Radiografía de la España que veranea en pueblo: del Seat con la baca desbordada a los vuelos low cost
Desde dos municipios del interior, uno burgalés y otro salmantino, Sergio y César, nos describen sus vacaciones
El teletrabajo, el mercado inmobiliario y la facilidad de los jóvenes para desplazarse marcan un cambio en los últimos años
Hay cosas que siguen igual, como la vuelta a las raíces, a la gente de siempre y al lugar donde uno recupera su autenticidad
Verbenas, charanga, la partida en el café, paella de domingo para muchos, tardes de río en agua helada y veladas a la fresca charlando de lo divino y lo humano. Eso, y mucho más, es el verano en el pueblo. Hay cosas que no cambian; otras muchas sí lo han hecho desde nuestras vacaciones infantiles, de los sesenta, setenta y ochenta, cuando viajábamos con el Seat 600 a rebosar de niños y enseres. Sergio, de 48 años, y César, de 56, nos describen con su testimonio la estampa más auténtica de lo que fue y de lo que es hoy veranear en uno esos municipios que componen la España rural y, a menudo, vaciada.
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Los abuelos venían a Horna a por producto y les gustó
Hay un pueblo al que siempre queremos volver y para Sergio se llama Horna, una localidad del municipio burgalés de Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja, en Burgos. Toda su familia es bilbaína, pero, desde hace tres generaciones, vuelven a él cada verano. "Empezaron mis abuelos, comerciantes de Baracaldo. Venían a esta tierra a comprar producto y se enamoraron de ella. Mis padres continuaron con la tradición y mis mejores amigos y recuerdos de infancia se sitúan aquí. Ahora que somos padres, nos gusta ver que nuestros hijos disfrutan de esos veranos tan maravilloso que tuvimos nosotros", cuenta.
De 'Paquito Chocolatero' a la música tecno
Para César su pueblo es La Alberca (Salamanca), un lugar en pleno corazón de la Sierra de Francia en el que nació y al que acude cada vez que tiene ocasión. A pesar de conservar maravillosamente bien su arquitectura y sus tradiciones, es reflejo de un nuevo modo de veranear en pueblo. Y nos lo cuenta de manera muy gráfica: "Ya no pasan las vacas por las calles dejándolo todo lleno de boñigas. Ahora tienes que ir sorteando adolescentes que se desplazan con sus patinetes eléctricos. Apenas quedan ya campesinos. Y aquellas verbenas en las que bailábamos 'Paquito Chocolatero' ahora son conciertos de música electrónica. Con un poco de suerte, de vez en cuando nos sorprenden con algo ochentero".
De las viejas fiestas patronales, a Sergio y César les quedó la imagen de ancianas, que seguro que solo lo parecían, bailando agarradas los pasodobles y coplas, las mujeres engalanadas para la misa mayor y semanas interminables saltando de fiesta en fiesta. "Hasta que el cuerpo aguantase, que, por cierto, era mucho", remata César. Este madrileño, empresario e ingeniero industrial, tiene tres hermanos, cada uno con sus hijos y uno con dos nietos, que comparten la casa familiar en la que todavía reside la madre, de 84 años. "Cuatro generaciones bajo un mismo techo. Volver te hace recuperar tradiciones, conectar con tus raíces, disfrutar de las cosas de siempre".
El farolero sigue siendo farolero
Encuentra en La Alberca el lugar donde desinhibirse y recuperar su esencia. "Da igual el cargo que ocupes, a lo que hayas llegado o lo estirado que seas en tu trabajo. Nada de eso vale aquí". Algo que nunca cambiará, según nos cuenta con guasa, es el farolero. "El que lo era lo sigue siendo, pero ahora viene propagado en segunda y tercera generación, con el agravante de que los jóvenes traen el postureo de las redes sociales".
