Celos, complicidad y bares swingers: el salto al poliamor de Carmen y Javier tras 26 años de monogamia
Esta pareja vasca, casada durante tres décadas, comenzó a experimentar a los 50
Carmen y Javier llevan más de veintinueve años juntos, veintiséis de los cuales han sido monógamos y totalmente fieles. Cuando ambos se encontraban cerca de cumplir los cincuenta decidieron darle un giro a su estilo de vida. Hablamos con ellos sobre el proceso que han experimentado y que ha conducido a una sensación de enriquecimiento personal para ambas partes.
Javier tiene actualmente cincuenta y dos años y Carmen cincuenta, y hace tres que el formato de su relación cambió. El origen de este cambio de enfoque podríamos ubicarlo en el crecimiento de los hijos y el consecuente aumento de tiempo y libertad: "Tenemos un chico de veintidós años y una chica de diecinueve", explican.
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"Y cuando llegaron a la adolescencia empezamos a recuperar tiempo para hablar, para filosofar, para contarnos lo que pensábamos de nuestra vida, del amor, de nuestro futuro como pareja. Nos sentíamos felices de estar juntos e ilusionados de hacer planes para los dos, de recuperar tiempo para el sexo y la diversión como pareja. Muchas veces comentábamos lo mucho que valorábamos estar juntos y que si alguna vez se cruzaba alguna persona nueva en nuestro camino, lo pensaríamos mucho antes de dramatizar y tirar por la borda nuestra relación. Porque éramos conscientes de que eso podía pasar", dicen.
¿Cómo empezó todo?
Llegados a este punto de la comunicación, la honestidad resultó esencial: "De hecho, sentíamos atracción por algunas personas de vida, ya no íbamos a volver a vivir la emoción del principio, del enamoramiento, de lo nuevo... Y eso nos daba mucha pena. Por eso mismo pensábamos que podría llegar un momento en que nos podría surgir la ocasión de estar con otra persona que nos apeteciera de verdad... y no nos gustaba la idea de no poder disfrutarlo simplemente porque existíamos el uno en la vida del otro".
"Ninguno quería sentir que la otra persona dejaba de hacer algo que le apetecía mucho por el mero hecho de estar en pareja. Por otro lado, en nuestras sesiones de sexo empezamos a introducir fantasías en las que participaba más gente, en principio conocidos, y ciertamente nos ponía muchísimo la idea. Luego, pasado el calentón, comentábamos si eso sería posible en la realidad, nos tanteábamos preguntándonos el uno al otro si lo veíamos sólo como fantasía o si nos gustaría probarlo de verdad. Analizábamos los pros y los contras".
La curiosidad fue en aumento
La curiosidad fue en aumento y, antes de tomar ninguna decisión, atravesaron una fase de investigación: "Yo, Carmen, al principio me quedaba en la teoría y la conversación y desechaba cualquier traslado a la realidad porque lo veía a priori complicado y no sabía por dónde empezar, pero Javier iba buscando información sobre el poliamor y me iba comentando lo que leía sobre parejas con otros estilos de vida y locales donde llevar a cabo prácticas diferentes. Poco a poco me fue despertando la curiosidad y yo también empecé a buscar información por mi cuenta".
"La comentábamos, la veíamos juntos y finalmente decidimos que si nos animábamos a dar algún paso, la mejor fórmula era la del intercambio de parejas. Al empezar a buscar páginas de contacto, vimos que en las que tenían mejor pinta necesitabas invitación y que en muchos casos te invitaban los propios clubes. Así que decidimos que el paso para ver si esto nos gustaba o no, sería en cualquier caso yendo a un club".
El paso definitivo
Pero aún pasó un tiempo hasta que se decidieron a dar el paso definitivo: "Javier estaba más decidido", cuenta Carmen,"mientras que yo lo posponía hasta que un día en mayo de 2016 compramos entradas para ir a un concierto y decidimos que era entonces o nunca. Después del concierto, allí que aparecimos hechos un manojo de nervios. Menos mal que el chico de la recepción nos recibió como en casa y nos lo hizo todo muy fácil".
