'Cuckolding' o la infidelidad consentida para revitalizar una relación de pareja
Un estudio realizado por un grupo de investigadores norteamericanos concluye que hacer realidad la fantasía de contemplar a la pareja manteniendo sexo con otra persona poder ser positiva
La infidelidad no es lo mismo que la deslealtad: todo depende de los acuerdos de la pareja
Sobre todo después de varios años de relación, puede ser un modo de fortalecer vínculos
Tradicionalmente, que nuestra pareja nos fuera infiel, además de ser un tsunami emocional, se acercaba mucho al estigma. Ser cornudo o cornuda. Llevar cuernos. Son expresiones populares que denotan la pérdida de prestigio social. Están relacionadas con el ideario machista e incluso que podía ser el pretexto perfecto para cualquier tipo de violencia. 'Aguantar los cuernos' también significaba ser víctima de comentarios despectivos. Pero un estudio de dos sexólogos norteamericanos cuestionan los usos populares: la infidelidad, si es consentida, no tiene por qué ser mala para la pareja. Todo depende de los acuerdos de cada dos.
Fantasías, voyeurismo y películas porno
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En 2020, con y sin pandemia, nos planteamos nuevos modelos de relación. El tabú puede ser transformado en fantasía sexual e integrarse cómodamente en la industria del porno. Nace así el 'cuckolding' o infidelidad consentida, un género en auge también conocido por troilismo, y que consiste en un hombre contemplando cómo su pareja mantiene relaciones sexuales con otra persona, muchas veces de manera más agresiva o dominante.
El nuevo género ha captado la atención de los terapeutas David Ley y Justin Lehmiller, quienes han realizado un estudio sobre el tema junto al periodista y escritor Dan Savage. Este estudio, publicado en Archives of Sexual Behavior, sostiene que el hecho de partir de una situación humillante para el observador es el ingrediente fundamental del éxito de esta fantasía, muy habitual entre las parejas gays. De hecho, Savage, defensor y activista de los derechos LGTB, y un autor de varios libros sobre sexualidad, ha afirmado que el origen de la investigación fue la cantidad de testimonios de homosexuales que afirmaban sentirse excitados ante la imagen de su pareja con otro hombre.
La misma fantasía
Ley, por su parte, ya había investigado el fenómeno en parejas heterosexuales. Tras miles de encuestas realizadas a matrimonios estadounidenses, los datos mostraron que el 58% de los hombres alimenta este tipo de fantasía, frente al 30% de las mujeres. Los varones heterosexuales, además, añadían más elementos interraciales o de sadomasoquismo que los homosexuales. De hecho, las historias protagonizadas por un hombre blanco que observa a su mujer con un hombre negro es un subgénero del porno.
Según afirman los investigadores, en un matrimonio homosexual las fantasías interraciales no son tan frecuentes porque "la monogamia de por vida no es tan fuerte en la comunidad LGTB". En cualquier caso, los pensamientos de voyeurismo combinado con infidelidad no demostraron estar relacionados con disfunciones, toxicidad en la relación o desprecio a la pareja, según se desprende del estudio. En otras palabras: la infidelidad consentida no es sinónimo de una mala relación de pareja.
No apto para todas las parejas
Si no es indicador de nada patológico, ¿puede llevarse a cabo la fantasía? ¿Puede convertirse en realidad? Para los autores del estudio, sí, pero solo en una situación de respeto y transparencia. Y con otro requisito: una pareja en buen estado afectivo. Los sexólogos no recomiendan mantener este tipo de relaciones si alguno de los miembros pasa por un estado de ansiedad sentimental. Para una persona que esté experimentando problemas de comunicación, la experiencia puede ser un desastre. La conclusión, explican los autores, es que no tiene nada de malo excitarse con la idea de ser un 'cornudo consentido', pero la realidad es diferente.
Definir los límites de cada relación
Para algunos terapeutas, el 'cuckolding' no es una terapia que pueda pautarse. Es una decisión de la pareja que puede explorar, pero es necesaria una preparación mental para no caer en situaciones de celos o rivalidad. En caso contrario, lo que era una novedad para salpimentar la vida sexual se acaba convirtiendo en un conflicto. En cuanto a los posibles beneficios, pueden ser variados, desde la curiosidad por vivir una simple aventura para escapar de la rutina o el medio de alcanzar mayor excitación sexual en caso de parejas muy desmotivadas. Pero hay que tener en cuenta que existe una tercera persona, con sus propias expectativas y sentimientos. Y los pactos no siempre funcionan.
Por ello, antes de hacer realidad ninguna fantasía conviene acordar con la pareja las reglas del juego: la periodicidad, los límites de lo que puede o no hacerse o dónde empiezan o acaban los vínculos. Si a la relación sexual añadimos una relación social, es probable que haya decepciones por alguna parte y que lo comenzó como una infidelidad consentida acabe en desastre.