Punto final. El matrimonio entre Gerard Piqué y Shakira ha terminado con el acuerdo de divorcio in extremis firmado hace apenas 48 horas. En ese acuerdo, la artista colombina obtiene la custodia de sus dos hijos, Milan y Sasha. Shakira y los niños podrán irse a vivir a Miami a principios de 2023, Piqué podrá pasar el 66% del tiempo de las vacaciones de los pequeños y volverá al antiguo domicilio familiar, ubicado en Esplugues de Llobregat, aunque a medio o largo plazo la casa podrá ser puesta a la venta.
"Hemos firmado un acuerdo que garantiza el bienestar de nuestros hijos y que se ratificará en el juzgado", explicó de forma escueta la expareja en un comunicado con el que han anunciado el acuerdo, logrado tras la rebaja de las pretensiones de ambos. Lo han conseguido en un tiempo récord. ¿Cómo ha sido posible? Como en casi todo, para divorciarse bien también hay un código de buenas prácticas. Te damos todas las claves.
En función de si hay hijos en común, patrimonio compartido o según como sea la situación económica de cada uno, se tomarán unos acuerdos u otros. Son las famosas medidas que se acabarán adoptando judicialmente y que regirán la nueva situación familiar, una vez producida la separación. La atribución del domicilio familiar, el sistema de custodia para los hijos o el establecimiento de una pensión compensatoria son ejemplos de medidas.
Para no caer en la ansiedad, algo fácil en un momento vulnerable, es útil distinguir las cuestiones a las que hay que hacer frente. Suelen ser de carácter económico, derivadas de la custodia de los hijos en común o de los motivos de la ruptura. Separar por bloques todo lo que rodea una separación o divorcio ayuda a cerrar partes de la separación y avanzar hasta llegar al acuerdo.
Ordenar la separación es fundamental. Es importante marcar prioridades sobre los siguientes temas: quién y cuándo abandonará el domicilio familiar, como se buscará el abogado, como se comunicará a los hijos en común o al resto de la familia las decisiones tomadas, económicamente cuándo entrarán en vigor y cómo se producirán cambios… Este procedimiento ofrece estabilidad: todo el mundo sabe a qué atenerse, algo especialmente valioso cuando hay hijos en común.
Se trata de lo más difícil, pero hay que intentar no romper el diálogo y tratar personalmente los cambios que deben producirse. De esta manera podremos llegar a un procedimiento judicial de común acuerdo, mucho más sencillo y rápido que un procedimiento contencioso. En este punto es posible que nos haga falta la intermediación de un abogado o mediador.
Si los cambios en la vida familiar se producen de forma abrupta y sin diálogo, se genera más tensión y angustia de la necesaria, lo que complica el acuerdo y conduce a procedimientos judiciales contenciosos.
Suele haber prisa para arreglar los 'papeles' del divorcio. La ruptura puede provocar sentimiento de culpa en uno de los dos o bien se produce en una situación de dominio de uno sobre el otro. Cerrar precipitadamente, en falso, o de forma muy desequilibrada una separación es abrir una fuente de conflictos.
Hay que tener en cuenta que las medidas son revisables y que muchas veces el malestar se genera precisamente porque no se ha llegado a ningún tipo de acuerdo. El 'timing' es importante aquí: hay que tomarse tiempo para planificar un buen acuerdo, pero demorarlo solo crea inestabilidad, escenarios de vulnerabilidad económica y sentimientos negativos en los hijos.
Rodearse de familiares o personas que nos apoyen es positivo, ya sea para que nos den apoyo emocional y, a veces, incluso económico. Sin embargo, también es importante dejar claro que los acuerdos que se toman y todo su desarrollo dependen de uno mismo.
No debemos comparar nuestro caso con el caso de alguien cercano a nosotros, o al menos no dar por hecho que la solución es la misma, ya que a veces los criterios legales no siempre coinciden. Lo que para un juez es relevante puede no serlo para nosotros.
Hay que valorar cuando un acuerdo con la expareja no es posible. Puede ser por falta de voluntad, interés o por negación de la situación. En este caso, no es aconsejable depender de la voluntad de alguien que no ha asumido la separación o que no quiere firmar un acuerdo porque cree que le perjudica.
Una vez agotadas las posibilidades de resolución fuera de los tribunales, no queda otra que interponer una demanda de divorcio mediante un procedimiento contencioso, aunque el acuerdo sigue siendo posible. A veces, la presión de un juicio inminente es el empujón que se necesita para volver a negociar.