Cuarentena y matrimonio: historia de una revolución
La cuarentena a causa de la crisis por coronavirus ha dado la vuelta a nuestro ritmo de vida, dominado por la hiperproductividad y el no parar por casa. Hablamos con varias parejas sobre cómo están llevando esta convivencia intensiva
"Si todo sigue como hasta ahora, la relación no se va a ver afectada sino reforzada por saber que somos capaces de estar todo este tiempo juntos y en estas circunstancias sin que haya problema", cuenta José María (51), directivo
"Juan y yo nos relajamos hablando entre los dos. Comentamos lo que está pasando e intentamos ver menos noticias que al principio para protegernos de tanta intoxicación informativa (...) Nos relajamos el uno al otro", Ana (55), profesora universitaria
Los primeros días de aislamiento en casa durante la pandemia trajeron una oleada de memes. Muchos rollos de papel higiénico e infinitas bromas bastante previsibles sobre el destino final de las parejas confinadas: coronaboom o covidivorcio. Las noticias que llegaban de China casi como profecías vaticinaban más bien lo segundo: en la ciudad de Xi'an se habría alcanzado un pico de divorcios en cuanto la cuarentena llegó a su fin. Según contaba un trabajador del registro matrimonial de la localidad a Global Times, desde que la oficina abrieran de nuevo a principios de marzo habían alcanzado el máximo de citas para el procedimiento (14 por jornada) hasta dos días, y el cupo de estas estaba cubierto para las próximas dos semanas. Aunque el propio trabajador advertía que, más allá de las diferencias amplificadas por la situación de aislamiento, el aumento podía deberse en realidad al retraso en la gestión de estas solicitudes durante el mes de cierre.
Con el paso de los días, mientras leemos las noticias sobre cómo avanza la crisis del coronavirus en Reino Unido o Estados Unidos con esa sensación continua de regresión al pasado -apenas hace cuatro días que The New York Times hacía su primera mención al covidivorce-, aquí ya afrontamos la tercera semana oficial en estado de alarma y las parejas andan acostumbrándose a esta nueva realidad. El tiempo juntos que habitualmente escasea se ha multiplicado y las rutinas, 100% de interior, asisten a un cambio revolucionario que se traduce en positivo en muchos casos. ¿Qué está pasando?
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Juntos 24 horas: los efectos
"Nuestro día a día se han modificado completamente", cuenta José María (51), directivo de una multinacional de organización de eventos que lleva ocho años de relación, dos de ellos casado, con María del Mar (51). "Yo viajo continuamente por trabajo -el anuncio de posible cuarentena me pilló en Colombia y tuve que volver en tiempo récord- y ella trabaja en un banco. Ahora estamos los dos en casa todo el día, afortunadamente, pudiendo teletrabajar cada uno desde una habitación. Pero desayunamos y comemos juntos y nos visitamos en nuestros 'despachos', cosa que antes era imposible".
La idea de la convivencia intensiva ha disparado las alarmas en muchos casos, quizás alimentada por las cifras que aluden a ese repunte de los divorcios que tradicionalmente se da tras las vacaciones de verano -en España aumentaron un 28% tras estas fechas en 2013, según el INE-. Y el clima de tristeza, tensión e incertidumbre a causa de la pandemia también potencia que se disparen los ánimos y el malestar. Pero como apunta la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro a Uppers, en el ámbito de la pareja esta convivencia 24 horas al día funciona como un mero amplificador del estado previo en el que estaba la relación: "Va a magnificar lo que no funciona, lo tóxico y lo dañino [por eso estos días resulta vital tomar medidas específicas para proteger a las víctimas de violencia machista]. Pero si estáis bien y puedes estar con él o con ella, se tratará de tiempo de calidad. Puede traer incluso avances en la pareja".
Lorena (42) y Fran (41), que llevan cinco años juntos y casi dos de convivencia, lo afrontan con naturalidad y sin dramas. "Yo no noto tanta diferencia con cómo nos organizábamos antes", cuenta Lorena. Ella es abogada y está teletrabajando desde casa. Fran, que trabaja en un museo, no puede acudir a su puesto. "Nos repartimos el tiempo más o menos igual: yo hago mi jornada, preparamos la comida juntos, y por la tarde cada uno dedica un rato a sus cosas, como siempre: yo inglés y algo de ejercicio, él toca la guitarra, pinta o se pone con sus cosas creativas". "Nos peleamos exactamente lo mismo que antes", bromean ambos.
A la hora de afrontar este aislamiento "las expectativas son clave", cuenta a Uppers Carme Sánchez, psicóloga clínica y sexóloga del Instituto de Urología Serrate & Ribal. "No es lo mismo planteárselo como 'vaya rollo, qué vamos a hacer tanto tiempo juntos', que 'mira qué bien, aprovechamos que nunca nos vemos'. Manteniéndose siempre realistas respecto a las dificultades y la situación excepcional pero también intentando ser optimistas y viendo cómo lo podemos aprovechar", recomienda. En este sentido, Fran y Lorena se reconocen privilegiados: "Nosotros estamos aquí en el monte y, aunque la casa es pequeña, nos repartimos el espacio para no coincidir todo el tiempo en el mismo sitio, además tenemos un patio al que salir".
