Amor libre: ¿Cómo lo ven 40 años después los que lo vivieron?
Eran días de paz, amor, sexo, excesos y rock and roll, el cóctel explosivo para liberar los cuerpos y rescatar la vida en estado natural.
A España el fenómeno llegó algo más tarde, pero con fuerza. Hablamos con Óscar Sancho (57 años) y Julio Castejón (69 años), dos rockeros que, además de vivirlo, lo cantaron. Y tocaron el cielo.
Aquel amor libre se frustró, sin embargo, con la irrupción del sida, que generó miedos y estigmatización.
Nos trasladamos al verano de 1967. En la intersección de las calles Haight y Ashbury, en la ciudad de San Francisco (California), más de cien mil de jóvenes empiezan a abrirse paso entre las casas victorianas de aspecto decadente proclamando aires de paz, amor y libertad. Son los ideales del movimiento hippie que proponía un modo romántico y bohemio de la vida y la contracultura beat, cuyo máximo exponente fue Jack Kerouac y su obra 'On the Road'. Despuntaban el jazz, el rock, la poesía, las drogas y la psicodelia. Aunque los primeros pasos estaban dados, el verano fue definitivo para aquella gente deseosa de "encenderse, sintonizar y salirse del sistema", según publicaba una crónica local. En las calles aún se respiraba malestar después de la Guerra de Vietnam, el asesinato de John F. Kennedy y el evidente receso en la lucha por los derechos sociales.
Con flores en la cabeza, aquellos jóvenes reivindicaban el goce erótico, la liberación de los cuerpos y la libertad de elegir con quien se hacía el amor. "Si vas a San Francisco, no olvides llevar flores en el pelo", decía un tema compuesto por The Mamas&The Papas que se convirtió en el himno de toda una generación. Estos reclamos llegaban acordes con la filosofía anarquista y feminista que consideraba atávicos conceptos como el matrimonio, la monogamia y los celos. Detrás de la ruptura había también una apuesta política a favor de las medidas de control de natalidad y una licencia sexual femenina como nunca se había visto. Hubo intelectuales, como Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, fervientes defensores del amor libre, que esgrimieron teorías a favor del amor libre basándose en la capacidad orgásmica de la mujer y la respuesta del ser humano a estímulos sexuales de diferentes parejas.
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Era la expresión más genuina del amor libre y había ganas de cantarlo. En España no prendió hasta los setenta, pero lo hizo con fuerza y los hippies crearon sus comunas en diferentes puntos, dejando que fuese Ibiza el epicentro. Los grupos de rock eran la culminación del amor libre al que se abrazaron músicos como Óscar Sancho, docente y fundador y vocalista del grupo Lujuria, y Julio Castejón, compositor y líder de Asfalto. Es apasionante escuchar cómo lo vivieron ellos:
Óscar Sancho, 57 años, músico y profesor
Durante aquellos primeros años posteriores a la dictadura había que cantar en inglés para pasar la censura. Lo peor es que vivimos la época más libre y no supimos apurarla porque pensábamos que aquella libertad duraría para siempre. Mi padre, que falleció cuando yo tenía 13 años, me dejó un cuaderno con notas y en una de ellas escribió: "Si no somos libre tumbados, nunca lo seremos de pie". Había entera libertad para amar y descubrir prácticas sexuales, lo que significaba una ruptura absoluta con la idea del contrato matrimonial para poder gozar. Recuerdo con especial nostalgia aquellos domingos en La Bobia, una cervecería cercana al Rastro madrileño que se convirtió en el lugar de encuentro de las tribus urbanas, de gente que disfrutaba de su libertad y otra manera de entender la vida y el sexo. Se gozaba con respeto porque cada uno sabía dónde estaba el límite.
La aparición del sida detuvo el desenfreno
Aquel amor libre se frustró, sin embargo, con la irrupción del sida, que generó miedos y estigmatización. Rompía la idea del amor libre como una forma de disfrutar y hacer disfrutar sin hacerse daño a uno mismo y sin hacérselo a nadie. Nosotros quisimos expresarlo con el lenguaje del rock y el nombre de nuestra banda, Lujuria, no pudo ser más acertado.
Fuimos la generación que despertó a la libertad sexual
Casi medio siglo después, una de las revoluciones pendientes del género humano es la sexual. Queda mucho por hacer y buen ejemplo son los dos millones de casos más de ablación en todo el mundo a causa de la pandemia. Hoy se habla de poliamor. La palabra no me gusta nada porque el amor no necesita prefijo, pero está bien como reivindicación. La generación que despertó a la libertad sexual fue la nuestra. Hoy los jóvenes despiertan al desastre. Por eso, está bien que conciban el amor como algo bonito. Desde Lujuria vamos a seguir reivindicando el amor libre.
Julio Castejón, 69 años, músico y líder de Asfalto
Para mí, el verano del 67 era un anhelo. Todo lo que nos llegaba a nuestro país era a través de la música. Nos entusiasmábamos con The Mamas&The Papas y aquel paraíso hippie, pero el amor libre que practicaban aquellos jóvenes aquí era solo una fantasía. Incluso después de la etapa franquista, la mujer era educada para descubrir la sexualidad una vez que pasaba por la vicaría y aún así sujeta a prejuicios.
El amor libre nos sacudió miedos. Descubrimos que el sexo era un regalo de la vida
La idea del amor libre que recibíamos nos ayudó a romper esas ideas castrantes, sacudirnos miedos, descubrir el lado más hedonista y onanista de nuestros cuerpos. Era una maravilla tocar por primera vez y descubrir la dimensión de las formas de un cuerpo. El sexo era un regalo de la vida. Significaba libertad y complicidad porque cualquier forma de amar o de practicar la sexualidad se ajustaba de un modo natural a la voluntad y al deseo de cada uno. Aun así, nos costó porque teníamos demasiado idealizada la atracción y no sabíamos bien cómo comportarnos. Aquello fue fascinante, aunque tengo que reconocer que cuando realmente absorbimos la idea del amor libre, en los ochenta, ya me pilló casado y con hijos, por lo que lo observé más como espectador. Me habría encantado que se hubiese anticipado.
Hoy la sociedad es más monógama, aunque se hable de otras formas de sexo
Por otra parte, enseguida nos llegó el problema del sida y la gente se volvió cautelosa en sus relaciones. Los encuentros fortuitos se vieron afectados. Desde entonces, no ha habido mucho por descubrir y, a pesar de todas las formas sexuales e identidades de las que se habla (poliamor, intersexual, queer, no binario, género fluido…), la sociedad es mucho más monógama de lo que cree.