Las relaciones tóxicas comienzan en tu cerebro: "Se basan en patrones aprendidos en la infancia"
La coach de desarrollo personal Maïté Issa ahonda en por qué a nuestro cerebro le cuesta tanto desengancharse de una relación tóxica
El cerebro juega un papel importante en este tipo de relaciones y hay patrones a lo largo de nuestra vida que pueden favorecer que las vivamos
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Se habla mucho acerca de relaciones tóxicas y cómo nos afectan en nuestra vida de pareja, familia, trabajo y amigos, porque no solo exiten en el ámbito romántico. Sin embargo, hay bases psicológicas y neurobiológicas que es mejor conocer, para entender bien el proceso que te lleva a esas situaciones y cómo terminar con ellas. Pero más importante aún: hay que saber cómo actuar si te ves inmerso en este tipo de relaciones. La coach de desarrollo personal y autora de 'Tu éxito es inevitable', Maïté Issa, apunta que es justamente nuestro cerebro el que hace muy difícil desengancharse de las relaciones tóxicas y explica por qué.
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“Las relaciones tóxicas están construidas sobre la dependencia emocional y tienden a quedarse atascadas en experiencias negativas o destructivas. Algunas son más fáciles de detectar que otras, pero son igual de nocivas”, señala Issa. ¿Y cómo se detectan? Algunas emociones asociadas a las relaciones tóxicas son el dolor, desequilibrio, culpa, resentimiento, chantaje, humillación, manipulación y un círculo vicioso entre la herida y la retribución.
Lo más característico de este tipo de relaciones es la gran dificultad para cortar o escapar de ellas, aún cuando ya es evidente que causan malestar y generan problema en al menos una o, incluso, ambas personas.
¿Cuál es el papel del cerebro en una relación tóxica?
En cualquier relación el cerebro busca constantemente el estímulo de estos los como recompensa. No obstante, en una relación tóxica se alternan las respuestas positivas con las negativas, y por eso entran usualmente en un ciclo de recompensa-punición: los periodos de bienestar emocional se turnan con episodios de abusos. Con la interacción, estos altos y bajos se hacen más frecuentes y más intensos, entonces los períodos de felicidad son más placenteros y los conflictos son más agudos.
A menudo se relaciona la relación tóxica con estar 'enganchado' a una droga, y efectivamente funciona de manera muy parecida, involucrando hormonas de placer como la dopamina y generando una dependencia mayor hacia la persona que lo estimula para obtener recompensa.
Si lo vemos a través de un ejemplo en el campo amoroso, puede ser el caso de dos personas que comienzan una relación y tienen peleas eventuales por celos. Al poco tiempo, comienzan a generar voluntariamente situaciones que despierten la inseguridad del otro para volver a la dinámica de ira/angustia y confirmación/reconciliación. En breve esto se hace cada vez más frecuente y los abusos pasan a la violencia verbal o física.
El cerebro va a elegir a una relación tóxica que ya conoce, antes de aventurarse y conseguir una nueva que le reporte más estabilidad. Un ejemplo muy común de esto lo encontramos en relaciones laborales, cuando se genera una dependencia emocional hacia un jefe o superior que premia y castiga a un subordinado. Este abuso crece y puede afectar las demás áreas de su vida, pero la persona no deja el trabajo porque prefiere mantenerse en estado de supervivencia en un ambiente conocido y que, al menos, puede predecir.
¿Cuáles son los patrones que fomentan una relación tóxica?
Hay patrones que aprendimos en nuestra infancia o de nuestros cuidadores, y que repetimos a veces sin ser conscientes de ello. Muchos están relacionados con baja autoestima y con los conceptos de relaciones que hemos adoptado en nuestras experiencias.
Si en nuestros primeros años hemos presenciado abusos o relaciones inestables entre nuestros padres, que involucren conflictos, gritos y humillaciones, pues la tendencia que tendremos es a sentir que estas situaciones nos son familiares. Son una experiencia conocida y, por tanto, puede que sientas comodidad con parejas que te hagan revivir dinámicas en las que se alternan placer emocional y disgustos, y el cerebro las va a reconocer como seguras.
El cerebro tiende a normalizar lo que ya conoce, lo mismo cuando has presenciado o experimentado una relación de amistad en la que se hieren mutuamente, o en la que uno es abusador y el otro es abusado constantemente. En todas estas situaciones el factor común que puedes encontrar es una autoestima muy baja y un patrón que el cerebro se queda perpetuando, aunque la forma en la que lo repites no sea exactamente igual a la que has aprendido (casi nunca lo es).
¿Cómo cortar una relación tóxica?
Lo primero es observar y reconocer las señales de una relación tóxica, porque no siempre las dinámicas negativas son tan fáciles de detectar. A veces una pareja romántica o laboral, que en apariencia está perfectamente compenetrada, está atrapada en una codependencia emocional por la que no pueden actuar o desempeñarse bien el uno sin el otro.