La menopausia es una de las etapas más complejas de la vida de las mujeres. Antes o después, todas debemos pasar por este punto de inflexión en el que nuestro comportamiento hormonal se transforma dando lugar a una serie de problemas que pueden afectarnos tanto física como mentalmente, y no siempre es fácil afrontarlo. Al contrario, son muchas las mujeres que durante la menopausia se sienten terriblemente incomprendidas, rechazadas e incluso deprimidas, por lo que no es de extrañar que cada vez aparezcan más remedios, consejos y tratamientos para intentar retrasarla lo máximo posible.
Recientemente, un estudio publicado por la Royal Society Open Science ha revelado un placentero tratamiento que podría ayudarnos a combatir la menopausia precoz: una vida sexual activa. Según el estudio, elaborado por las investigadoras de la University College de Londres Megan Arnot y Ruth Mace, las mujeres que mantienen relaciones sexuales una vez por semana tienen menos riesgo de sufrir una menopausia precoz que las que no las tienen, pero ¿qué significa esto?
En concreto, el estudio establece que las mujeres mayores de 45 años con una vida sexual activa tienen un 28% menos de posibilidades de experimentar una menopausia temprana que las que tienen relaciones sexuales una vez al mes, mientras que las que practican sexo de forma mensualmente tiene un 19% menos de probabilidades que aquellas que tienen relaciones menos de una vez al mes.
Estos datos se basan en el análisis de los hábitos sexuales de un grupo de mujeres en edad premenopáusica, entre 42 y 55 años, a las que entrevistaron durante diez años para descubrir cómo afectaba su actividad sexual y otros factores externos a la llegada de su menopausia. A lo largo de este periodo de investigación, el 42% de estas mujeres, de las que un 64% afirmaba tener relaciones una vez por semana, experimentaron la menopausia a los 52 años, una edad natural dentro de los límites habituales.
Para Megan Arnot, una de las autoras del estudio, estos datos reflejan que si una mujer no esta manteniendo relaciones sexuales y, por tanto, no hay posibilidades de embarazo, “el cuerpo 'elige' no invertir tiempo y energía en la ovulación”. Esto, explica, podría ser una compensación biológica entre “invertir energía en la ovulación o invertirla en otro lugar, por ejemplo para mantenerse activa cuidando a los nietos”.
Esta idea, conocida como la “hipótesis de la abuela” considera que la menopausia surgió originalmente en los humanos con el objetivo de reducir el conflicto reproductivo entre las distintas generaciones de mujeres, aumentando así su valor como cuidadoras de los niños y posicionándolas como una parte esencial de la familia y la vida doméstica.
A la hora de realizar el estudio, las investigadoras se centraron en diversos factores, como puede ser la edad, el nivel de estrógenos, la educación o la edad de la primera menstruación, entre otros. Una de las hipótesis que barajaron al principio fue la posibilidad de que vivir con pareja masculina pudiese afectar a la menopausia, pero no encontraron pruebas concluyentes que lo relacionen.
Según Ruth Mace, los datos del estudio reflejan que la menopausia no solo responde al reloj biológico natural de las mujeres, sino que también puede responder a su entorno. Esto, explica, podría significar que el momento de sufrir la menopausia puede ser adaptativo en respuesta a la actividad sexual de la mujer y sus posibilidades de quedarse embarazada.
Sea como sea, no existe ninguna intervención conductual que pueda evitar la menopausia, por lo que, si estás notando los primeros síntomas y crees que puedes tener problemas, es recomendable que acudas a tu médico para que te recete un tratamiento acorde a tus necesidades.