La pareja abierta se ha puesto de moda. Cada vez más famosos se posicionan a favor o en contra de esta opción. Para algunos, se trata de un nuevo modelo de convivencia. Para otros, de la enésima reformulación de la infidelidad de toda la vida. En Uppers hemos tratado el tema en varias ocasiones. Sabemos así que casi la mitad de los millennials está dispuesto a probarla y que una cuarta de los boomers, los que conforman la generación upper, también estarían dispuestos a experimentarla, según un informe de la agencia de contactos Ashley Madison.
Ahora queremos hablar de ello desde el punto de vista de la tercera persona, entendiendo que esta persona no es solo la que se suma a la relación estable sino la que, por distintas circunstancias, se puede ver atrapada en esta geometría amorosa. La psicóloga Lara Ferreiro es la experta que nos ayuda a establecer los límites de esta nueva forma de relación.
La primera cuestión es saber si todo el mundo acepta de buen grado ser 'el otro' en una pareja que ya tiene establecidos sus vínculos. En la teoría todo es fácil; de hecho, hay hasta reglas que rigen la pareja abierta. En la práctica es más complejo. "Muchos empiezan como un juego, pero la realidad es que la oxitocina, que es la hormona del amor y el vínculo, acaba enganchado dando lugar a conflictos y celos. Las emociones son dinámicas. Una cosa es la racionalidad y la teoría, pensar que uno lo puede manejar aunque sea el tercero, y otra cosa es la realidad. Somos posesivos por definición, somos seres sociales. Lo normal es que aparezcan conflictos y celos que hay que saber gestionar. A veces se llegan a estados de enamoramiento que requieren exclusividad", señala Ferreiro.
En algunas ocasiones, la pareja abierta implica una ambigüedad que puede ser perjudicial para la tercera persona, esa que no sabe que está jugando un rol en esa pareja. En ese caso, puede haber situaciones de riesgo "En terapia he visto algunas personas traumatizadas. Han visto cómo se convertían en el objeto de la obsesión de alguien, aun sabiendo que eran las terceras personas", explica esta psicóloga.
Para esta profesional, las parejas abiertas son un terreno abonado para el conflicto. "En el caso de las terceras personas, se arriesgan a que les rompan el corazón, a 'engancharte' a la otra persona, a generar una dependencia emocional, a que te 'triangulen' (te incluyan como un miembro más de la pareja, sobre todo en los conflictos) y, sobre todo, a sufrir. La parte buena es que si lo sabes gestionar vas a encontrar un placer, pero hay más riesgos que ventajas en la mayoría de los casos", asegura Ferreiro.
Para superar la situación, es inevitable pasar por todas y cada una de las fases del duelo. "En primer lugar, el shock emocional, la ira, la culpa, la tristeza y los miedos, hasta que llegamos a la aceptación y al aprendizaje. En este caso, el aprendizaje es que quizá las relaciones de este tipo no son para mí", señala la experta, para quien la terapia conductivo-conductual es la más adecuada en estos casos.
A veces la tercera persona no está fuera de la pareja, sino dentro. Nos referimos a esas ocasiones en que un miembro quiere abrirla y el otro no. "La mayoría de los casos que tengo en terapia corresponden a este tipo. Vienen porque su pareja les ha pedido abrir la relación y no saben si dejarla porque se sienten presionados. Otras veces se sienten culpables, y aquí está lo tóxico: creen que ya no satisface lo suficiente a su pareja e intenta complacerla inventándose historias que en el fondo no quiere hacer para ver si así la retiene antes de tener que abrirla", afirma la psicóloga.
Irónicamente, la apertura de las parejas puede coincidir con su fin o, al menos, a acelerarlo. Ferreiro admite que después de abrirla, puede existir un enamoramiento que implique la ruptura definitiva de la pareja previa.
En cuanto a si la decisión de apertura corresponde más a hombres o mujeres, no hay datos definitivos, pero, en experiencia de la terapeuta, "los hombres son los que suelen pedirlo. En consulta, la mayoría de los casos son de parejas que quieren abrir la relación a petición de los hombres".
Si se decide abrir la pareja, hay que cumplir ciertas reglas cuyo objetivo es preservar la pareja principal. Entre las más importantes, no repetir infidelidad con la misma persona, utilizar métodos anticonceptivos o no involucrar a personas que ambos conocen.
¿Realmente funcionan? "Sí se suelen cumplir, pero es inevitable que surjan los conflictos o que aparezcan los celos. Es muy curioso, algunos abren la pareja y luego se dan cuenta de que quieren cerrarla; no soportan los celos. Por eso es muy importante acordar el nivel de detalle que queremos compartir. Algunas personas quieren saberlo todo y otras, nada".
Ser el tercero en una pareja abierta, ya sea siendo la novedad o el que se ve desplazado por la irrupción de una pasión súbita, no suele dar buenos resultados. Al menos, son menos conocidos o no llegan a las consultas de los psicólogos. "En mi experiencia, los terceros son los que más sufren porque al final son los más vulnerables. La persona que no quiere abrir la relación, pero se siente presionada por su pareja también sufre. Mi recomendación es que nadie haga nada que no quiera, que se cuiden y que dejen la relación, si no es la que quieren. En caso contrario, se sentirán utilizados", asegura esta profesional cuya consulta está cada vez más llena de parejas que quieren probar la experiencia, pero no se atreven, o que quieren cerrar un capítulo que, finalmente, no ha sido tan placentero.