"Vuelvo de vacaciones y quiero separarme": cuatro preguntas para saber si estoy tomando la mejor decisión

  • Cuando hay una mala relación de pareja, el verano funciona como un acelerador de conflictos que desemboca en un septiembre lleno de demandas de separaciones

  • Para la psiquiatra Alejandra González D'Huicque, la alta demanda de separaciones después de los meses de verano es fruto de una idealización del tiempo de ocio y de la vida de pareja

  • Pensar quién cede siempre, si nos sentimos queridos y cuidados, y qué se gana o qué se pierde ayudará a dilucidar la mejor opción

El mes de septiembre suele venir cargado de separaciones y demandas de divorcio. Lo cierto es que muchas de estas separaciones no se producen a causa de las vacaciones, probablemente es algo que lleva gestándose un tiempo, pero los terapeutas, como la psiquiatra Alejandra González D'Huicque (@psiquiatra_sobre_ruedas), sí confirman que el verano es una especie de catalizador: lleva a la máxima potencia las malas relaciones preexistentes.

Idealización

Para esta psiquiatra, la alta demanda de separaciones después de los meses de verano es fruto de una idealización del tiempo de ocio y de la vida de pareja. Creemos que en vacaciones no solo vamos a desconectar de las actividades diarias, sino que también van a cambiar nuestras relaciones personales. Pensamos que nuestra pareja va a cuidarnos más, va a priorizar la relación y vamos a poder disfrutarla. Pero lo cierto es que las dinámicas no cambian fácilmente: si a lo largo del año, el vínculo de pareja se ha descuidado y no ha habido una relación satisfactoria, es poco probable que en el tiempo de vacaciones las cosas vayan a cambiar.

En ese caso, los expertos aconsejan hacer un plan previo a las vacaciones en el que se contemplen estos objetivos si lo que queremos es mejorar la empatía y la solidaridad entre los miembros de la familia, una variable que pesa mucho en el tiempo de vacaciones. Tener una agenda también implica poder redirigirla si las cosas no están saliendo bien. Es importante chequear cómo lo estamos haciendo. La consecuencia de un mal verano en pareja es pensar en la separación. ¿Cómo hacer para saber si es una opción adecuada o no? La experta aconseja hacerse estas cuatro preguntas.

¿Estoy en una relación sana?

La gravedad del caso depende de la toxicidad de la relación o, visto de otra manera, de si es o no sana. Las parejas que gozan de buena salud tienen una relación entre iguales, no hay nadie que imponga por sistema su criterio, se basa en la confianza y en el respeto. Y, por supuesto, destilan amor a través de las palabras, los gestos y los hechos.

Piensa quién cede siempre ante determinadas situaciones, los gestos de cariño que os hayáis intercambiado en los últimos tiempos y el tono general de la relación. La clave es saber si uno se siente cuidado y querido.

¿Qué es lo mejor para cada uno?

Se trata de una pregunta de importancia capital. ¿Cada miembro de la pareja suma al otro o es una rémora? El mecanismo de cada relación es un entramado de sentimientos y circunstancias que guarda un equilibrio complejo. No es infrecuente que alguna parte de la pareja sacrifique una parte de su vida, personal o profesional para sacar adelante la relación y la estabilidad familiar.

Cuando asoma la sombra de divorcio, hay que plantearse qué se pierde y qué se gana desde todos los puntos de vista, incluido el familiar, algo muy importante cuando hay hijos. Pensar qué es realmente lo mejor para cada uno, y no solo en el corto plazo, disipa muchas opciones.

¿Qué necesito?

Vivir es evolucionar. No somos los mismos que hace 20 años porque las experiencias nos han ido moldeando y cómo nos hemos ido relacionando con ellas nos ha ido convirtiendo en personas diferentes. Las evoluciones dispares se esconden detrás de muchas separaciones. Probablemente, las necesidades que se tienen a los 50 no coinciden con las de los 30 años. El amor, además, cambia con los años. La pasión propia de los primeros momentos suele dar paso al amor incondicional de los compañeros de vida. Pero, a veces, estas fases no coinciden. ¿Lo que tienes es suficiente para ti? ¿Sientes que la persona en la que te has convertido no es compatible con tu pareja? Responder con sinceridad a esas preguntas ayuda a tomar decisiones.

¿Estoy dispuesto a ir a terapia?

Ponerse en manos profesionales es un gran paso del que hay que ser consciente. Como explica Alejandra González D'Huicque, la terapia de pareja suele tener dos objetivos: restituir el vínculo o suprimirlo. En cualquier opción, la cuestión es llevar a cabo la decisión de la manera menos dolorosa posible. La separación puede ser la salida lógica cuando la relación de pareja está muy deteriorada, pero no significa que deba hacerse de manera traumática. Cuando se ha vivido muchos años con una persona e, incluso, se ha creado una familia, mantener el respeto en los momentos finales de la convivencia pondrá las bases en la relación del futuro.