Puede que Michael B. Jordan y Ana de Armas sean los más sexis del planeta, encuestas mediante, pero para ser francos, quien copa realmente nuestras fantasías sexuales es gente bastante más cercana. Por ejemplo, los ex. La sexóloga Georgina Burgos, que ha recopilado más de 5.000 testimonios, señala que el 95% de las personas fantasea con su ex. También lo ha descubierto el psicólogo Justin Lehmiller en su encuesta ‘Dime qué quieres’ en la que participaron más de 4.000 hombres y mujeres de hasta 87 años. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez, aunque nos sonroje admitirlo? ¿Cómo se explica si no el delirio colectivo que producen Jennifer Aniston y Brad Pitt con su perpetuo estado de roneo?
Este tipo de fantasía esa muy recurrente y tenemos absoluta libertad para recrearnos en ello. El psicólogo Norberto Litvinoff opina que es un anhelo de los buenos momentos compartidos y puede funcionar como excelente afrodisiaco para animar esa libido que tiende a decaer con los años. Ahora bien, una cosa es la fantasía y otra bien distinta la realidad. Una cosa es el pensamiento y otra pasar a la acción. Por eso, ten cuidado con lo que deseas, porque se puede cumplir. Y no hablamos solo de sexo. Puede ser en la boda de un hijo, y dejar que ocurran momentos tan disparatados como los que nos ofrecen Robert de Niro, Diane Keaton y Susan Sarandon en ‘The big wedding’, o usando la surrealista técnica de Woody Allen en ‘Annie Hall’: una araña, gritos, llamada de auxilio al ex, victimismo, abrazo y revolcón.
Néstor es un cirujano de 56 años que asiste a algunas de las cenas solidarias que organiza un colega de su hospital en una finca en la provincia de Toledo. Aunque están interrumpidas desde hace año y medio a causa de la pandemia, no puede recordar la última sin ruborizarse, "una de esas noches para no olvidar", recalca.
"Cada uno fuimos con una pareja que habíamos conocido en Tinder, aunque esto lo supimos más tarde. No esperábamos encontrarnos allí. Yo entendí que era un evento que me competía a mí, puesto que el anfitrión era mi amigo. Mi exmujer dio por hecho que yo no acudiría precisamente para no pasar un mal rato. A pesar de que llevábamos casi veinte años separados, nos dimos cuenta de que no estábamos preparados para vernos cara a cara con la compañía de otra persona".
Resultó tan incómodo que ninguno de los dos hizo nada por entablar conversación con su nuevo acompañante. Tampoco con el resto de los invitados. El motivo del festejo era la Noche de San Juan, con hoguera incluida, pero lo que más se le quedó grabado de aquella noche fueron sus respectivas caras largas.
"Lo peor es que la celebración se prolongó hasta la mañana siguiente, que es cuando llegó el autobús que nos llevaría de vuelta a Madrid. Cualquiera de los dos podría haber llamado a un taxi, pero habría sido muy embarazoso. Si la noche de San Juan es la más corta del año, para nosotros se hizo eterna. Ninguno de los dos volvimos a quedar con aquellos ligues de Tinder y todavía sigo preguntándome qué habría pasado si nos hubiésemos reencontrado en aquella hoguera sin ligues de por medio".
La siguiente historia nos la cuenta Guillermo, de 48 años, y en este caso hubo hasta fuegos artificiales. "Coincidí con mi exmujer hace un par de meses en una terraza y empezamos a charlar. No tenemos hijos en común y no habíamos vuelto a saber uno del otro desde el divorcio, hace 17 años. Sin casi darnos cuenta, se acercó el toque de queda y nuestras ganas de seguir hablando eran evidentes. Con la excusa de la hora, terminamos en la habitación del hotel en el que ella se hospedaba. Nunca tuvimos una intención premeditada de acostarnos, ya que somos adultos y conocemos bien las reglas del juego. Pero lo hicimos y, además, fue increíble".
Los dos tienen pareja y la sensación a la mañana siguiente fue muy extraña. "¡Una infidelidad con mi propia ex! Nunca lo habría imaginado. No sé si fue morbo, orgullo o simplemente nos dejamos llevar. Lo único cierto es que no había deseo de recuperar nada y eso nos ayudó a no esperar nada más uno del otro a partir de aquella noche. Hemos cumplido nuestra palabra y no ha habido ni llamadas ni remordimientos. También acordamos mantener en silencio lo que acababa de pasar". Ahora que ha pasado un tiempo, Guillermo reconoce que ese encuentro le ayudó a pasar página definitivamente.
Aunque las opiniones sobre este tipo de hechos son dispares, citamos un estudio de la Universidad Wayne State (EEUU) que concluyó que echar una canita al aire con un ex puede resultar catártico para superar definitivamente la ruptura. Después de hacer un seguimiento a la forma de gestionar la ruptura de unos 500 voluntarios, observaron que el sexo esporádico después de una separación ayuda a sobrellevar la soledad y romper definitivamente los lazos, siempre que uno no se obsesione.
Según su autora principal, Stephanie Spielmann, a veces retomar esa parte sexual sirve para descubrir que habíamos idealizado la relación o que realmente no había tanto dolor como creíamos. "El sexo aporta una sensación de cierre que puede resultar muy útil", dice.