En estos días los medios desmenuzan la OPA hostil que el BBVA ha lanzado sobre el Banco Sabadell. Se trata de una operación de compra realizada por una empresa para adquirir una cantidad significativa de acciones de otra empresa sin el consentimiento previo y contra la voluntad de la junta directiva de la empresa que se quiere comprar.
Aunque parece un concepto estrictamente financiero, si lo pensamos bien, veremos que el día a día está plagado de OPAs hostiles de mayor o menor calado. La mayor parte de las relaciones personales se basan en vínculos de poder basados en un sistema de jerarquías: el maestro ejerce un tipo de poder sobre el alumnno como lo hace el jefe con el empleado.
En la familia, existe una jerarquía evidente de padres hacia hijos, pero también se dan otras más sutiles entre los amigos y, especialmente, en la pareja, donde hay más OPAs hostiles de las que parece. "Hay muchísimas, no nos lo podemos imaginar", confirma Lara Ferreiro, psicóloga de la aplicación de citas Ashley Madison, quien tiene una idea muy clara de en qué consiste: "Las OPAs hostiles en la pareja se dan cuando uno de sus miembros intenta manipular a la otra parte en contra de sus deseos, sin su participación y, a veces, sin que lo sepa. En estos casos, hay un control excesivo, un cierto aislamiento y una forma de abuso".
La experta pone el acento en la manera en que se ejerce el poder dentro de la pareja porque hacerlo de manera justa, sin caer en abusos, es una tarea muy compleja, que requiere sensibilidad y empatía. Por ello, es importante saber cuándo estamos expresando un deseo legítimo y logramos un consenso real, y cuándo estamos obligando a la otra parte a hacer algo que no quiere. Si esto ocurre de manera habitual, estaríamos viviendo una relación asimétrica.
"En las relaciones asimétricas siempre hay una figura dominante y otra dominada", explica Ferreiro. Entre los indicios de que estamos ante una relación asimétrica, la falta de conexión de la pareja es lo más evidente, pero hay señales más profundas. "Cuando uno de los dos no atiende a las llamadas de atención o apoyo del otro, invalida sus emociones, hay una falta de comunicación y se toman decisiones de manera unilateral, hay un desequilibrio de poder. Siempre que hay un control excesivo, lo que yo llamo la 'pareja helicóptero', que controla las redes sociales, las amistades, la vida social o hasta la apariencia física, está habiendo cierto abuso de poder", asegura la experta.
Otra señal clara de asimetría es la dependencia y el reparto desigual de las tareas: "Si un miembro de la pareja depende del otro, sobre todo desde el punto de vista económico o emocional, llegando a veces a la adicción, y hay un desequilibrio en la carga de trabajo (normalmente, las mujeres asumen más cosas), esa relación no es igualitaria".
Pero donde la asimetría tiene su peor efecto es en la falta de respeto. "Si se invalidan los sentimientos y se incurre en algún tipo de violencia, ya sea física, verbal, emocional o sexual, se está ante una relación claramente asimétrica y hostil, cuando no directamente tóxica, algo que en consulta veo que está creciendo. En ese punto es importante buscar apoyo, tanto familiar como profesional", advierte Ferreiro, quien comparte otra clave: "La pregunta que tenemos que hacernos para saber si estamos en una relación igualitaria o no es si podemos decidir lo que queremos o siempre estamos cediendo. En el fondo, es fácil darse cuenta: basta con pensar cómo nos hace sentir nuestra pareja".
Además de las señales descritas, una estrategia habitual de las relaciones hostiles es practicar la ley del silencio o la ley de hielo. "El tratamiento del silencio es muy habitual en este tipo de vínculos. Es una técnica de abuso emocional que consiste en no hablar o no responder a la pareja. Es una manera de castigar a una persona con una actitud helada para que crea que ha hecho algo malo. La otra parte suele sentirse insegura y ansiosa", señala experta.
Otra estrategia habitual es la del "agua fría y agua caliente. Lo que se está haciendo es un refuerzo intermitente: un día tu pareja pasa de ti y otro día está super cariñosa. Eso es muy tóxico porque lo que nos están haciendo es que nos enganchemos a buscar la recompensa positiva", explica la psicóloga. Los silencios prolongados, el desinterés (esas respuestas monosilábicas), hacerle al otro 'luz de gas' o desaparecer sin dar explicaciones -el famoso 'ghosting'- son otras estrategias de hostilidad.
El objetivo final de todas es el aislamiento. "Pueden incluso empezar a criticar a la familia para que la relación se haga menos frecuente y se acabe estando más solo. El afán de control también llega al círculo de amistades, con amenazas más o menos veladas: 'Si sales con estos amigos, yo haré esta otra cosa'. Buscan a través del conflicto crear un ambiente de miedo para lograr sus objetivos. Son relaciones en las que no se puede ser uno mismo", advierte la psicóloga.
¿Se puede escapar de una situación así? Lara Ferreiro es contundente en este punto. "Lo primero que hay que saber es a qué perfil nos enfrentamos. ¿Quién nos está haciendo esa OPA? Si es un psicópata narcisista, es imposible poner coto. Eso es algo incurable: no sienten empatía ni culpa ni hacen razonamientos morales. Tienen la corteza prefrontal del cerebro alterada y también el giro cingulado -dos partes involucradas con la autoconciencia-. No van a poder cambiar de ninguna de las maneras".
Si no estamos ante esos perfiles, hay que intentar revertir la dinámica. Para lograrlo, la experta comparte cinco pautas:
Burlar una relación de este tipo es básico para la salud mental y emocional. "Las consecuencias de vivir una relación hostil son horribles. Las víctimas se sienten completamente anuladas, sienten que no son válidas y su autoestima está muy dañada porque las estrategias de manipulación hacen que se pierda confianza en uno mismo. También es frecuente que haya depresión, sentimientos de impotencia o falta ilusión. Debajo de la depresión, hay muchísima rabia y muchísima ira porque sientes que alguien está vulnerando tus derechos. También se vive inmerso en el miedo y la tensión de no vivir seguro ante las reacciones desproporcionadas de la pareja. Lo más probable es que esa persona desarrolle un trastorno de estrés post-traumático, con síntomas como no poder dormir, sufrir pesadillas, estar hipervigilantes o desarrollar, incluso, algún trastorno obsesivo-compulsivo, además de problemas de salud física originados por un cortisol por las nubes. ¿Consecuencias? Dolor de cabeza o problemas gastrointestinales como el síndrome del intestino irritable o la enfermedad de Crohn", concluye la experta.