Mujeres de 'rodríguez' en agosto: "Ocupamos ya espacios de poder, son unas vacaciones de la familia"
Ni los esposos persiguen suecas ni las esposas son marujas controladoras. La realidad es hoy bien distinta
Dos directivas nos dibujan el nuevo patrón de las parejas en verano: ahora son ellas las que necesitan poner tierra de por medio; ayuda a conciliar
Lo que no ha cambiado es el comportamiento de la líbido, que hace que la infidelidad siga presente
La palabra 'rodríguez' regresa cada verano a nuestro vocabulario, más por socorrida que por el significado coloquial que sigue dándole la RAE: "hombre casado que se queda trabajando mientras su familia está fuera, normalmente de veraneo". Hace alusión a la película de los sesenta, 'El cálido verano del Sr. Rodríguez', de Pedro Lazaga, que popularizó el nombre y el fenómeno con aquel señor de bigote persiguiendo suecas con el sueño siempre roto -la moralidad de la época no daba para más- de echar una canita al aire. Pero España ha cambiado mucho desde entonces. Repasamos la evolución sociológica de este estereotipo.
Prototipo de una masculinidad ya superada
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Vinieron más películas, como 'Tres suecas para tres Rodríguez' o 'El turismo es un gran invento', y repitieron el mismo esquema de masculinidad: el varón como único sostén de la economía familiar y diferentes estándares morales para él en su vida sexual. Es decir, solo el marido tenía carta libre para ejercer su sexualidad fuera del matrimonio, con la única condición de guardar las apariencias sociales.
Alfonso Paso nos sirvió la misma idea en forma de comedia negra en 'Usted puede ser un asesino', que se estrenó en el Teatro de la Comedia de Madrid el 27 de mayo de 1958. "Llevo todo el año trabajando como un negro, tengo derecho a echar una cana al aire", justificaba su protagonista. El éxito, entonces, fue rotundo.
La mujer ocupa el poder fuera del hogar
¿Qué ha cambiado? "Todos los registros. Los códigos culturales, los derechos matrimoniales, nuestras vidas sexuales, la identidad masculina, los roles de género y el mundo de la economía. Hoy es difícil imaginar el desespero de un hombre que espera la llegada del verano para escapar del control de la esposa o a una esposa sometida a ese esquema tradicional", reflexiona María Victoria de Rojas, consultora, experta en liderazgo y autora de 'Protagonistas del management español'.
"La mujer ocupa ya puestos de poder y responsabilidad en todos los ámbitos de la vida, está en los órganos de gobierno de las empresas y dirige sus propios negocios. Este es el principal argumento contra la idea, afortunadamente extinta, de españoles frustrados aprovechando la única oportunidad de ser infiel a su pareja", añade.
En su opinión, la mujer tiene agendas suficientemente ocupadas todo el año y anhela también su tiempo de soledad estival. ¿Son ellas las nuevas 'rodríguez'? "Podemos llamarlo así porque el nombre es muy socorrido, aunque su simple mención provoque carcajada y hasta sospecha. Yo más bien diría que es la ocasión de aislarme casi absolutamente de todo", dice Eugenia, de 57 años.
Es una de las mujeres ejecutivas que tiene Repsol en sus oficinas de Madrid. En septiembre se enfrenta a un curso muy ambicioso y ha decidido tomarse una semana de agosto para trabajar y avanzar algunas cosas. El resto del mes quiere dedicarse a descansar en su casa de Villaviciosa de Odón (Madrid) aprovechando que su marido, de 62, disfrutará esos días en la Sierra de Gata, en Almería, con sus hijas, de 24 y 26 años.
La distancia es saludable
Su ejemplo es el reflejo de una sociedad adaptada a nuevas realidades. "Por una parte -asegura De Rojas- está el nuevo papel de la mujer en la vida social, económica y familiar. Por otra, el matrimonio ha dejado de ser esa cárcel que insinuaba Billy Wilder en 'La tentación vive arriba'. Era la década de los 50 y se justificaban las canas al aire del marido. Hoy sabemos que una convivencia para que sea exitosa debe tener en cuenta los gustos, necesidades y espacios particulares de cada una de las partes. La distancia temporal puede ser saludable para romper con la rutina y cederse ese espacio personal que deberíamos tener todos".
De Rojas, divorciada y con una hija, nos cuenta que durante el tiempo que duró su matrimonio fue importante saber respetar esa distancia prudencial y sana que ella y su exesposo hacían efectiva manteniendo aficiones, hábitos o amigos que no siempre eran comunes. "Negociar ese tiempo de separación, bien unos días aprovechando el verano, bien disfrutando de unas horas de ocio o actividades propias a lo largo del año, forma parte del amor y fortalece el vínculo. También ayuda a las mujeres a despegarse de sus tareas familiares para prosperar en sus profesiones o negocios", explica.
Quedarse de 'rodríguez' ayuda a conciliar
A Eugenia le hace reír la palabra rodríguez, aunque reconoce que le viene como anillo al dedo para hacer su particular reivindicación. "Aquellos estereotipos -señala- están definitivamente rotos, pero aún nos cuesta asumir que la conciliación incluye estos ratos de independencia, reflexión, soltura para no asumir ninguna obligación y el privilegio de no hacer absolutamente nada si eso es lo que te apetece. Son cosas por las que tenemos que pelear".
Si la pareja va bien, el reencuentro puede ser un acelerador sexual que dispare las ganas de momentos íntimos. Y si hay una situación de rigidez o tensión, es poco probable que mejore. De Rojas añade que, si no hay respeto, si no existe esa química, si se han perdido las ganas de compartir cosas o la pareja no te da confianza o deja de ser ese punto de apoyo y seguridad, lo habitual es tomar caminos separados definitivamente, no esperar al verano para echar canitas al aire. "Salvo excepciones, los matrimonios ya no aquellas uniones eternas que se mantenían incluso sin afecto", zanja.
¿Y si es Clint Eastwod quien llama a tu puerta?
Quedarse de rodríguez implica empatía, comunicación y confianza. Otra cosa es que acabe llamando a tu puerta un fotógrafo encantador de National Geographic, como le ocurrió a Francesca Johnson (Meryl Streep), en 'Los puentes de Madison', y ponga patas arriba tu vida emocional. Es una posibilidad nada desdeñable y desde Gleeden, la plataforma de encuentros extraconyugales, nos aportan algunos detalles. El 74% de los encuestados se queda solo en la ciudad, al menos durante algún día, para trabajar, y el 75% de ellos comete alguna infidelidad, bien utilizando plataformas como esta o buscando citas amorosas en sus salidas nocturnas o con personas que ya conoce, como compañeros o vecinos.
A fin de cuentas, el verano es lo que es. Cuando aprieta el calor, las hormonas sexuales se activan y encuentran en estos meses sus momentos de oro para ser infiel. Al menos eso dicen los españoles en la última encuesta de la plataforma mencionada. El 75% de sus usuarios -hombres y mujeres- declara que discute más; el 85% se siente irritable, el 40% opta por camas separadas y el 55% preferiría no ir de vacaciones con su pareja. Y a pesar de este panorama, confirman que sus libidos están en su punto más alto. Si le dan rienda suelta o no, es otro cantar, pero las condiciones para sacar los pies del tiesto no pueden ser más idóneas.