Los paisajes de España son únicos. Tienen encanto y personalidad. Eso, ligado a las tradiciones, el buen clima o la gastronomía nos convierte en uno de los destinos favoritos para los extranjeros para pasar las vacaciones de verano en cualquier época del año, aunque el verano siempre es el verano, que no hay mejor época para disfrutar de las zonas costeras y sus aguas cristalinas. Localidades bañadas por el azul turquesa del mar que en ocasiones recuerdan a otros destinos europeos, pero no, es pura España.
Eso es precisamente lo que le pasa a Altea, la localidad alicantina de la Costa Blanca que, pese a estar rodeada de otras zonas más famosas y turísticas como Benidorm, cada año recibe a más visitantes que quedan encandilados con su belleza. Hasta National Geographic lo ha colocado dentro de la lista de pueblo mediterráneos mejor valorados.
Lo cierto es que Altea ha conseguido equilibrar la balanza entre ser una localidad turística y mantener su esencia como pueblo pesquero. Una fusión de sol y playa con la tradición, la gastronomía y su historia que la convierten en lo que muchos ya llaman la Santorini española, y todo sin tener que desplazarte a Grecia.
Altea es puro encanto. Por ejemplo, en la zona de su casco antiguo con influencias musulmanas donde las calles. Un paseo entre subidas y bajadas, por callejuelas llenas de casas encaladas, que te llevarán hasta la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, un punto que puede verse prácticamente desde cualquier punto del pueblo gracias a las cúpulas que la coronan, completamente cubiertas de cerámica azul y blanca. ¿Te suena? Sí, al más puro estilo Santorini, pero en España.
Además, Altea cuenta con diferentes puntos y miradores que te ofrecen unas vista únicas e impresionantes del mar Mediterráneo e incluso de la mismísima Benidorm, pudiendo divisar sus característicos rascacielos, o el Peñón de Ifach.
Y más allá de miradores, como buena localidad costera, también encontramos aguas turquesas en las que darnos un chapuzón tras haber disfrutado de su paseo marítimo. Diferentes playas dentro del mismo pueblo o a las afueras, todas ellas de guijarros o de piedras pequeñas que le dan un encanto especial. ¿Preparado para disfrutar del Santorini español?