Nuevas rutinas y reparto de tareas
En el caso de Yolanda (49) y Jesús (51), el aislamiento ha traído cambios significativos. Ambos son funcionarios, llevan 33 años juntos y son padres de dos niños, de 18 y 14 años. Sus mañanas las dedican al trabajo en oficina, que han readaptado al teletrabajo aunque con menos volumen de tareas, y las tardes ahora las tienen libres. "Antes, cuando llegábamos a las tres, había muchas cosas que hacer: casa, lavadoras, gimnasio, llevar a los niños a inglés… Una cosa detrás de otra sin tiempo para parar", cuenta Yolanda. Ahora las dedican a hacer cosas en familia o en pareja. "El otro día, por ejemplo, mi marido y yo 'nos fuimos al cine'. Tenemos una pérgola en la terraza con un proyector y vimos una película mientras los niños se quedaban en su habitación hablando con sus amigos". Una iniciativa que las dos expertas consultadas recomiendan: es importante reservar un tiempo de ocio para hacer cosas juntos. Y también para hacerlas cada uno solo: "Aunque el espacio sea pequeño, hay que tratar de buscar momentos de intimidad, que puede ser incluso algo como darse una ducha o un momento de relajación haciendo algo de deporte", cuenta Carme Sánchez.
"Por mi condición feminista siempre he pensado que es importante tener espacios propios y comunes. Y tenemos la suerte de tener una casa grande que nos los permite (aunque a veces es malo porque la propia casa marca la distancia)", cuenta Ana (55), profesora universitaria. Lleva 25 años con Juan (53), músico, están casados por lo civil y tienen un hijo de 18 años. "Estos días nos hemos reorganizado. Antes venía una persona a limpiar dos veces en semana y ahora lo hacemos entre los tres. Juan cocina como siempre, mi hijo se implica mucho más y yo estos días puedo hacer menos porque estoy con la mano inmovilizada. Pero hay más armonía en casa". Si esa organización no surge de manera natural entre los miembros de la familia, la psicóloga Lara Ferreiro insiste en la importancia de pautarla: "Es muy importante negociar las tareas y la planificación de actividades de manera equitativa. Que queden pactadas de la manera más clara y concisa posible".
La pareja como bálsamo
Sin obviar todas las situaciones complejas que esta crisis sanitaria y el parón económico están provocando en tantos hogares, y precisamente a causa de ellas, las expertas recomiendan ver la convivencia y al otro como un refugio y espacio de cuidados mutuos en vez de como posible fuente de conflicto -esa idea que sin embargo se perpetúa a través de tantos chistes cuñados que se cuelan estos días en nuestras redes-. "Hoy me ha llegado por WhatsApp ese de: 'dice mi mujer que me vaya a la calle que ella paga la multa', cuenta Lara Ferreiro. "Como pareja es importante dedicarse un momento al día o un rato a la semana colgando si hace falta el cartelito de 'no molestar'. Las parejas necesitan intimidad, no solo sexo: compartir emociones y lo que nos preocupa. Más durante estos días y más aún si el otro está en un trabajo que lo expone más al riesgo, como los cajeros, sanitarios, transportistas… O lo está padeciendo directamente de algún modo", apunta la sexóloga Carme Sánchez.
"Juan y yo nos relajamos hablando entre los dos. Comentamos lo que está pasando e intentamos ver menos noticias que al principio para protegernos de tanta intoxicación informativa. Sabemos que somos privilegiados en ese sentido y que mi sueldo -él es autónomo- está ahí, que nuestra familia está bien. Y aunque algunos amigos están ingresando en el hospital, procuramos calmarnos el uno al otro", cuenta Ana.
"Es muy pronto para generalizar con eso de que esto pueda provocar una oleada de divorcios", cuenta Sylvia Moya desde su experiencia como abogada de familia y especializada en divorcios. "He tenido alguna llamada informándose acerca del procedimiento estos días pero lo primero que me han comentado es que el motivo no estaba relacionado con esta circunstancia de aislamiento, sino que ya se lo venían planteando. Lo que sí es más factible es que esta situación precipite una decisión que se iba a tomar de cualquier modo solo que más adelante. Quien se quiere divorciar habitualmente es porque hay un problema que estaba ya de base en la relación. Cosas y problemas que, metidos en la rutina, a veces se han ido aplazando o dejando pasar", explica a Uppers.
"Si todo sigue como hasta ahora, la relación no se va a ver afectada, sino reforzada por saber que somos capaces de estar todo este tiempo juntos y en estas circunstancias sin que haya problema", reflexiona José María. "Como yo paso tanto tiempo fuera, cuando María del Mar y yo estamos juntos disfrutamos mucho y nos gusta hacer cosas en compañía. Según mi experiencia creo que lo importante para sobrellevar esta situación extraña es mantenerse ocupado cada uno y darle espacio al otro".