En 'Atracción fatal', Glenn Close intenta matar a Michael Douglas como si fuera una criatura de una película de terror. En 'Infiel', Diane Lane se arroja a los brazos de Olivier Martínez sin sospechar lo que se le viene encima. En un caso y en otro, los que mantienen una relación doble intentan dejar a su amante con resultados poco edificantes. Abandonar una relación infiel no es fácil para ninguna de las partes. La psicóloga Lara Ferreiro, autora del superventas 'Adicta a un gilipollas', un exhaustivo manual sobre relaciones tóxicas, dibuja el mapa de una relación de amantes cuando llega a su fase terminal.
La experta asegura que el fin de ese tipo de relaciones depende de si hay o no enamoramiento. "Muy poca gente corta con el amante. Cuando uno está muy enamorado, es muy difícil. Pensemos en el caso de Carlos de Inglaterra. Ahí quien manejaba los tiempos era Camila y ha terminado siendo la reina consorte. Este tipo de relaciones son 'boomerang' de ida y vuelta, aunque, por las circunstancias que sea, se tenga que volver al redil".
Según la psicóloga, casos como el de Carlos III son excepcionales: "Solo entre el 2 y el 3% de los hombres abandonan la mujer por su amante". Para la experta, querer dejar la relación entra dentro de lo habitual en estos casos. Son amores, en si mayoría, con fecha de caducidad.
¿Por qué se decide que hay que dejar al amante? "Hay muchísimas razones. El amante genera una serie de sensaciones que no genera la pareja: sexo, risa, buenos momentos... Pero ese ciclo dura unos seis meses", asegura Ferreiro.
La diferencia de compromiso entre las partes suele poner a la relación en el disparadero. "Normalmente, un miembro de la pareja está casado y el otro, no. El soltero empieza a ponerse exigente o esgrime chantajes o amenazas: "Voy a llamar a tu mujer y se lo voy a contar todo", por ejemplo", explica esta terapeuta de pareja.
Paradójicamente, el arrepentimiento no forma parte de la ecuación que lleva a querer la ruptura. "Lo normal es que no haya ni remordimiento ni sentimento de culpa, sino una simple reacción a las amenazas por parte del amante. O bien, sencillamente, se ha aburrido de esa persona. El remordimiento puede existir, pero no es la causa principal", asevera la experta, quien establece otras razones para querer dejar la relación:
"Lo primero es aclararse. Antes de dar ningún paso, hay que pensar "¿Soy feliz con mi pareja?". Hay que pensar si sabemos realmente lo que queremos y buscar el origen de qué nos llevó a tener un amante", afirma la psicóloga.
Una vez definido el objetivo, el siguiente paso es pasar a la acción, pensando meticulosamente qué podemos hacer para hacer el menor daño posible a la otra parte. "Hay que trazar un plan de ruptura en el que comuniquemos que queremos apostar por la otra relación. En esa conversación hay que tratar bien la autoestima de esa persona, pero hay que ser contundente y decir claramente que hay que acabar con la relación. También hay que tener claro cómo, cuándo y dónde se va comunicar. Es importante fijar una fecha y quedar en un espacio neutral. Y, sobre todo, ser muy muy honesto. Si hay contacto laboral, es mejor evitarlo. Incluso hay personas que se cambian de trabajo", asegura la experta, que también recomienda mantener 'contaco cero' con el que una vez fue amante: "Si se corta la relación, se corta. No hay que felicitarse los cumpleaños o las navidades".
A veces, no hay que llegar a la ruptura explícita. Basta con percibir las señales de que la relación ha entrado en fase terminal. Para Ferreiro, las señales inequívocas son las siguientes:
En general, cuando es patente que la calidad de la relación empeora y la confianza se pierde (por ejemplo, cuando se ponen falsas excusas), el vínculo está deteriorado.
Como en cualquier terremoto emocional, superar estas ruptura exige pasar un duelo. "Del shock inicial a la tristeza, la ira y, finalmente, el aprendizaje. Siempre termina saliendo el sol, pero, hasta que llegue ese momento, hay que recurrir a ciertas dinámicas", señala Lara Ferreiro. ¿Cuáles son esas dinámicas?