"Yo tenía mucho miedo de encontrarme gente rara, pasada, muy diferente a nosotros. Somos personas educadas en familias convencionales y, en mi caso concreto, me han inculcado que las mujeres decentes tenemos que seguir un patrón muy concreto. Yo no me había permitido ni planteado nada que se saliera de la norma sexualmente hablando, por lo que tenía mucho miedo a encontrar que ese no era mi sitio. También tenía miedo a cómo nos sentiríamos viéndonos en acción con otras personas el uno al otro".
Superando los miedos y los celos
Una vez allí, las perspectivas cambiaron: "En la zona de bar todo fue diferente a como nos lo habíamos imaginado. Pensábamos que esa zona de bar sería de ligoteo y captación de compañeros del juego posterior y, sin embargo, salvo la gente que se conocía, nadie hablaba con nadie. Charlamos un rato con una pareja y más tarde otra nos dijo que todo se cocía dentro, que nos cambiásemos (hay jacuzzi y se entra en toalla y chancletas), así que eso hicimos".
"Nada más entrar al jacuzzi, el chico de la pareja con la que habíamos hablado me 'atacó', otra chica se me acercó, me besó, me tocó... Javier miraba y alucinaba... Y fue entrando también en acción poco a poco. Y así transcurrió una noche en la que un poco aturdidos pero cómodos y divertidos, conocimos el mundo liberal. Allí, suponemos que por la novedad, nuestra excitación estuvo como bloqueada, pero cuando fuimos al hotel no podíamos pegar ojo. Teníamos flashes de todas las imágenes de la noche y estábamos muy excitados. El local nos envió invitación a una web de parejas swingers y ahí empezó nuestro periplo".
Hola a otras parejas: swingers
Esta inmersión también entrañó ciertas dificultades totalmente lógicas: "comenzamos a contactar con parejas y quedar para conocernos. Conocimos a gente estupenda y también recibimos los primeros rechazos. Normal, no se puede gustar a todo el mundo. Ni a nosotros nos gusta todo el mundo. Y descubrimos que no estábamos preparados para ser rechazados, pero esto iba a ocurrir y había que mentalizarse".
Los primeros rechazos
Javier lo pasó tan mal con el primer rechazo que decidió acudir a terapia psicológica porque vio que algo escapaba a su control, y tanto la terapia que ha durado dos años junto con el apoyo incondicional Carmen ha sido determinante en su trayectoria. El asunto de los celos tampoco tardó en aparecer: "No estábamos preparados para decir que no pero hay que aprender a decirlo también", recalca Carmen.
"Por otro lado, entramos en este mundo mentalizados para tener sexo y preocupados por si podríamos sentir celos. Pero luego nos encontramos con lo que no esperábamos, que hemos conocido a personas que nos han enganchado y hemos sentido celos y miedo de que esas nuevas parejas que nos habían encantado encuentren otras que les gusten más que nosotros... ¡Total, un lío! Y claro, para un intercambio el tema tiene que fluir a cuatro bandas más o menos al mismo nivel. Y eso es difícil".
No todo es sexo sin más
Una nueva fase del aprendizaje se inauguró al descubrir cuáles eran sus tendencias particulares en contraposición con las de los demás: "Enseguida descubrimos que más que tener sexo puro y duro, lo que nos gusta es disfrutar de las personas, de las risas, de la complicidad y que surja el sexo dentro de ese contexto. Sin embargo en este mundillo swinger/liberal, muchos separan totalmente el sexo del amor. Es una barrera que muchas parejas tienen para poder sobrevivir a esto. Admiten todo tipo de prácticas sexuales y orgías pero en algunos casos los besos, la relación más allá de la cita o cualquier otra cosa que pueda favorecer los vínculos de amistad o cariño están vetados. El amor es exclusivo para tu pareja".
