Pasar por una situación en la que se rompe una relación de pareja no es fácil ni para los miembros implicados ni para los seres queridos que les rodean. No obstante, tras el disgusto inicial y el tiempo de dolor y aceptación, puede llegar algo mejor y como dicen, hay que saber ver las señales. El verano suele permitir momentos de disfrute y por qué no, puede hacer que la tristeza se disipe un poco.
Sufrir, sentir culpa o desesperanza, incluso fracaso, son emociones normales, pero para quien se divorcia es conveniente vivirlo, llorarlo y contarlo. Tras pasar el duelo, probablemente se vaya sintiendo la necesidad de afrontar y uno se vea capaz de pasar página y continuar.
Ana Alonso Román, psicóloga general sanitaria, asegura que es normal tener sentimientos encontrados. “La persona (hombre o mujer) puede sentirse agobiada o culpable por lo que sienta en un momento tan delicado y duro. Tras un divorcio, pasará por una etapa de duelo, lo que le llevará a vivenciar subidas y bajadas en relación a su estado emocional. Esto será una posible señal de que se está enfrentando a dicha etapa, con la consiguiente evolución en las emociones”.
Como explica esta experta en terapia de conducta infanto-juvenil, el ser humano busca tener el control, pero, los cambios generan la pérdida del mismo, ponen en estado de alarma y generan estrés, miedo, inestabilidad o incertidumbre. También añade que, cualquier cambio implica una modificación en las contingencias o circunstancias del entorno a las que se está habituados. “De la misma manera que se vivencian emociones desagradables, sobre todo en la etapa inicial del duelo, poco a poco irán aflorando emociones más positivas dando lugar a la tranquilidad, a la esperanza o a la ilusión. Permitir que lleguen estas emociones, quiere decir que se está trabajando para recuperar el bienestar emocional”.
No se pueden controlar ni sentimientos ni pensamientos. Sin embargo, es importante aceptar los hechos. “Es necesario no juzgar a los demás, pero tampoco a uno mismo ni a la experiencia. Se ha de identificar esa capacidad enjuiciadora para limitarse a observar los pensamientos y no actuar sobre ellos, por el contrario, nos acercaría al sufrimiento. Uno debe afrontar, en lugar de evitar”.
El verano, época bastante alegre por el clima y el tiempo de relax y ocio, es un buen momento para hallar la calma, pero también para trabajar la aceptación y mostrarnos abiertos al presente. Alonso recuerda que, en ocasiones, el verano puede causar una nueva etapa de duelo debido a que las vacaciones en el pasado eran diferentes. “Hemos de desprendernos de ese patrón establecido durante años y aprovecharla como una buena oportunidad para dedicar tiempo a los hijos y acompañarlos en un momento, que inevitablemente, para ellos también es complicado”.
La psicóloga recomienda escuchar a los hijos, darles la oportunidad de que se expresen, de validar sus sentimientos, permanecer a su lado en el proceso y reforzar el respeto por ambos progenitores. “Es un buen momento para ver el cambio como una nueva oportunidad, un nuevo aprendizaje, con ilusión y esperanza, como una posibilidad de evolución”.
Tal y como expresa Rafael Motta, CEO y fundador de Zero Psicólogos, cada individuo es dueño de sus circunstancias y emociones. “Al pasar un divorcio lo más importante es reconocer que se producirán fluctuaciones emocionales que son normales y que podemos trabajar para manejarlas de manera saludable”.
“El verano puede suponer un ambiente propicio para hallar momentos felices y posiblemente recuperar la ilusión”, sostiene este profesional. Sin embargo, recuerda que no debe forzarse nada y: “si alguien no se siente emocionalmente preparado para aprovechar al máximo esta época, no debe preocuparse y la gente de su alrededor ha de respetarlo”.
El director ejecutivo de Zero Psicólogos aconseja a las personas que se encuentren en esta situación que descansen, disfruten y aprovechen el tiempo para hacer aquello que les haga estar bien (estar con seres queridos, desconectar, practicar hobbies o buscar nuevos...). “No han de añadirse demasiada presión para cumplir expectativas externas. En su lugar, deben escuchar sus propias necesidades”.
El experto refuerza la idea de cuidar y proteger el bienestar emocional y encontrar momentos agradables en el camino que se recorra.
Como explicaba Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra, experta en el tema de la muerte y quien se dedicó a escribir sobre las etapas del duelo, estas pasan por fases donde aparece: el shock emocional, la rabia, la ira, la negación de lo que ocurre, hasta que llega el aprendizaje y la aceptación de la realidad. “Se produce una ruptura, un cambio de vida. Un duelo se supera cuando se recuerda a la persona o la situación con pena, pero sin dolor”, declara Marta Márquez Barbosa, psicóloga sanitaria.
La profesional declara que depende de cómo cada persona viva el duelo, puede necesitar sentirse en soledad o rodearse de gente “y eso no quiere decir que sea peor ni mejor”. Asimismo, refiere que es bueno disponer de un contexto social, pero si es deseado: “es importante que se respete lo que la persona necesita”.
“Es mejor ser un hombro en el que llorar que hablar por hablar. Si no sabes qué decir no digas nada y evita un: “ánimo, tú puedes” o “un clavo saca otro clavo” .... Cada ruptura es diferente y las estrategias de afrontamiento van a depender de la persona y la situación. Tampoco hay que olvidar buscar ayuda psicológica siempre que se necesite”, sostiene Márquez.
Según la psicóloga, da igual la época del año, aunque algunos estudios expliquen que, en verano, con días más largos, vacaciones y en contacto frecuente con otras personas en escenarios más desenfadados pueden darse momentos agradables y todas estas son variables que ayudan a distraerse de lo negativo que acaezca en la vida. “No obstante, ese trance depende de cuánto hemos amado y cuánto cuesta volver a recomponer nuestro pesar".