La sexualidad en el alzhéimer: el tabú incómodo del que nadie habla
La enfermedad puede frenar el deseo, mantenerlo o desarrollar una conducta hipersexual, pero el paciente sigue siendo un ser humano sexual
A veces un comportamiento desinhibido es solo una manera de demandar afecto, cariño o una atención higiénica
La Fundación Pasqual Maragall ha redactado una guía muy útil para afrontar este asunto, respetando tanto la dignidad del enfermo como de las personas que cuidan o acompañan
La sexualidad humana no para hasta el último día de nuestra vida. Aunque tenga que abrirse paso arrastrando mitos, creencias erróneas y prejuicios que aumentan a medida que avanzan los años. La situación, por desconocimiento, incomprensión o repudio, puede ser desgarradora cuando irrumpe el alzhéimer. El paciente no deja de ser una persona sexual. Sigue teniendo deseos de intimidad, aunque lo manifieste de manera distinta, inesperada y a menudo chocante. Puede incluso que su reclamo no tenga nada que ver con el sexo, sino puro deseo de sentirse querido y apreciado por la persona con la que ha desarrollado más apego debido a los cuidados que le brinda.
Las conductas anómales son un síntoma más
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No obstante, algunos pacientes con alzhéimer desarrollan, como un síntoma más de la enfermedad, hipersexualidad. Es decir, un interés sexual que raya en la obsesión y lo expresan con la masturbación frecuente o mediante conductas efusivas. Como vemos, la sexualidad se presenta en múltiples formas. El problema se complica cuando el miembro sano de la pareja ha perdido cualquier inclinación a mantener relaciones desde que apareció la enfermedad. En estos casos, el Instituto Nacional de Envejecimiento (NIA) de Estados Unidos aconseja explorar nuevas maneras de pasar tiempo juntos, de mostrarse afecto y de tener contacto físico sin que necesariamente exista un fin erótico.
"Además de las necesidades físicas como la seguridad, la nutrición y la buena salud, las personas con la enfermedad de Alzheimer tienen las mismas necesidades psicosociales que los demás individuos. La intimidad y la sexualidad son necesidades humanas básicas que a menudo se pasan por alto en las discusiones sobre su bienestar", avanza el estadounidense Daniel Kuhn, trabajador social y educador en el ámbito de la atención médica en la demencia, en una guía en la que aborda de forma muy detallada todos esos temas delicados relacionados con la intimidad, los derechos sexuales de las personas con demencia y las respuestas más acertadas a sus expresiones de sexualidad. Es autor de varios libros, investigaciones y proyectos. Entre ellos, un documental en el que cede la voz a los implicados. Su propósito es mostrar el alzhéimer desde esta vertiente tan desconocida como incómoda y lograr que se respete la dignidad del paciente y la de las personas que le acompañan.
El sexo no se debe quitar de la mesa
Khun recuerda que la vejez por sí sola no disminuye el deseo de cercanía humana y expresión sexual. "Está bien documentado que cuando las personas mayores no están involucradas en una relación íntima o sexualmente activa, se debe principalmente a la falta de una pareja disponible. Pero nos cuesta plantear la sexualidad en la vejez, conseguir un cambio de discurso en la sociedad. El cineasta Bill Holderman lo hizo en 'Cuando ellas quieren' y dejó que Jane Fonda, una de sus veteranas protagonistas, clamase: "No me importa lo que diga la sociedad sobre las mujeres de nuestra edad. ¡El sexo no se debe quitar de la mesa!".
Tampoco se puede obviar cuando un paciente enferma de alzhéimer. "Los residentes con demencia que viven en el mismo centro de atención están esencialmente obligados a vivir juntos por el resto de sus vidas. Por lo tanto, no debe sorprender que a veces se formen relaciones exclusivas e íntimas", explica Khun. A veces se contentan con disfrutar conversando o participando juntos en las actividades, pero puede haber también un deseo de expresar afecto mutuo de manera física. Es algo que no lo frena un diagnóstico de alzhéimer.
Lo que sí ocurre, según este profesional, es que la necesidad de cercanía sí pueda intensificarse por el miedo que infunde la enfermedad. "Necesitan estimulación, compañerismo, seguridad y sentirse individuos valiosos". El autor considera que no se ha investigado demasiado y, cuando se hace, los autores se centran más en el "comportamiento sexual inapropiado" que en valorar lo realmente positivo y significativo. Las encuestas realizadas entre empleados de residencias de diferentes países coindicen en que en torno al 16% de los hombres y el 10% de las mujeres con demencia se muestra activo sexualmente.
Cómo promover una sexualidad saludable y respetuosa
Los centros tienen sus políticas y directrices que abordan el tema y determinan medidas para afrontar comportamientos coercitivos o inseguros y los casos de hipersexualidad. No son comunes, pero sí preocupantes y exigen por parte de los profesionales una respuesta que promueva una expresión erótica saludable, sensible y respetuosa. La Fundación Pasqual Maragall también se ha preocupado por diseñar estrategias en este sentido y las ha resumido en una guía con pautas muy útiles sobre cómo gestionar los impulsos sexuales de personas con alzhéimer.
En primer lugar, la Fundación ha observado los cambios cerebrales que pueden afectar al comportamiento sexual y propiciar episodios de desinhibición o conductas poco apropiadas. Entiende que no es fácil hablar de ello, pero sí necesario para manejar del mejor modo posible algunas conductas que pueden resultar especialmente embarazosas para la persona que cuida y el entorno. Se refiere a actos verbales o físicos con connotación sexual, inaceptables en el contexto en el que se dan.
Los autores aclaran que tal vez esa conducta sea su modo de expresar algo que, como consecuencia de la enfermedad, el enfermo no puede comunicar de otra forma. A veces ni siquiera hay una intención sexual, sino que esa conducta se la está propiciando un malestar, dolor o confusión. O simplemente necesita contacto físico o afecto. "Por ejemplo, el hecho de que se quite la ropa delante de otras personas o que parezca que se está masturbando, podría expresar una molestia genital, como resultado, tal vez, de una infección o la necesidad de ir al baño".
Para minimizar esas situaciones, la fundación recomienda prestar atención a su origen y a sus consecuencias. Puede ser aburrimiento, que necesite ocupar su tiempo con alguna actividad. En su demencia, puede ser también que confunda a la persona que le asiste en sus cuidados higiénicos con una pareja sentimental o que interprete el acto de desnudarle como preámbulo de una relación sexual. En este caso aconsejan explicarle con cariño qué está haciendo el personal.
Estos son algunos de sus consejos más prácticos
- Si se quita la ropa o parece que se masturba en lugares inapropiados, mantener la calma, ayudarle a vestir y ocuparle en alguna actividad que le distraiga. Si no resulta efectivo, se le acompañará a un espacio privado.
- Si se insinúa sexualmente o toca inapropiadamente a personas, habrá que recordarle amablemente y de forma consistente que eso no está bien y, como en el caso anterior, ocuparle en tareas que sean atractivas, disculpando su reacción ante terceras personas, pero sin culpabilizarle.
- Si hace bromas o comentarios de tipo sexual ante personas de poca confianza, conviene intentar reconducir el hilo de la conversación, siempre amablemente para que no se altere.
- Si reclama de forma insistente relaciones sexuales a su pareja, puede ser que haya aumentado, al menos temporalmente, su libido o desinhibición sexual. La pareja no tiene por qué ceder a tales demandas si no comparte ese deseo y tiene que poder expresar, de forma firme pero respetuosa, su negativa.