Fue en la década de los ochenta cuando Marcel Caufriez, fisioterapeuta de origen belga, observó cómo la fusión de algunas técnicas podía elevar la función erótica de hombres y mujeres. Eran técnicas tomadas de la fisioterapia y otras terapias manuales y psicológicas que le permitían aumentar el rendimiento sexual de sus pacientes y tratar algunas disfunciones. Así es como creó su método de fisiosexología, una disciplina a la que fue dando forma y con la que ha ido instruyendo a fisioterapeutas y otros profesionales. Hablamos con él para que nos cuente exactamente qué puede hacer esta desconocida especialidad por nuestra vida sexual.
¿Cómo nos definirías la fisiosexología?
Es el área que estudia nuestra salud sexual desde la neurociencia e integra un conjunto de técnicas que nos permiten armonizar la función erótica en el hombre y la mujer, tanto homosexual como heterosexual, con el fin de aumentar su bienestar y su rendimiento sexual y de rehabilitarlo si es disfuncional.
¿Al hablar de función erótica, vas más allá del encuentro sexual?
Una buena función erótica no se refiere a cantidad de veces, número de parejas o posturas, sino a satisfacción. Este es un concepto muy personal que exige un equilibrio sexual al que se llega a través de emociones, cuerpo y vínculo humano. Si conseguimos este equilibrio nos permitiremos una práctica sexual placentera con liberación de dopamina y serotonina en cantidades suficientes para que el cuerpo sienta bienestar. Es, por tanto, un bienestar físico, pero también psicológico y social. La fisiosexología es una fuente de comunicación, afectividad, satisfacción del deseo y descubrimiento de sí mismo y del otro.
¿Tiene utilidad para tratar disfunciones?
A lo largo de estos años he comprado que es especialmente interesante en mujeres al borde de la menopausia que empiezan a notar problemas de libido y en aquellas que sufren anorgasmia. Igualmente, en hombres que arrastran desde hace años eyaculación precoz y otras disfunciones eréctiles. No sirve para tratar un problema sexual si su origen es orgánico. Es decir, cuando hay un problema médico de base, como es el caso de los trastornos cardiovasculares, neurológicos u otros. Otra cosa es que una persona esté pasando un momento vital estresante o que llegue a la relación con inseguridades o experiencias traumáticas. Ahí sí ayuda la fisiosexología.
¿Tan mala relación tenemos con nuestro cuerpo?
No sabemos lo extraordinariamente eróticas que pueden ser las diferentes partes del cuerpo hasta que las trabajamos en los talleres de fisiosexualidad. La piel, por ejemplo, es nuestro órgano sexual más importante y la tenemos descuidada. Lo sabemos, nos lo dicen, pero no somos conscientes. Por eso, uno de los primeros objetivos es el conocimiento de nuestro cuerpo erótico.
¿Qué otros aspectos de nuestra vida salen beneficiados?
Las técnicas con las que trabaja la fisiosexualidad permiten un equilibrio global de la persona. Ese equilibrio va a mejorar muchos ámbitos. Desde la postura corporal a la vida social, afectiva y sensorial. Ocurre porque hay una interconexión muy íntima entre el cerebro y la genitalidad, entre el sistema nervioso y la consciencia corporal. El placer que aprendemos a experimentar se irradia a nuestro organismo.
¿La base de la fisiosexualidad es la fisioterapia?
Es una disciplina que toma técnicas de la fisioterapia, pero también la osteopatía, algunas terapias manuales, uso de vibradores, ejercicios hipopresivos, técnicas cognitivas o la semiótica sexual. Es un trabajo multidisciplinar y cada una ofrece soluciones dependiendo de si la causa del problema es estructural y muscular o psicológica.
Una de las bases es el trabajo del suelo pélvico. ¿Qué importancia tiene?
El suelo pélvico juega un papel esencial en las relaciones sexuales. Su rehabilitación mediante ejercicios ayuda a solucionar un conjunto muy amplio de disfunciones. Pero no es necesario que existan problemas para tonificar la musculatura y conseguir un paso más en la calidad de las relaciones sexuales. Generalmente, el objetivo es aprender a ubicar la musculatura del suelo pélvico, ejercitar la contracción, fortalecer la zona, saber cómo protegerla frente a esfuerzos o cómo utilizarla durante la práctica sexual para que sea lo más satisfactoria posible.
Hablas de los ejercicios hipopresivos como una forma de empoderamiento femenino.
La mujer ha sufrido muchos siglos de opresión, tanto en su cuerpo como en su mente. El trabajo con su cuerpo orientado a la salud y a la función erótica le devuelve esa fuerza natural. Los fisiosexólogos podemos apoyar y marcar ese cambio. Los ejercicios hipopresivos son mucho más que una gimnasia saludable y es lo que me llevó a crear mi propio método. Se trata de una herramienta terapéutica probada, completa e individualizada. Incluye gimnasia abdominal hipopresiva (más de 800 ejercicios), técnicas manuales e instrumentales, aspiración diafragmática, técnicas ambientales, etc. Pero no hay protocolos, sino un tratamiento muy personalizado a partir de una evaluación exhaustiva.