De una crisis puede surgir la decisión de un divorcio, tomar caminos diferentes, conocer a nuevas personas y, ¿por qué no?, lanzarse a un nuevo matrimonio. ¿Qué ocurre en el corazón de los ex? ¿Cómo se digiere en el entorno familiar? Se trata de un campo de minas sentimental que puede sumirnos en un bucle de emociones. La psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro nos ayuda a sorterlas.
"Aquí hay que diferenciar varias cosas. Tengo alguna paciente que siente cierto alivio porque su ex se ha casado con otra y ya no va a querer volver con ella. Cabe esa posibilidad, se siente liberada porque el ex ha pasado página. Sobre todo, si esa persona tiene una nueva pareja, lo que esa persona quiere es que su ex avance", señala Ferreiro, que también admite que este suele ser un caso menor. ¿Qué es lo más habitual? "Lo que ocurre muchas veces es que hay duelos eternos, que no se cierran y que no llegan a la fase de neutralización, más si se han tenido hijos y si te has casado pensando que era para toda la vida. Si esa persona no lo ha superado y el ex se casa, puede ser muy duro. Si no ha rehecho su vida, duele que el ex haya sido capaz de pasar página y que le dé el título de 'primera dama oficial' y que la otra persona pase a formar parte del club de las primeras esposas. Todo eso puede generar muchísimo sufrimiento".
"Muchas veces es un dolor momentáneo, puede ser un pellizquito en el corazón. Lo mejor es asumir que el ex ha tomado un camino propio, que la vida avanza y que, al final, depende de cada uno reconstruir su felicidad cada día. Para otras personas, de hecho, puede ser un punto de inflexión. Es pensar: "Si mi ex ha logrado superar esto, yo también tengo que avanzar. Puede ser un chute de energía para superar una situación". Lo importante, asegura la experta, es no quedarse anclado en ese dolor.
Para Lara Ferreiro, el hecho de que el ex se case de nuevo es un termómetro emocional. "Si duele, puede ser síntoma de que el duelo no se ha superado. Puede que se trate de un dolor real, que hay que sanar, y que está lanzando un mensaje. También puede ser al contrario, que sintamos alivio". Marca, por tanto, el estado real de nuestros sentimientos.
Al constituirse una nueva familia, surge un tema pendiente: ¿se adaptarán los hijos al segundo núcleo familiar? Si son mayores, es más fácil. Cuando son pequeños o están en la adolescencia, el escenario empeora. "Puede haber un conflicto de lealtades. Hay niños que sienten que traicionan a su madre si se llevan bien con la nueva mujer de su padre. Si los hijos no aceptan a la pareja, la relación se va a hacer muy complicada, sobre todo si se casan. En ese caso, los hijos pueden boicotear la relación y sentir rabia o deseos de desafiar a su progenitor y a su nueva pareja. Esto es muy complicado de manejar porque el afectado se va a mover entre el amor a su pareja y el amor a sus hijos".
El escenario puede empeorar si la nueva pareja tiene hijos de una relación anterior. "Pueden surgir competencia, celos, peleas... tanto entre los niños como entre los adultos. El antídoto para esto es tener una comunicación coherente y saber prevenir los conflictos. Pero, para eso, antes hay que saber por qué los niños rechazan a la otra pareja. En algún caso pueden verle como un sustituto del padre o la madre biológico, puede que tampoco acepten la separación de los padres y que la aparición de una tercera persona dificulte la reconciliación. Es como ver al malo o a la mala del cuento. Es quien compite con ellos por el afecto del padre o de la madre.
Para esta experta, muchos de estos problemas se solventarían si se hiciera lo que ella denomina "un buen divorcio". "Es la clave", afirma. Ese buen divorcio se consigue expresando ante los hijos que sigue habiendo amor en la familia y respetando su duelo.
El tiempo también es importante. "Se recomienda que pase al menos un año hasta que se presente a los niños la nueva pareja", afirma Ferreiro. El timing es uno de los factores más importantes. "A veces, con solo tres meses de pareja, se entra en una especie de efervescencia y se integra en la familia a la nueva pareja. Si no va bien, al final los niños conocen a muchas personas", explica la psicóloga.
"Hay un volcán de emociones. Primero está el sentimiento de abandono ("Ya no soy importante; me han cambiado por otra). Ese sentimiento está ahí, aunque haya sido la mujer quien haya llevado la iniciativa de la separación. También puede haber celos, sobre todo si esa persona no ha rehecho su vida. Es como si la antigua pareja te hubiera adelantado. Hay mucha tristeza y expectativas frustradas. A veces se tiene la esperanza de volver y es la materialización de que esas esperanzas hay que matarlas".
La ira es otra emoción frecuente, especialmente si el divorcio no ha sido transparente o en la pareja ha habido deslealtades. "La ira se da, sobre todo, cuando ha habido triangulación o infidelidades. A esa ira se añade dolor y desamparo, como si no hubiera nadie en tu vida. Son sentimientos normales", asegura la psicóloga.
Algunas personas pueden albergar sentimientos tóxicos de baja autoestima. "La manera de expresarlos es 'nadie quiere estar conmigo', 'al final mi ex me cambia por otra' o 'no tengo nada que ofrecer a nadie'. Si eso ocurre, hay que acudir a terapia, lo mismo que si una persona está atascada en un duelo de seis meses a un año, lo que se llama un duelo patológico", señala la experta antes de marcar algunos aspectos positivos de este "volcán de emociones": "Puede ser un revulsivo, una manera de darse cuenta de que hay que pasar página".
Depende de si se trata de una familia moderna o más tradicional. Las modernas están más acostumbradas a coincidir y celebrar días significativos juntos. ¿Qué pasa cuando llega un nuevo miembro? "Obviamente, esas dinámicas de familia moderna dejan de darse. La dinámica va a cambiar, pero los niños tienen que saber que van a seguir siendo una familia. La familia no se rompe, solo se transforma. Esa nueva persona viene a completar la felicidad del padre o de la madre. Hay que mostrarla como una figura de apoyo, más que una figura que robe el cariño", afirma la psicóloga.
La profesional insiste en lo importante de realizar 'buenas prácticas' en el momento de la ruptura. "Lo primero es asumirlo y no intentar saltarse fases del duelo', advierte. El duelo consta de seis fases, desde la incredulidad hasta la neutralización, pasando por la ira, la negociación, la depresión y la aceptación, y deben asumirse hasta llegar al final. "Algunas personas empiezan a meterse en apps de citas intentando no sufrir. No sirve para nada ", asegura.
Pero si hay una clave definitiva, es esta: "Pasado pisado. Hay que vivir el presente, dejar los pensamientos obsesivos y centrarse en los hijos, que es lo más importante". El otro mantra es no precipitarse: "La gente corre mucho y se apresura a formar familias reconstituidas muy pronto". Dejar pasar un año o dos para testar la relación parece aconsejable. El tiempo suele ponerlo todo en su lugar.