Guerra y paz: la fórmula 5-1 para saber si eres feliz con tu pareja
El conflicto es inherente a vivir en pareja, pero la manera de gestionarlo es lo que establece la diferencia entre ser felices o pensar en la separación
Los psicólogos John Gottman y Robert Levenson han dado con la proporción perfecta de interacciones para solventar cualquier conflicto matrimonial
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Ya sea por temas puramente domésticos, familiares o emocionales, el conflicto es inevitable en cualquier pareja y en cualquier matrimonio. Todos lo sabemos, pero no todos sabemos qué sucede para que las discrepancias sean insoportables o algo sin importancia. Ahí, en la decisión de qué etiqueta aplicamos -lo que podemos soportar y lo que no-, está la clave de una unión feliz.
El psicólogo John Gottman han dedicado su vida a estudiar la diferencia entre las parejas felices o infelices. En los años 70, el propio Gottman y otro psicólogo, Robert Levenson, empezaron a hacer estudios longitudinales de las dinámicas entre hombres y mujeres. El método consistía en pedirles que resolvieran un conflicto en 15 minutos, un cuarto de hora debía bastar para solventar las diferencias. Durante nueve años se dedicaron a estudiar la información recopilada en cientos de cintas de vídeo. A través de esas imágenes, lograron predecir con un porcentaje de acierto del 90% qué parejas iban a seguir juntas y cuáles terminarían separadas. Una vez descubierto, saber por qué un vínculo es sólido resulta sencillo.
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La proporción mágica matrimonial
En la naturaleza y en el arte existe la proporción áurea, también llamada razón áurea, número áureo, número fi, número dorado, sección áurea o divina proporción. Se trata de un número irracional (1,618) descubierto en la Antigüedad que señala el vínculo que existe entre dos segmentos pertenecientes a una misma recta. La proporción aúrea está asociada a la armonía; para muchos, es la fórmula matemática de la belleza.
Lo novedoso es que Gottman y Levenson lograron descubrir esta proporción o ratio aúreo en el mundo de la pareja. Su conclusión fue que la diferencia entre las parejas felices e infelices es el balance de las interacciones positivas y negativas durante un conflicto.
¿Cuál es esta proporción aúrea del matrimonio? Para estos expertos, 5 a 1. Esto significa que por cada interacción negativa en una discusión, una pareja estable y feliz realiza al menos cinco interacciones positivas. Los psicólogos explican que en una discusión es importante mantener un respeto mínima. Cuando hay una escalada de violencia verbal o gestual, la supervivencia del vínculo queda en entredicho.
¿Qué se considera una interacción negativa?
Para Gottman, las interacciones negativas que pueden predecir un divorcio son los sentimientos de soledad y aislamiento. Curiosamente, la ira no tiene que por qué ser negativa. Sentir ira en una discusión es lo que nos impulsa a cambiar algo que consideramos injusto. En ese momento, es lógica y necesaria. ¿Cuándo es letal? Cuando incluye una crítica dolorosa o está presente en toda la relación, más allá de las desavenencias normales.
Las miradas hostiles, los gestos o el lenguaje agresivo son otras formas de expresar la negatividad. Las parejas felices también experimentan estos niveles de agresión, pero la clave es que consiguen neutralizarlos con otros gestos que muestran empatía y validación hacia los sentimientos de la otra parte.
Las cinco interacciones positivas
Las parejas de larga duración gestionan el conflicto de manera diferente a las que se separan. Cuando hay un vínculo fuerte y estable, las discusiones son más amables y la reparación ante una posible ofensa es rápida y efectiva porque este tipo de parejas siempre miran al futuro. Priorizan lo positivo de su relación y restan importancia a todo lo que pueda perjudicar su intimidad.
Para lograrlo, los investigadores establecen estas cinco interacciones positivas:
- Mostrar interés. Cuando nuestra pareja se queja de algo, ¿le escuchamos? ¿Realmente estamos dispuestos a entender qué le perturba o fingimos estar presentes? Interesarse implica dejar de hacer lo que estemos haciendo (no se contesta al whatsapp cuando nos comparten algo de interés), escuchar de manera activa y mostrar que estamos dando tiempo y espacio a ese momento. Es decir, se trata de responder si nos preguntan, de estar atentos y de mostrar algún gesto de cariño.
- Expresar cariño. No es una equivocación. Repetimos la palabra y el concepto: "cariño". Aunque esteis discutiendo, estais ahí porque os queréis y habéis construido algo en común. En una discusión conviene no olvidarlo y mostrar algún gesto cariñoso. Seguramente, la conversación es incómoda para los dos. Reconocerlo y reconocer que hay un vínculo más fuerte que la discrepancia es la mejor interacción positiva.
- Hacer ver al otro que nos importa. En una pareja o en un matrimonio, las cosas que no parecen importantes importan. Hacer eso que sabemos que es importante para la persona con la que vivimos dice mucho de nuestro nivel de compromiso. A veces, no son grandes decisiones, solo cambiar un hábito que resulta inconveniente o tener un detalle que va a alegrarle el día. Cada persona sabe qué le gusta o hace feliz a su pareja. O así debería ser...
- Buscar motivos de admiración. Lo que pensamos de verdad sobre nuestra pareja influye en la relación. Poner el foco en los buenos momentos y en lo positivo del vínculo es el antídoto de la negatividad. La admiración se construye día a día reconociendo los logros y valorando lo bueno de cada momento, por pequeño que sea. No escatimemos en piropos: son el pegamento del matrimonio.
- Saber empatizar y disculparse (mejor con humor). La empatía es la forma más profunda de conexión humana. Podemos mostrarla a través del lenguaje no verbal, con una simple mirada o un abrazo, o de manera explícita con frases en las que reconocemos el problema o, incluso, nos disculpamos. Una disculpa sincera no es una rendición, sino la manera de mostrar cuánto nos importa el otro. Pedir perdón no tiene por qué ser humillante (y si lo sentimos así, algo está fallando), pero si resulta incómodo, nada como tirar de humor. Las bromas compartidas, las risas y todo lo que resulta gracioso baja la temperatura del conflicto. La única precaución es que el humor nunca falte al respeto del otro y que siga abonando el cariño.