El buen tiempo anima a salir sobre todo de las grandes ciudades. Queremos respirar un aire más puro y más rural para cambiar totalmente las rutinas. En Uppers hemos recopilado una lista de propuestas que agrupan los mejores pueblos para hacer turismo rural. Son diez destinos. Apunta ya en tu agenda dónde ir de viaje rural para ver altísimas montañas, ríos de caudales increíbles o castillos y murallas medievales.
Es un lugar imprescindible y especial sobre una curva del río Guadalquivir. En la Edad Media se alzaron sus altas murallas con la Torre del Andador, del siglo X, que domina toda la construcción. Dentro del casco antiguo, a 1.182 metros de altitud sobre el nivel del mar, se conservan las ruinas de un alcázar de origen árabe sobre un acantilado.
Todo el casco histórico es realmente bello; en 1961 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico. En Albarracín destaca su catedral, la del Salvador, del siglo XVI, cuyo campanario se levantó sobre los restos de un templo de arquitectura románica.
El casco histórico de Almagro fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1972. Entre todo lo que requiere una visita está el Museo Nacional de Teatro, el Castillo de Doña Berenguela o el Volcán Cerro Gordo, además de su Plaza Mayor, el Convento de la Asunción Calatrava o el Corral de Comedias, donde en verano se celebra el famoso Festival Internacional de Teatro Clásico.
En el siglo XIII, la Orden Militar de Calatrava convirtió la localidad en capital administrativa y residencia de los Maestres. Después, en los siglos XVI y XVII se asentaron las ricas familias que llegaban de toda Europa. Su finalidad era asistir a las ferias y participar en los negocios que hacían posible los bienes de la Mesa Maestral y que el emperador Carlos V había arrendado a los Fúcares. Además, estas familias se convirtieron en mecenas y se construyeron mansiones que parecían palacios.
El pueblo de Belmonte permite a los visitantes hacer un viaje en el tiempo, a La Mancha del siglo XV. Don Juan Pacheco, primer Marqués de Villena y tercer señor de Belmonte mandaba en Castilla más que el propio rey Enrique IV y tenía como enemiga a la futura reina Isabel La Católica. Pacheco fue el que mandó construir el castillo de estilo gótico-mudéjar. Junto a sus murallas y la buena conservación de todo el recinto, se puede visitar. También dio la orden para edificar la Colegiata de San Bartolomé aprovechando los restos de un templo visigodo.
El Palacio del Infante, hoy convertido en hotel, conserva restos de un convento de monjas dominicas del siglo XV. Merece la pena entrar en el lugar y sentarse en el antiguo claustro.
Está ubicado en la comarca de la Sierra de Francia. El asentamiento es de origen prehistórico porque hay pinturas rupestres del neolítico en numerosos riscos de los valles que la rodean.
El rey Alfonso IX propició la repoblación de La Alberca en los siglos XII y XIII. Muchas de las familias que llegaron a vivir al pueblo eran de origen francés a través de Don Raimundo de Borgoña, noble de Francia que se casó con Doña Urraca, una de las hijas de Alfonso VI.
La arquitectura de la villa es muy característica a base de piedra y entramados geométricos de madera. Las casas cuentan con dinteles cincelados con la fecha de su fundación además de signos y anagramas religiosos. La estructura urbana es la de una judería por sus calles que parecen un laberinto, pero también se asocia a los arrabales de Damasco. Durante siglos aquí han convivido las culturas cristiana, islámica y judaica. La Plaza de La Alberca es asombrosa con sus fachadas con dos series de balcones, paredes encaladas y soportales y columnas de granito.
Capital de la comarca de Los Puertos de Morella, se localiza al norte de la Comunidad Valenciana. Su ubicación es estratégica con un castillo a más de 1.000 m de altura sobre el nivel del mar. Tiene dieciséis torres, seis soportales y casi dos kilómetros de muralla.
La localidad fue declarada Conjunto Histórico-Artístico. El Convento de Sant Francecs de los franciscanos tiene una iglesia y un claustro preciosos. Por su parte, la Iglesia Arciprestal Santa María la Mayor, de estilo gótico, presume de la Puerta de Los Apóstoles y la Puerta de las Vírgenes. En el interior el altar mayor es barroco y el órgano es considerado uno de los más importantes de toda la Comunidad Valenciana. También es muy interesante el Museo Tiempo de Dinosaurios con restos paleontológicos hallados en la zona.
