Cuidar a tu pareja enferma y enamorarte de otra persona: "El triángulo se hace perverso"
El amor puede surgir en los momentos más inesperados, incluso cuando la tragedia acecha: ¿cómo gestionarlo?
Lara Ferreiro, psicóloga y terapeuta de pareja: "La culpa se supera, aunque puede llevar años"
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"Cuando el amor llega así, de esta manera, uno no tiene la culpa". Casi todos recordamos este clásico interpretado a la manera de Julio Iglesias o los Gipsy Kings. Habla de algo hasta cierto punto natural: enamorarse puede tener algo de caprichoso y ocurrir en el momento más inoportuno o entre personas ya comprometidas.
Cuando, además del compromiso, hay una circunstancia adversa adicional, la cosa se complica. Imaginemos una pareja en la que uno de los miembros está gravemente enfermo y el otro se enamora de un tercero. Vivir entre la tristeza de la enfermedad y la alegría exultante de un nuevo amor es deslizarse por una montaña rusa de consecuencias imprevisibles. La crianza de los hijos es otro factor que suma incertidumbre a una relación marcada por la culpa, la tristeza y la pasión.
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Entre la culpa y la ira
Gestionar ese vaivén de emociones es todo menos fácil. "De lo que he visto en terapia es de los casos más complejos", asegura la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro. La experta identifica esta complejidad con la convivencia de sentimientos difícilmente conciliables: "El triángulo del amor se convierte en algo muy perverso. Por una parte, tú quieres a la madre o al padre de tus hijos porque, además, sabes que está sufriendo, pero te has enamorado de otra persona. Eso te genera muchísima culpabilidad, de una manera abrumadora. Si, además, se produce la muerte de ese ser querido, te invade muchísima tristeza y dolor. Una emoción dolorosa a un nivel muy profundo, sobre todo cuando hay hijos".
Los sentimientos encontrados no se dan solo en las diferentes partes del triángulo, sino tambien en uno mismo. "Hay mucha confusión emocional. Puede darse mucha crítica hacia uno mismo, pensar que se es mala persona por haberse enamorado de otra o de otro. Frente a eso, solo funciona la resiliencia, la resistencia psicológica, porque tienes que seguir luchando por tus hijos. También es frecuente que surja la ira hacia la vida y una situación -te han arrebatado a tu pareja- que consideras injusta", afirma la psicóloga.
Perdonarse a uno mismo
El sentimiento mayoritario que aflora en estas relaciones es el de culpa, una losa que pesa en las relaciones sentimentales y familiares al punto de ahogarlas. La angustia solo cesa cuando también cesa la culpa, ¿pero realmente puede superarse? "Sí, la culpa se supera, pero solo cuando se ha transitado el duelo, aunque este tipo de duelos son muy complejos, pueden durar años. Con los años aprendes a vivir con esa culpa y con el tiempo se minimiza, pero es difícil", admite la autora del best-seller 'Adicta a un gilipollas'.
La principal dificultad está en asumir esa realidad: "Primero, hay que aceptar que uno se siente culpable. Luego, tienes que aprender a contarte las cosas bien y, lo más importante, tiene que haber un perdón propio. La manera de hacerlo es darse cuenta de que no se elige esa situación, que uno no tiene la culpa de enamorarse de otra persona cuando tu pareja está enferma", señala la psicóloga.
La experta advierte de que, incluso con la culpa aceptada, es frecuente que a lo largo de los años surja en algunos momentos. ¿Qué se puede hacer entonces? "Para superar la culpa hay que vivir el presente", asegura la terapeuta.
Asumir nuevas perspectivas es otro recurso. Una de esas alternativas es pensar que la aparición de esa otra persona fue providencial para la familia, sobre todo cuando ha habido un fallecimiento y el padre o la madre ha desaparecido de la unidad familiar. En ese sentido, la nueva pareja puede, con el tiempo, reeditar, de alguna forma, la antigua vida de familia.
Desde el otro lado
La nueva pareja tiene mucho que decir en una relación triangular. Cómo vive la experiencia de la enfermedad del 'otro' y cómo sobrelleva el sufrimiento del ser querido es una experiencia que no todo el mundo puede soportar. Para Lara Ferreiro, hay matices: "Una persona enamorada lo aguanta todo, incluida la ambivalencia, el dolor y el sufrimiento. En los primeros momentos de la relación es especialmente duro porque ves a sufrir a la persona de la que te has enamorado y sabes que es muy difícil mantener esa historia. Hay que echar mano de cierta resiliencia y mucha resignación. Es inevitable que tenga también sentimientos de culpa e incertidumbre, pensamientos como '¿Dónde me he metido?'. Es una variedad de emociones y de desafíos de todas las partes implicadas muy complejo".
Para la experta, esa la tercera persona tiene que hacer gala de toda su compasión y toda su empatía para mantener la relación y enfrentarse a unos cuantos desafíos. "Cuando la persona enferma fallece y hay unos hijos, la sombra del cónyuge muerto es alargada y la crianza de esos hijos, todo un desafío", arguye la experta. Ferreiro explica que también puede aparecer un sentimiento de alivio que casi nadie reconoce: "Pocas personas lo dicen, pero la persona que cuida al enfermo siente alivio cuando su pareja fallece; sobre todo porque esa persona deja de sufrir".
Comunicar la nueva relación
Una vez que la relación ya puede vivirse sin obstáculos, queda otro escollo: comunicar al entorno la nueva situación. Eso tampo es fácil. "Si ha habido un fallecimiento, la situación vuelve a ser compleja. Hay gente que solo puede compartirlo con los años. Es un duelo que se vive de manera diferente porque piensan que el entorno puede criticar. Y ellos, a su vez, sienten mucha culpa. Pueden pensar, incluso, que no se merecen esa oportunidad para ser felices. El luto es doloroso, pero no hay castrarse porque entonces pasa a ser patológico", asegura la psicóloga.
Como recomendaciones de la experta, siempre es preferible no forzar el momento y saber detectar la oportunidad en la que la noticia va a ser bien acogida. "Hay que ver que el momento sea el adecuado y que la relación sea estable. También hay que prepararse las posibles preguntas de los hijos, la familia y los amigos", advierte Ferreiro para quien lo fundamental es estar seguros de la fortaleza del nuevo vínculo.