Enfadarse no está mal. La psicología moderna nos ha enseñado que la ira, el motor del enfado, es una emoción funcional. O lo que es lo mismo, cumple una función necesaria, normalmente la de una reparación frente a algo que consideramos desproporcionado o injusto.
Sin embargo, dentro del ámbito de la pareja, enfadarse no tiene el mismo sentido. Muchas discrepancias aparecen en el momento menos pensado y pueden surgir por diferentes motivos.
Existen las discusiones externas, cuando algo de manera involuntaria no sale como esperábamos y tenemos alguna responsabilidad. En ese caso, cuando se habla y se entiende qué ha ocurrido, lo más normal es pasar página con la enseñanza aprendida.
El otro caso habitual son las discrepancias internas, los desacuerdos que surgen por hechos del pasado que siguen siendo incómodos o dolorosos, o bien por situaciones inconclusas que generan incertidumbre, desconfianza o rabia. Esas son el tipo de discusiones que van minando la pareja.
En uno y otro caso, cuando el conflicto aparece conviene solventarlo sin esperar a que se enquiste. Algunos psicólogos insisten en que hay que intentar que la discusión nunca esté 'viva' más de un día para que no genere rencor. Sabido esto, ¿cómo podemos 'desenfadarnos' de manera efectiva? Lo primero que tenemos que hacer es ser asertivos: exponer de manera respetuosa y clara lo que necesitamos y esperamos de una situación, pensando al mismo tiempo lo que es razonable plantear para la pareja.
Nueve tips de experto para desenfadarse
Como explica la coach y mentora Sonia Díaz Rois, especialista en Eneagrama y Gestión de la ira, incluso en su versión más iracunda, el enfado necesita atención y ser escuchado. Si no es posible en pleno estallido, hay que prestarle atención para gestionarlo adecuadamente y que se sienta comprendido. No vale esconderlo en el armario o debajo de la alfombra porque siempre terminará apareciendo. Y, normalmente, en el momento menos oportuno. ¿Qué recomiendan los expertos para 'desenfadarse'?
Habla desde tu punto de vista. Empieza las frases por "Yo..." en lugar de usar “Tú…”. Es conveniente comunicar lo que se necesita antes que iniciar una conversación acusando o mostrando directamente una queja.
Expresa la emoción que sientes. Por ejemplo: "Me siento triste, me siento enfadado, decepcionado...". De este modo, buscas la adhesión de la otra parte. Los antiguos llamaban a esto 'captatio benevolentia", captar la benevolencia del otro.
Empatiza con tu pareja. Ponte en su lugar y haz lo posible por comprender su punto de vista.
Arma una solución. Evita caer en la queja y opta por buscar una alternativa, algo que pueda mejorar esa conducta o situación. Compartir los beneficios que se darán para ambas partes será clave para lograr articular esa solución.
Cuida las palabras. Haz todo lo posible para que tu lenguaje sea amable y respetuoso.
Cuida el lenguaje no verbal. Recuerda prestar atención a tu mirada, tus gestos, tu postura corporal y también el tono de voz con el que hablas, el volumen y la velocidad. Cuando estamos menos serenos, tendemos a hablar más rápido y más alto.
Pregúntate si es un buen momento. Si no lo tienes claro, evita comunicarte por escrito o vía online. Si se trata de algo importante, siempre y cuando sea posible, mejor en persona.
Evita llegar a la discusión. Prevenir el conflicto es fundamental. Cuando se vea que algo que causa incomodidad empieza a ser recurrente, háblalo con tu pareja de manera serena.
No olvides que hablas con tu pareja. No somos jueces de la vida de nadie. Si se ha producido alguna discrepancia, seguramente no ha sido intencionada. Por otra parte, nadie es perfecto. Discutir está en la dinámica de la vida. La clave es repetarse, no perder los papeles y saber que, detrás de algún posible desencuentre, está la mujer o el hombre con el que hemos decidido compartir nuestra vida.