El satisfyer y los hombres: ¿por qué esta relación no termina de cuajar?
Después del éxito meteórico de su versión femenina, pensamos que le habría llegado el turno al satisfyer masculino, sobre todo por el interés que despertó durante el confinamiento. Su uso, sin embargo, no acaba de convencer.
Solo el 29% de los hombres usa juguetes sexuales de forma regular para masturbarse. En general, la población upper masculina se resiste a utilizar juguetes sexuales si no es para disfrutar en pareja. Hemos encontrado varias razones.
Mejor que cualquiera de las 5.000 amantes que han pasado por su cama y mejor que cualquiera de las veces que ha alcanzado el clímax en sus 1.800 películas. En tres décadas de oficio, la estrella de cine adulto Rocco Siffredi, de 56 años, nunca había conseguido un orgasmo como el que le proporcionó el Satisfyer Men. ¿Cómo dudar si lo dice una leyenda del porno que asegura tener al mismísimo diablo entre las piernas? Ni siquiera el hecho de que tales arengas formaran parte de la campaña de lanzamiento de este vibrador, en 2018, restaron curiosidad por el nuevo juguete sexual. Dos años después, la revolución no ha sido tal y parece que, una vez resuelta la intriga, el interés se agota ahí.
Solo el 29% de los hombres usa juguetes sexuales de forma regular para la masturbación, según una encuesta realizada por la firma Arcwave, especializada en placer masculino, en colaboración con la agencia Appinio Market Research el pasado mes de julio. En ella recogieron las respuestas de 3.500 hombres de 14 países diferentes, entre ellos, España. ¿Por qué el mercado no consigue llegar a ellos? "Mientras que el uso de juguetes sexuales se ha generalizado entre las mujeres, el hombre está llegando lentamente", nos confirma desde Alemania Johanna Rief, directora de empoderamiento sexual en Wow Tech, grupo al que pertenece Arcwave.
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La experta señala dos factores. El primero es cierto descuido por parte del mercado. No le cabe duda de que "la juguetería sexual ha revolucionado la masturbación masculina con productos que aportan sensaciones hasta ahora desconocidas y orgasmos explosivos totalmente nuevos". Sin embargo, hasta ahora "las marcas no se habían ocupado demasiado de ellos". La segunda de las razones que expone Rief es puramente biológica: "Los hombres suelen tener menos problemas para alcanzar el clímax y, por lo tanto, no sienten la necesidad de usar un juguete sexual para resolver ese problema. Por lo tanto, debemos centrarnos en el viaje y no en el destino (orgasmo) y trabajar en la creación de una nueva experiencia de masturbación".
El reto de reinventar la masturbación masculina
Desde los laboratorios de Berlín, en Alemania, los investigadores de Arcwave llevan tiempo examinando con minuciosidad el placer masculino e indagando de qué modo se pueden contrarrestar estas razones que aún impiden al hombre celebrar el orgasmo del mismo modo que hace la mujer con su artillería sexual. Se han centraron en los receptores sensoriales o córpusculos de Pacini del frenillo, ubicado en la cara inferior del pene. Aquí se encuentra, según Rief, lo que podría considerarse el equivalente al clítoris femenino. Siguiendo esta lógica, han diseñado su propio satisfyer, el llamado Arcwave Ion, que usa ondas de aire pulsantes para estimular dichos receptores. Lo lanzaron en septiembre y en pocos días agotó existencias, aunque anuncian que en enero volverá a estar presente en más de 60 países.
Lo que los expertos detectan es que las prisas le están llevando al hombre a oír sin escuchar, comer sin degustar y tocar sin sentir, perdiéndose el disfrute con todos los sentidos. Le gusta probar, pero ninguno de estos objetos consigue captar una atención duradera. Así lo atestigua un estudio de Tenga, según el cual el 43% ha probado un juguete sexual en algún momento. Aunque la marca calcula que en los próximos cuatro años el mercado femenino podría aumentar en más de 6.000 millones de euros, no se vislumbra esta bonanza en los juguetes masculinos. Ellos asisten a la revolución tecnológica del placer con cierta suspicacia y se resisten a dejar su propio disfrute, e incluso el de su pareja, en manos de un elemento pasivo. Mientras, el succionador de clítoris acumula ya más de siete millones de entradas en Google y se augura un crecimiento del 11% cada año, de acuerdo con el último informe de Technavio, una empresa de análisis de mercados.
El tabú: son cosas de mujer
En diferentes foros de internet con presencia mayoritariamente masculina, léase Forocoches, topamos con la gran razón, casi siempre velada: los juguetes sexuales para el hombre sufren un estigma demasiado enraizado en algunas mentes más tradicionales y, sobre todo, de más edad. Es algo que confirman diferentes estudios. En la encuesta de Arcwave un tercio de los voluntarios respondió que es mucho más aceptable el uso de juguetes sexuales por parte de la mujer. Cuando la marca sueca Lelo preguntó a sus usuarios el porqué de esta resistencia, la mayoría alegó que se encuentran satisfechos con su vida sexual, por lo que no veían el motivo para necesitar un satisfyer.
También la plataforma Platanomelón.com se ha interesado por este asunto en una encuesta anónima con 65.000 personas y su conclusión vuelve a ser tajante: los hombres están dispuestos a explorar nuevos territorios con estos juguetes, pero prefieren hacerlo en compañía, sobre todo para salir de la monotonía. Las mujeres, en cambio, prefieren usarlo a solas para disfrutar plenamente del sexo y lograr orgasmos más intensos ahora que se han liberado. De hecho, Lelo descubrió que el 60% de las mujeres españolas guarda un juguete erótico en su mesilla de noche. Y en las ventas online, por cada 10 pedidos de satisfyer, ni siquiera uno es el masculino.
La juguetería erótica vive un excelente momento con productos de alta calidad, ergonómicos, innovadores y a buen precio. Sin embargo, el varón aún no se está beneficiando del mismo modo. Aun así, en el confinamiento, con más tiempo para experimentar, la venta masculina se disparó un 40%, según la plataforma Diversual, dejando claro que están deseosos de nuevas sensaciones. Los más buscados fueron los masturbadores tecnológicos. Según Ana Escudero, su sexcoach, todavía les falta "ir dejando atrás prejuicios y tabúes para descubrir zonas y formas de placer no conocidas".