Es una villa medieval al noroeste de Segovia con una plaza de edificios de piedra de dos plantas y tejados de teja roja. Las plantas de arriba se asoman a través de balcones y las de abajo cuentan con los tradicionales soportales de piedra donde se celebraron durante siglos los mercados. El protagonismo lo comparten con la iglesia románica de San Juan Bautista. Destacan el Arco de la Villa, la antigua Muralla y la Vieja Cárcel para visitar además del castillo con obras del pintor vasco Ignacio Zuloaga.
La villa fue repoblada entre los siglos X y XI después de la reconquista. Los señores del castillo, los Velasco, fueron los que le dieron su mayor esplendor y la convirtieron en inexpugnable. La localidad se encuentra entre dos cerros, en medio de los ríos Cega y Vadillo, y el castillo se construyó en el lugar más alto y rocoso.
Se encuentra en el oeste de Cantabria, en el centro de la comarca de Liébana. Aquí se unen los ríos Deva y Quiviesa. Está construida sobre un territorio llano, pero está rodeada de montañas espectaculares. Hay escritos sobre el pueblo fechados en el siglo IX. A finales del medievo estuvo vinculado a la Casa del Marqués de Santillana y después a la del Infantado.
No te pierdas sus puentes, que atraviesan unos cauces de los ríos con una fuerza increíble, ni la Torre del Infantado o la Torre de Orejón de la lama, las dos del siglo XV. Sus calles y callejuelas para ver los caserones, la mayoría con blasones en sus fachadas, son para perderse. Además, desde aquí puedes recorrer el valle de Liébana hasta Fuente Dé, en el mismo Parque Nacional de Los Picos de Europa. En un teleférico subes al “cielo” donde puedes quedarte absorto mirando el paisaje y hacer una ruta de senderismo.
Es una aldea del condado de Osona, en la comarca del Collsacabra, al norte de la provincia de Barcelona. Esta localidad medieval se localiza en las laderas de un risco que se asoma a un sinuoso valle. El paisaje hasta llegar ya es precioso al igual que desde lo alto del pueblo.
Para entrar en el núcleo urbano puedes cruzar el puente colgante y subir hasta la Plaza Mayor. Las casas, del siglo XVI y XVII, tienen fachadas de piedra y balcones, puertas y ventanas de madera llenas de flores. Sobre el gran dintel de piedra de muchas de las puertas de entrada a las viviendas aparece grabado el año de su construcción. La Iglesia de San Miguel es de estilo barroco y contrasta con las casas porque es de color blanco. Desde ella, la calle Fossar sube en escaleras hasta una gran roca y los restos del castillo del año 1000 donde antiguamente había una fortificación visigoda.
El pueblo, típico del Pirineo, pertenece a la comarca del Alto Gállego, al norte de la provincia de Huesca. Para los amantes de la montaña y de los deportes de invierno es un lugar idílico desde el que subir a la estación de esquí Aramón Formigal-Panticosa o directamente a las rutas de montaña. Un buen paseo por sus calles o al borde del río antes de cenar en uno de sus muchos restaurantes decorados con mimo es la mejor forma de terminar el día.
La localidad tiene una iglesia gótica del siglo XVI y un encantador puente medieval que cruza el río Aguas Limpias. En el mismo núcleo urbano, este río se une al río Gállego para ensancharse y formar el embalse de Lanuza, que además se puede bordear a pie, empezando el camino desde el mismo pueblo de Sallent de Gállego.
Es la capital de la comarca de la Loma de Úbeda, una ciudad artística y monumental, con una cantidad increíble de lugares para visitar. La Capilla del Salvador, la Iglesia de San Pablo, la Iglesia de Santa María de los Reales Alcázares, la Iglesia de la Trinidad, el Palacio Vela de Los Cobos, el Palacio de Las Cadenas, la Casa de Las Torres…
Abd Al-Rahman II fundó la ciudad de Úbeda en el siglo IX y se convirtió en una de las más importantes del Al-Ándalus gracias al comercio y a la artesanía. En 852 se construyeron sus murallas y hasta 1234 el rey Fernando III no logró una conquista cristiana definitiva.