Trasladarse a plena Edad Media es posible sin necesidad de recurrir al Delorean de Marty McFly. Basta con viajar a Huesca para maravillarse con uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar románica que hay en España, el considerado como el castillo románico mejor conservado de Europa. Se trata de una fortaleza levantada en una posición estratégica, sobre una colina de roca caliza y rodeada de un paisaje montañoso que proporcionaba una excelente defensa natural, lo que le sirvió para mantenerse a salvo de los ataques y mantenerse en tan buen estado hasta hoy.
Nos referimos al castillo de Loarre, situado en la comarca de la Hoya. Fue construido en el siglo XI bajo las órdenes del monarca Sancho III el Mayor con un fin meramente militar, de protección de los dominios del Reino de Navarra, por entonces en su momento de mayor esplendor. Tras su etapa como fortaleza se convirtió en abadía y acogió durante muchos siglos a los monjes Agustinos. Ya en el siglo XIX fue declarado Monumento Nacional.
Nada más entrar en la edificación llama la atención encontrarse tallados en las columnas tres monos tapándose la boca, los ojos y las orejas. Eso tenía un claro significado: Nadie podía dar a conocer lo que ocurría dentro del castillo. De hacerlo sería condenado a muerte.
La construcción está compuesta por una gran torre central y dos alas laterales que albergan diversas dependencias, como la sala del trono, la capilla o la prisión. Además, cuenta con una iglesia románica que data del siglo XII y una cripta cuya misión era albergar las reliquias de San Demetrio.
El castillo también protagoniza varias leyendas, como la del fantasma de la abadesa de Loarre, que vaga por sus pasillos. Al parecer, la abadesa fue hecha prisionera durante un conflicto militar y fue encerrada en las mazmorras. Una noche desapareció misteriosamente sin más explicación. Desde entonces se cuenta que en las noches de San Juan se dedica a merodear como un alma en pena por la fortaleza.
Otra leyenda cuenta que el conde Don Julián, el responsable de abrir a los musulmanes las puertas de la Península y acabar así con el reino visigodo, falleció en este castillo. Se decidió enterrarle en la entrada de la iglesia para que todos pudieran pisotear sus restos por haber traicionado al pueblo.
En la actualidad, el Castillo de Loarre es uno de los grandes atractivos turísticos de la zona, y se puede visitar durante todo el año. Además, se celebran numerosas actividades culturales y festividades en sus instalaciones.