"Me irrita todo de mi pareja tras muchos años juntos": ¿hay solución?
Una pareja de muchos años puede sentir el desgaste de su relación por los cambios que experimenten cada uno en su modo de ser o enfocar la vida o por la falta de comunicación
¿Cuál es la forma más conveniente de abordar lo que nos irrita de nuestra pareja?
“Será más útil centrarte en lo que sí depende de ti y no únicamente en todo lo que hace mal tu pareja”, exponen los expertos
Una relación amorosa comienza por las coincidencias en cómo se percibe la vida, por las ganas de compartir o tener un plan común, pero con el paso del tiempo uno puede plantearse qué quiere y lo que antes unía transformarse en una losa difícil de soportar. Los años de convivencia, ciertos comportamientos, la falta de comunicación y no ceder, suponen para los especialistas, trabas para que la relación fluya a la par y en calma.
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“Las irritaciones en la pareja pueden deberse, entre otros motivos, al agotamiento, la incompatibilidad o el estrés”, como comparten los profesionales en psicología, quienes, además, nos dan algunas recomendaciones para entender qué lleva a esa incomodidad en la pareja y si es posible reconducir la relación. A continuación, también descubrimos las historias personales de algunas parejas.
Los roces en la pareja
Si puede solucionarse o no, depende exclusivamente del dúo, lo que sí conocemos es que en 2022 se registraron 81.302 divorcios en nuestro país, según el Instituto Nacional de Estadística. El enlace de estos matrimonios se había mantenido de media 16,5 años, Asimismo, el 32,4 % de los divorcios tuvieron lugar tras 20 años de unión o más.
En cuanto a las causas que traen dificultades en la relación de pareja y pueden representar el remate de la relación, un artículo de Best Life señala que las más habituales son: los problemas de comunicación, el reparto no equitativo de las tareas domésticas, que los miembros de la pareja tengan metas diferentes, la desconexión emocional o las críticas a la pareja.
Planes que no coinciden
Pedro y Remedios llevan 30 años casados y están pasando un momento complicado en la pareja ya que sus ideas de futuro ya no concuerdan. “Nuestro pensamiento siempre era el de alquilar el piso en el que residimos cuando nos jubilásemos e irnos a la casa del pueblo. Pero ahora Pedro no quiere, creo que le han asesorado otras personas, nuevos amigos con los que ha empezado a quedar hace un par de años, y se plantea vender la casa”, explica la mujer de 58 años.
Como relata, siente a su marido menos receptivo a la hora de conversar, más distante y molesto cuando ella le pregunta los motivos de ese cambio de idea. “Frecuentemente hablábamos de ocuparnos en tareas de campo y tener nuestro propio jardín, pero parece que toda esta situación nos está pasando factura. Me siento frustrada y engañada”.
Charo, de 55 años, habla de su marido Ernesto con una sonrisa en la cara. Sin embargo, reacciona airada cuando se le pregunta si hace las tareas del hogar. “¿Tú qué crees? Siempre le dio igual y había que pedirle que me ayudase y con los años ha ido a menos y yo me he vuelto más maniática en muchas cosas”, expone.
La panadera confiesa que a él le gusta mucho hacer deporte y en ocasiones se va de viaje por negocios, algo que -como afirma- se ha convertido en una vía de escape a sus enfados e irritaciones.
“Hemos hablado con una terapeuta de parejas y nos ha dicho que nos falta conversación, buscar puntos en común y poner los dos de nuestra parte. Cuando se va prefiero desahogarme con mis amigas porque sé que no vamos a llegar a ningún acuerdo”, admite Charo.
Contribuir individualmente a mejorar algo
Ana Corral, psicóloga general sanitaria, refiere que la irritación puede tener muchos orígenes, como en: la falta de comunicación o una mala comunicación, donde existen faltas de respeto o no se abordan de forma clara los problemas, conflictos no resueltos, expectativas no cumplidas, la frustración, el estrés, la tensión acumulada, el sentimiento de injusticia (por ejemplo, en el reparto de tareas del hogar, en juzgarse constantemente...), el agotamiento, la incompatibilidad personal, los problemas individuales (económicos, de salud, en otras relaciones…).
La, también, terapeuta de parejas y sexóloga, indica que las parejas pueden adoptar diferentes modos de afrontarlo: comportarse como enemigos y no tenerse en cuenta, fusionarse como si fueran una única persona haciéndose totalmente dependientes o ser un equipo. “El modo más saludable de abordarlo es dos personas con un mundo individual que trabajan y cooperan por un proyecto común”.
Corral subraya que resulta significativo entender que una relación funcionará si las dos personas ponen de su parte. “Va a ser más útil centrarte en lo que sí depende de ti y no centrarte únicamente en todo lo que hace mal tu pareja”.
La experta recomienda individualmente:
- Aprender a detectar el malestar propio lo antes posible, dejando de generalizar y centrarse en los momentos concretos en los que se siente la irritación para poner en marcha estrategias de regulación emocional lo antes posible.
- Detectado el malestar, preguntarnos de dónde viene, ¿se basa en hechos objetivos o deriva de expectativas, exigencias o juicios personales?
- Fomentar la empatía: ¿Cómo vería la situación si sucediese a la inversa?
- Centrarse en lo que depende de uno. Analizar las reacciones personales y cómo uno se comunica con la pareja.
- Comunicarse con la pareja de manera clara pero respetuosa, algo que implica tener conversaciones incómodas y evitando ataques personales.
- Enfocarse en lo positivo y reforzar a la pareja los aspectos que se quieren mantener.
- Fortalecer el mundo individual y otros vínculos relevantes.
- Establecer límites y aplicar consecuencias en situaciones consideradas intolerables.
Posibilidad de reconectar con la pareja
Esta psicóloga desea recordar que la irritabilidad es uno de los síntomas más desconocidos y habituales en la depresión, en especial en los hombres, a quienes les supone una dificultad expresarse emocionalmente y tienden a aislarse socialmente.
“En muchos casos la irritación proviene de ser víctima de abusos, manipulaciones o malos tratos. En esos casos, el malestar es una reacción emocional totalmente natural a un entorno de violencia”, puntualiza la terapeuta de parejas. En estos casos aconseja pedir ayuda a la familia o a profesionales de la psicología.
Claudia Pradas, psicóloga general sanitaria, afirma que primero habría que cuestionarse si es TODO lo que nos irrita de nuestra pareja. “Para ese malestar las parejas pueden hallar una solución dependiendo de la dinámica y trayectoria de la relación. Tras mucho a la espalda es crucial aprender a detectar aquello que causa la molestia y renegociar las dinámicas”, evidencia.
La especialista en trauma y apego, autora de 'Todo saldrá bien' (Editorial Nube de Tinta, 2022) asevera que, si molesta no tener tiempo de calidad o existen quejas al hacer algo juntos, se puede trasladar el deseo de reconectar y expresas las sensaciones al respecto en lugar de explotar cuando se llega al límite.
Como añade, las personas evolucionan, ya sea en la relación o por cuenta propia: “Es posible que dicho cambio interno genere fracturas en tu pareja, con lo cual, es importante reevaluar la relación y valorar si es preciso generar nuevos emprendimientos o continuar con la vida por separado”.
Para Pradas, aunque se trate de una relación de largo recorrido, no hay que descartar separar los caminos, pero perfila que convendría hacerlo desde la calma y si es posible, probar primero con ayuda profesional, herramientas nuevas o actividades que puedan volver a enganchar a la pareja.