El acercamiento de Javier Jara a los cementerios comenzó como un hobby, como una distracción. Hace unos años, cuando se encontraba sin trabajo, creó un blog sobre ellos. Un interés que fue puramente a nivel documental. Pero poco a poco se fue enganchando y conociendo a gente relacionada con ellos, lo que hizo que se convirtiera en su auténtica pasión. Tanto, que a día de hoy es el fundador y presidente de la Asociación Histórica de Cementerios.
“Yo me empecé a interesar por los cementerios por curiosidad. Pero, quien realmente me hizo amarlos fue Paloma García, empleada del de la Almudena, quien me abrió los ojos. Me mostró que más allá de documentarlos o de hablar de ellos, había que conocerlos bien y protegerlos del descuido y del abandono al que están sometidos por las administraciones de Madrid”, explica a Uppers.
Como dice el propio Javier Jara, en ellos están encerrados toda la historia contemporánea de nuestro país. Sobre todo en el de la Almudena. Así, según más iba investigando, más le seducían todas esas historias de personajes conocidos y anónimos que había detrás de las lápidas.
Vidas de como la de Pablo Iglesias, fundador del PSOE, “que vivía de la caridad de un amigo suyo. O la de Francisco Pi y Margall, quien fue presidente de la I República y que murió sin nada, pagando un alquiler y dejando su biblioteca como legado. Ellos, junto con otros contemporáneos suyos, fueron representantes públicos cuyo interés político iba mucho más allá del económico. Y a todos los conocí gracias al cementerio de la Almudena”, cuenta.
Su personaje favorito, sin embargo, es Estefanía Gutiérrez Lázaro, una chica en la que se basó la película 'Verónica'. Como relata Javier Jara, ella ocupó los titulares de la prensa española en los años 90 por ser el primer caso de expediente X reconocido por las autoridades. Todo comenzó cuando hizo una ouija con unas amigas suyas en el instituto, sin llegar a cerrar la sesión. A partir de ahí, y sin haber sido diagnosticada de esquizofrenia o epilepsia, empezó a emitir sonidos extraños o a poner los ojos en blanco. Una vida que terminó poco después, falleciendo de muerte súbita sin que los médicos supieran el por qué.
“Para mí es una historia a la que tengo cariño porque me sugestioné mucho cuando investigué sobre ella. Todo ocurrió en el barrio de Vallecas, por lo que me acerqué al cementerio del barrio madrileño a ver si estaba allí enterrada. Cuando la localicé, gracias a la ayuda de Cecilio, el guarda del camposanto, me sugestioné un poco pensando que quizá ella se viniera conmigo. En los informes de la policía declararon que ellos no podían dar explicación a lo que había pasado. Allí me encontré la fotografía de ella y ahora, cada vez que voy, tengo que pasar un rato con ella", dice Javier Jara.
También le resulta muy interesante la historia detrás de la lápida del maquinista Manuel Montero, que se encuentra en el cementerio de la Almudena. "Un trabajador que debería ser más reconocido por el acto heroico que hizo", cuenta. "En 1921, Manuel Montero era el maquinista de un tren. Hubo un problema en las vías y se dirigía directo a chocarse contra otro. Mandó saltar a todos los que estaban con él y se quedó apretando el freno, lo que hizo que el impacto no fuera tan grande y se salvaran muchos pasajeros, pero no él. Cuando ves esa tumba te emocionas. Como esos hay muchos. Imagínate en la Almudena, que tiene 120 hectáreas de terreno. Todas las historias que puedes encontrar".
Cuenta a Uppers que si está preparando alguna visita guiada, se suele pasar una o dos veces a la semana por los cementerios. Una costumbre que le ha hecho acudir a algunos entierros de personajes célebres actuales como el de Almudena Grandes, Timoteo Mendieta o De la Quadra-Salcedo.
"El de Almudena Grandes fue muy emotivo. Hubo cantantes, actuaciones, dedicatorias. Emotivo pero desenfadado. Como el de Timoteo Mendieta, quien Ascensión, su hija, luchó varios años por recuperar el cuerpo de su padre. Tuvo que ir a la justicia argentina a que le abrieran una fosa en Alcalá de Henares. También he acudido al de De la Quadra-Salcedo, entierro se ciñó más al protocolo religioso. Al final cada familia lo siente de una manera y lo lleva a cabo", explica.
Unas historias y curiosidades que obligan a acercarse a los cementerios desde otra perspectiva. Según Javier Jara, por la tradición católica, son muchas las personas que se encuentran alejadas de los cementerios, que sienten incluso temor. "Lo vemos como un sitio de respeto y de dolor, donde llevamos flores una vez al año. Yo no puedo decir a cada uno cómo tiene que sentirlo, pero puedo decir cómo lo siento yo".
“Lo primero, como un legado para nuestro futuro. Pero también creo que hay que pensarlos como un lugar al que podemos ir a festejar o a acompañar a nuestros muertos sin dolor. Ya nadie puede hacer nada por recuperarlos, por lo que creo que es bueno mantener ese vínculo estrecho. Yo soy más partidario de esto. Para que te hagas una idea, las cenizas de mi mujer están en el cementerio civil de Madrid y cada vez que vamos a compartir tiempo con ella, le hacemos una fiesta. Llevamos música, nos tomamos una cerveza, nos reunimos los amigos… Es otra manera de verlo. Y, por supuesto, que vayan a pasearlo y a conocerlo. Al final es otro punto de nuestra historia. Para ello, recomiendo mucho las visitas guiadas", cierra.