Cómo gestionar si no te caen bien los hijos de tu nueva pareja: “Es normal”
En el caso de una viudez, de la muerte de un progenitor, los hijos pueden ver la “sustitución” que como una amenaza.
Los expertos destacan que no es lo mismo interactuar con niños que con adolescentes o jóvenes
Los hijos ya tienen su lugar en la familia y la nueva pareja intentará hacerse un hueco, por esto pueden llegar a sentirse como invasores o rivales
Somos conscientes de que hoy en día están muy normalizadas las nuevas relaciones de pareja, algo que no exime de que el momento en el que un nuevo miembro entra a una familia ya asentada y con hijos adolescentes o mayores, suponga un desbarajuste para todos. Para alcanzar un término lo más positivo para todos, también hay que ceder en algunos puntos y no pretender que otros actúen del modo y en el momento que nosotros lo haríamos o querríamos.
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Lo más coherente es ir con tiento y contar que iniciar una nueva relación de pareja de una persona con hijos pueda iniciarse bien e ir encaminada con relativo acierto o, todo lo contrario, y claro es el ejemplo de la comedida reprobación que se dio por parte de los hijos, todos adultos, de Carlos Falcó (fallecido en 2020) por su última mujer. Como ellos, muchos otros. ¿Qué hacer en estos casos para no dinamitar la relación de pareja y la buena comunicación y confianza con los hijos?
Resulta ilógico no tener en cuenta la esperanza que pueden albergar los hijos en la reconciliación de sus padres y que les suponga un esfuerzo extremo integrar en el hogar a otro individuo como pareja del padre o la madre. “Llega alguien inesperado que genera desconfianza, intimida su modo de vida e irrumpe en el núcleo familiar”, afirma María Martínez Diez, psicóloga clínica y creadora del método 'Camino Kaizen'.
Como especifica la experta, la persona que llegue se une al adulto en una relación amorosa, pero también a lo que tiene consigo y: “Los hijos estaban ahí antes que tú. Ellos tienen su lugar y tú quieres hacerte un hueco, por lo que es normal que os veáis como invasores o rivales”, asevera la también autora de 'Vivir en modo Kaizen' (Alienta Editorial).
Luchas de poder, fricciones y límites
Es muy poco acertado hablar mal de la expareja, más aún si los hijos pueden escucharlo. Los afectos hacia el padre o madre que no está siguen ahí y no tratarlos con respeto puede entorpecer más la relación con los hijos. La profesional expresa que pueden llegar las fricciones cuando haya que dar un nuevo sitio al miembro que llega. “La situación se puede volver insoportable y dará lugar a luchas de poder”, apunta.
“Hay que dar un tiempo y espacio para los nuevos momentos que antes eran familiares. No hay que temer saber decir 'hasta aquí' sin esperar a que otro intervenga, algo que en ocasiones sucede, a causa de la frustración y el malestar”, resalta la psicóloga clínica.
Martínez señala que todas las relaciones se cultivan, entonces no hay que rendirse ni descartar el encontrar puntos en común con los hijos y a través de ellos, conseguir una afinidad. “Es necesario procurar ese cordial y amable ambiente donde se extingan las tiranteces, sin olvidar que el amor que lleguen a tener los chicos hacia la nueva pareja no será el mismo que tengan por su progenitor. No obstante, puede ser importante también”.
“Aunque los modelos clásicos de familia han cambiado, pese a que las nuevas familias reestructuradas existen y es algo normalizado, siguen produciéndose dificultades para cimentar la relación “nueva pareja-hijos”, destaca Paula Frejo Beltrán, psicóloga. “Enmarcando todo esto en la etapa compleja que suele suceder en los hijos (infancia o adolescencia), se alcanza el cóctel perfecto para que surjan algunas tensiones en la convivencia”, apostilla.
Como perfila la experta, no es obligatorio aceptar a los hijos de la pareja, ni estos a la nueva pareja, pero resultará óptimo construir un vínculo conveniente entre ellos. Y clarifica que: “no es lo mismo establecer ese lazo con una personita de 6 años que con un adolescente de 16 o un joven de 22. Las barreras que se construyan, la manera de interaccionar, son distintas”.
Por otra parte, también influye el grado o momento de aceptación de los hijos respecto al proceso de separación de sus progenitores. Si se trata de una viudez, de la muerte de su progenitor, pueden ver la “sustitución” como una amenaza.
No inmiscuirse
Frejo recomienda armarse de paciencia y procurar entablar lazos limpios y sólidos ya que seguramente los hijos sean lo más importante para el padre o la madre. La psicóloga indica que cada vez le resulta más frecuente encontrar en terapia, hijos que “ponen a prueba” al nuevo integrante, debilitando de esta manera la pareja y generando un malestar profundo en la relación. A la nueva pareja la insta a tener en cuenta algunas recomendaciones:
-Aproximarse a los gustos de los hijos de tu pareja, intenta conocerlos, pero sin atosigarlos y acepta cuando no esté de humor para hablar
-No inmiscuirse en la relación que tengan con sus padres: Esto incluye en lo respecto a su educación, ante todo, las normas las ponen sus padres, no tú, ya que no es tu cometido.
-Intentar no lograr el todo de primeras. En ocasiones, es mejor comenzar progresivamente a construir la relación que desplegar enseguida todo un repertorio de bondades que, quizás, pueden no ser apreciadas en un recién llegado.
“Establecer ciertos límites y hablarlos con la pareja, es la mejor opción, cuando, pese a las anteriores sugerencias, el distanciamiento no cesa y no existen mejoras, incluso la hostilidad se traduce en situaciones incómodas”, aconseja la experta.
Frejo evidencia que las tres partes deben expresar las dificultades que hacen que la convivencia no resulte satisfactoria y buscar soluciones. “Todos necesitáis vuestro proceso de adaptación y no sirve de nada presionar u obligar si no surge de una forma natural”.