Y al mencionar a los hijos es cuando se aprecia que corren otros tiempos. "Antes teníamos un R4, un cuatro latas en el que cabíamos todos y todo. Ahora que viajamos en un todoterreno con gran capacidad, cada uno de mis hijos escoge su propia fecha para ir al pueblo. En esto el cambio ha sido bestial. Les encanta la idea de la casa del pueblo como lugar fijo de veraneo, pero su estancia cada vez es más reducida". Ahora que empiezan a tener sus primeros ingresos, sus hijos Elena y Jorge, nacidos en 2000 y 2002, pueden recorrer media Europa baratísimo en el tiempo que los adultos valoran qué ciudad escoger, en qué compañía volar o si tendremos días suficientes en verano.
Los centennials han dado un vuelco al veraneo
Son centennials, es decir, nativos digitales, y son prácticos. Van directamente aquello que les ofrece más por mejor precio. "Este año han visitado a un amigo, de Erasmus en Varsovia, y de paso han recorrido varios países. Ahora en verano están viajando por España a precios realmente ridículos", dice este padre. "Aunque no vengan mucho, quiero que vean que el pueblo forma parte de su identidad. Para nosotros lo es. Además, tienen aire limpio, naturaleza, mayor libertad, recursos naturales, una vida más sana, temperatura más baja y contacto con la raíz y su gente de siempre".
Los veraneantes devuelven la vida al pueblo y empujan su economía
Luis Miguel, alcalde de Horna, valora el regreso de los veraneantes como una forma de devolver la vida y la alegría al pueblo. "Sirve también para empujar su economía y darle todavía más atractivo", añade. Según datos del INE y del Ministerio de Agricultura, España es el país con la menor tasa de fertilidad en zonas rurales (1,09) de toda Europa y su densidad de población es de 17,8 habitantes por kilómetro cuadrada. Muy baja. Las escuelas de Horna, vacías desde hace décadas, son ejemplo de esa España vaciada. Sergio ha creado una asociación que él preside cuyo fin es recuperar ese espíritu de verano en este pueblo burgalés, con sus fiestas patronales y sus actividades para contentar a todas las edades.
El mercado inmobiliario se está animando
A pesar de todo, actualmente, de los 2,9 millones de españoles con segunda residencia en propiedad, más de la mitad la tiene en zonas rurales. Frente a las grandes ciudades, donde la posibilidad de ser propietario cada vez se aleja más, en el pueblo es más fácil darse el capricho de tener una casa en propiedad. De hecho, después de la pandemia, los municipios pequeños han experimentado alrededor del 40% en la búsqueda de vivienda.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), los pueblos reciben más habitantes que las ciudades. Además, el teletrabajo ha permitido que el pueblo no se vuelva a quedar vacío al llegar septiembre. La gente sin hijos o con hijos mayores que pueden trabajar a distancia, posponen la vuelta a la ciudad".
El boom de la playa nació con 'Un, dos, tres...'
Otra fenómeno que marca es la tendencia a cambiar el turismo masivo de playa por lo rural. Localidades como Peñíscola, Calpe o Punta Umbría multiplican hasta por diez su número de residentes. La mayoría son antiguos pueblos de pescadores que el boom urbanístico convirtió en destino casi obligado de vacaciones. Recordemos aquellos años en los que el premio más codiciado del 'Un, dos, tres…', de Chico Ibáñez, era un apartamento en la playa. Hasta entonces solo los ricos disfrutaban de hoteles en la costa y vacaciones con encanto en el norte de España.
Aquí sientes que el tiempo se detiene. El claxon de la furgoneta que pasa vendiendo melones es la misma que hace más de 30 años interrumpía mis mañanas de resaca
El Covid lo cambió todo. Huyendo de contagios, cambiamos la masificación de la playa por los pueblos y volvimos a encontrar el encanto de lo rural. "Aunque la vida haya dado diez vueltas, aquí sientes que el tiempo se detiene. El claxon de la furgoneta que pasa vendiendo melones a buen precio es la misma que hace más de 30 años interrumpía mis mañanas de resaca", relata César. Y garantiza que por nada del mundo cambiaría esas vacaciones de peñas, de barra de bar, de no mirar el reloj, olvidarse de todo y dejarse envolver por el olor a puchero que desprenden las cocinas.