¿Y el poliamor?
El concepto de poliamor parecía ser la respuesta a sus inquietudes: "En nuestro caso hemos ido descubriendo nuestra tendencia poliamorosa de forma natural. Hemos conocido personas por las que hemos sentido y/o sentimos atracción, cariño y ganas de seguir en contacto después de una cita, y hemos querido disfrutar de todo eso. Al principio no fue fácil. Porque estas relaciones no se dan simétricamente. Igual yo conozco un chico que me engancha y comenzamos a hablar a diario y a compartir momentos y mi pareja en ese momento no tiene eso".
Hemos necesitado muchas conversaciones y tiempo para aceptar la libertad total del otro, es cierto que no es fácil. Javier dice que hasta que no se vio él en la misma situación que yo, ilusionado y disfrutando por su cuenta con otra persona, no pudo quitarse el miedo a perderme. Eso sí, en el punto que estamos ahora, la sensación de sentirnos libres de querer a cualquier persona y disfrutarla sintiendo el apoyo de tu pareja, es sublime e inexplicable".
Nosotros somos la pareja
La fórmula eficaz para su caso pareció resultar un poliamor adaptado a sus necesidades y preferencias personales: "Para nosotros los demás no son parejas. Nosotros somos la pareja. Tenemos relaciones con otras personas, parejas de intercambio a las que queremos, y personas individuales a las que también queremos, con las que tenemos una relación. No sabemos muy bien cómo llamarlos, amantes, amigos con sexo, follamigos… Lo consideramos poliamor porque tenemos claro que les queremos y que nuestra relación trasciende al sexo. Pero no vivimos juntos. Nosotros vivimos con nuestros hijos, y las diferentes personas con su familia, o su pareja, o solos".
"Son relaciones que vienen y van pero que se dan simultáneamente. Para nosotros es muy enriquecedor y satisfactorio a nivel personal porque sientes que tu amor se multiplica y es positivo para muchas personas y lo recibes proporcionalmente. A nivel de pareja creemos que no se puede pedir más. Es sentir las ventajas de ser libre individualmente unidas a las de vivir en pareja en cuanto a apoyo y compañía incondicional. Javier repite mucho que su sensación es de agradecimiento inmenso hacia mí. Yo siento nuestra unión más fuerte y arraigada que nunca".
Honestidad y comunicación
Para ir superando los diferentes retos del camino, los periodos de reflexión han sido múltiples, necesarios e intensos: "Hemos tenido periodos de plantearnos si estábamos en el camino correcto, o qué rumbo teníamos que tomar para no sufrir, para que fuera satisfactorio. Porque las personas con las que te cruzas no actúan como tú quisieras. Cada una está lidiando con sus fantasmas y gestionando sus miedos y sus emociones en general como puede. Y no podemos tomarnos sus actitudes como algo personal".
"Nosotros somos dos personas cada una con sus emociones que queremos vivir esto juntos pero no estamos de acuerdo en todo aunque queremos encontrar una forma de vivir esto que sea satisfactoria para ambos. Creo que nuestro truco para ir solucionando todo ha sido la honestidad de cada uno consigo mismo y entre nosotros, la conversación continua desde el corazón, la importancia que le damos a nuestra relación y la confianza que tenemos el uno en el otro.”
Y aunque Carmen y Javier prefieran mantenerse en el anonimato por cuestiones de comodidad en cuanto a repercusiones sociales, "para nosotros es un placer y de gran ayuda poder contar todo este proceso. Nos sirve para reconstruirlo y para darle normalidad. Es algo que no compartimos con nuestro entorno más cercano (sólo un par de parejas de amigos de toda la vida lo saben) y a veces eso hace que nos sintamos raritos, aunque tenemos tan claro que es la forma más honesta de vivir nuestra vida que tampoco nos importa demasiado".