mesa asuntos que generan tensión en la pareja. Las vacaciones dan esa falsa sensación de libertad y, en lugar de servir para compartir placeres y anécdotas, terminan por sacar a luz los problemas de todo el año.
- Relación sexual nula. Aunque tenemos más tiempo, la paradoja es que tenemos menos tiempo para el sexo porque estamos rodeados de familia y con muchas actividades en la agenda. Otras veces, la falta de sexo pone en evidencia la falta de atracción o de deseo.
- Viajar con la familia política. Las relaciones con la familia política son la causa más frecuente de conflicto entre las parejas, especialmente entre las parejas jóvenes. Pasar vacaciones con suegros o cuñados puede traer nefastas consecuencias para la pareja si no se parte de una buena convivencia.
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¿Cuándo es mejor?
Al margen de que las vacaciones precipiten una crisis que ya existía o que sea la causa de una nueva, no hay mejores o peores momentos. Todo depende de nuestro estado emocional. "Estamos pensando en cerrar un ciclo, abandonar una realidad, algo que supone una pérdida y una tristeza que debemos permitirnos", explica la psicóloga Rocío Rivero en su libro 'Me cuesta estar bien''.
¿Cuál es el primer requisito que nos permitiría empezar el proceso? La aceptación. "Para realizar el proceso de cerrar un ciclo, es imprescindible aceptar que es necesario cerrar esa etapa, aunque no sea una situación deseada. La aceptación no es resignación porque la resignación conduce a la inacción, a no hacer nada, y precisamente tenemos que actuar", explica Rivero. ¿De qué manera?
Cómo cerrar un ciclo
Para la psicóloga Rocío Rivero, antes incluso de hablar con nuestra pareja, tenemos que hacer un trabajo emocional propio que ayude a nuestro objetivo. Después, tendremos que empezar la tarea de compartirlo con el que ha sido nuestra pareja. Según Rivero, tener en cuenta este 'timing' puede ser de utilidad:
- Hacer una buena despedida. "Tenemos que hacer un balance de lo vivido", explica. En este punto tenemos que permitirnos la tristeza que traen los finales. Los ciclos no se cierran dando la espalda a la realidad".
- Ser conscientes del proceso. "A veces, como no queremos sentirnos mal, damos la espalda a ese sufrimiento. Pero hay que saber que cerrar un ciclo implica pasarlo mal un tiempo, pero no cerrarlo implica pasarlo mal de manera continuada".
- Hacer balance. "Hay que preguntarse qué nos dio esa historia, qué nos quitó, qué tuvo de positivo o de negativo".
- Empezar un nuevo proyecto. "Todo final implica un comienzo. Y ese comienzo debe ser fiel a nuestras ilusiones y nuestros intereses.
- Compartir nuestra insatisfacción con la pareja. En este punto, es mejor no comunicarse en momentos de tensión y ser conscientes de que la otra persona también puede estar sufriendo. La empatía debe ser la guía que marque cualquier actuación.
- Ser respetuoso con la familia. Cuando hay hijos, es importante dejar claro que, al margen de la convivencia, la familia permanece con los mismos vínculos.
- Dejar paso a la ilusión. Los dos miembros de la pareja van a sentirse desamparados en esta nueva situación. "Viajar de lo conocido a lo desconocido implica inquietud, nerviosismo e incluso miedo, pero, más rápido de lo que creemos, la antigua pareja empezará a encontrar cosas positivas a ese cambio porque la mayoría de las veces los cambios dan más de lo que quitan", asegura Rivero.