Separaciones que duran años o cuándo es bueno cerrar la puerta del todo: "Lo ideal es hacer una despedida oficial"
¿Me estoy equivocado? ¿Estamos haciendo lo correcto? ¿Y si nos arrepentimos? Son algunas de las preguntas que recorren nuestra cabeza una y otra vez cuando nos enfrentamos a una ruptura
Una psicóloga nos explica cuáles son los plazos sanos en una ruptura, cuáles son los pasos a seguir y el impacto que puede tener en los más pequeños
"Hay que tomar una decisión y ser consecuente con ella"
Las últimas declaraciones de Fabiola Martínez sobre su ruptura con Bertín Osborne coparon los titulares. La pareja llevaba más de un año separada cuando dieron la noticia, en enero de 2021. Una situación que la venezolana encaró con vértigo por su futuro laboral y el de sus hijos. Reconoce que siempre supo que los pequeños estarán muy bien cuidados por su padre, al que califica de generoso, y con el que no cierra la puerta a una futura reconciliación.
El caso de esta pareja no es atípico. Mientras que el divorcio de muto acuerdo tarda unos 3,9 meses en hacerse efectivo, según los datos oficiales, las separaciones, ese paso previo, suelen durar años y llevar consigo idas y venidas. Hablamos con la psicóloga Teresa Terol para que nos explique cuáles son los plazos sanos en una ruptura, cuáles son los pasos a seguir y el impacto que puede tener en los más pequeños el hecho de que esto se alarga en el tiempo.
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El miedo, detrás de estirar el chicle
¿Me estoy equivocado? ¿Estamos haciendo lo correcto? ¿Y si nos arrepentimos? Son algunas de las preguntas que recorren nuestra cabeza una y otra vez cuando nos enfrentamos a una ruptura. Sin embargo, eso nos puede llevar a intentar estirar el chicle de una forma continua y no es otra cosa que una nuestra de miedo. “Si somos sinceros y valientes, y ser valiente no es no tener miedo, sino saber gestionarlo, entendemos que hay que tomar una decisión y ser consecuente con ella”, explica la psicóloga.
Decidir separarse no implica que no pueda volver, en otro punto, otro momento u otro lugar, pero sí que acarrea un miedo con el que debemos convivir si se trata de una decisión reflexionada que, a priori y con familia de por medio, debe serlo. “Todo esto viene de la dependencia que generamos en las relaciones de pareja y que puede ser de muchos tipos: emocional, económica, causada por los hijos en común y determinadas decisiones tomadas durante la convivencia... pero todo eso nos pasa por no entender que el amor empieza por nosotros mismos”.
Parece que, al estabilizar una relación larga, más aún si hablamos de una de 20 años, como en el caso de Fabiola y Bertín, nos olvidamos de la independencia, de la autosuficiencia y, en muchas ocasiones, se trata de un fallo en las herramientas de autoestima. “Debemos entender que, si mejoramos esa parte, empezamos a sentirnos empoderados, capaces, valiosos, no necesitamos a una persona para todo porque estamos con nosotros mismos”, explica Terol.
¿Existe una forma ideal de romper?
Si embargo, dejar de lado esa dependencia y determinar cuál es la manera de acabar con la relación no siempre es fácil. “Lo ideal es hacer una despedida oficial”, asevera la psicóloga. Cuando se decide acabar con una relación no se debe perder el foco de por qué se hace. Si se llega a ese punto es que las cosas no van bien, es que hay puntos en los que no existe acuerdo ni se puede alcanzar. “Debe existir una despedida, un sitio en el que hablar para entender que, aunque queramos seguir juntos, lo mejor es separarse. Y a partir de ahí, en esa conversación, marcar unas reglas de lo que cada uno necesita. Un tiempo en el que no se va a hablar, aunque cueste, porque siempre van a aparecer momentos de debilidad”.
Si eso no se fija, siempre acaba habiendo momentos de flaqueza que nos llevan a esa persona. “Los protocolos suelen ayudar. Tener una persona a la que llamar cuando quieras dar un toque a tu ex, o incluso, generarlos con él. Pueden existir acuerdos del tipo: ‘si algún día flaqueo y te escribo, recuérdame que lo mejor es que no hablemos’. No estamos diciendo al otro que no queramos ayudarle, sino que quizá no somos los idóneos con los que solucionar ese problema”. En esas situaciones hay que cambiar el concepto, dejar de recurrir a la pareja para todo y empezar a llamar a familiares y amigos.
Lo que pasa cuando hay niños de por medio
Partamos de la base de que los niños no son tontos y son capaces de ver la relación de sus padres pese a su corta edad, ya sean pareja, no lo sean, vivan juntos o separados. “Son como esponjas, entonces hay que determinar qué queremos inculcarlos, no solo con palabras, también con hechos. Los valores como el amor y el respeto se enseñan en casa y de demuestran en casa”.
Además, estar inmersos en una relación de idas y venidas puede afectar muy negativamente a los más pequeños porque puedes hacerles sentir un poco perdidos. “Terminamos volviéndoles locos, por eso lo mejor, si queremos volver a intentarlo, es dejarlos al margen, no decirles cuál es la situación ni hacerles partícipes de ella hasta que no hemos tomado una decisión definitiva”, concluye la psicóloga.