Ámsterdam nos resulta sorprendente porque nada tiene que ver con cualquier otra ciudad. Canales y puentes sustituyen a las calles tradicionales, hay más bicicletas que coches y sus particulares construcciones son excesivamente estrechas, lo que resulta muy curioso. En Uppers nos hemos trasladado a la capital de los Países Bajos para descubrir por qué hay casas estrechas en Ámsterdam. Además, una revista especializada recientemente la puntuó como la sexta ciudad con mayor calidad de vida para vivir.
La historia de esta ciudad está ligada a la fuerza del agua. En el siglo XII había un asentamiento de pescadores que fue creciendo y se decidió la construcción de un dique sobre el río Amstel. Dique en neerlandés se dice “dam” y por ello aquel poblado empezó a ser conocido como Amsteldam. Su protegida ubicación, la salida al mar y las facilidades para comunicarse tierras adentro hicieron posible que a mediados del siglo XIV esa población se transformara en un centro primordial del comercio para todo el norte de Europa.
Después, Carlos V de España heredó los Países Bajos y la urbe empezó a depender del Imperio español. Además, con el descubrimiento del Nuevo Mundo y las nuevas oportunidades que brindaba el comercio el puerto de Ámsterdam pasó a ser el segundo más importante de todos después del de Lisboa.
Grano, armamento y especias procedentes de la India eran las mercancías que llegaban. El devenir de la historia no permitió que siguiera conservando su poder. El puerto de Rotterdam asumió el comercio y la ciudad de La Haya el poder político y económico de los Países Bajos. No obstante, Ámsterdam sigue teniendo un carácter de servicios e industrial, donde despunta la talla de diamantes, pero en realidad prima la cultura.
Totalmente multirracial debido al gran porcentaje de inmigrantes, Ámsterdam es símbolo de tolerancia y libertad. Aquí se cuece todo el entramado artístico e intelectual del país, con el Museo Van Gogh, el Rijksmuseum y el Museo Stedelijk de arte moderno.
En cuanto a su arquitectura, tan distinta a la nuestra, adquirió su personalidad durante el siglo XVII, en la Edad de Oro de la ciudad. Todo comenzó con la construcción de los edificios que formaron la Plaza Dam y la edificación del Palacio Real. La población del lugar crecía y era necesario un cambio urbanístico que definiría el futuro. Se ideó el entramado de canales y puentes donde se asoman sus características casas; muchas de ellas demasiado estrechas, ladrillo como material de construcción principal, más ventanas que fachadas y tejados a dos aguas.
En 1613 se empezó la construcción de los canales que dividieron el cauce del río Ámstel. Además, se reorganizaron las comunicaciones, el transporte y el comercio entre las diferentes áreas de la ciudad. Estos canales formaron tres anillos en torno a la bahía de IJ, donde en principio se planificaron como zonas residenciales. También se abrió un cuarto canal que es el más periférico, el Singelgratch, cuya función era defensiva. A su vez, los cuatro canales se conectaron entre sí para facilitar el transporte de mercancías. En total se construyeron hasta 1.000 puentes y 75 kilómetros de canales. Hoy, el entramado es Patrimonio de la Unesco desde 2010.
En el siglo XVII, las cuentas que hacía el gobierno de Ámsterdam para que sus ciudadanos pagaran un impuesto por su vivienda partían del suelo que ocupaban mirando a los canales y no de los metros cuadrados totales. De este modo, cuanto más ancha era una casa mayor importe impositivo. Así, los constructores tenían la orden de construir ocupando poco espacio a lo ancho pero podían aprovechar la longitud del terreno y la altura llegando hasta las cuatro o cinco plantas. El resultado son las casas increíblemente estrechas de Ámsterdam.
Como ejemplo destaca una de las viviendas en la calle Singel número 7 con tan solo un metro de ancho. Es más, el portal es incluso más ancho que la propia casa. Tiene algo de truco ya que a medida que el edifico se alarga hacia atrás también crece en anchura. En Oude Hoogstraat número 22 sorprende también otra casa de dos metros de ancho y que parece un tubo ya que alcanza los seis metros de profundidad.
Esta forma de construcción condicionó el conjunto de características arquitectónicas. En las fachadas se abren muchas ventanas, que además suelen ser grandes para iluminar unas estancias como tubos demasiado alargadas. Tampoco suelen colocarse cortinas, porque sus habitantes prefieren que entre la luz a pesar de que les reste intimidad. Igualmente, esas ventanas son de guillotina para no ocupar espacio cuando se abren y las escaleras para subir a las plantas superiores son muy inclinadas con la intención de que ocupen lo mínimo en las habitaciones donde arrancan.
Por otra parte, además ser unos edificios muy estrechos, muchos de ellos están inclinados hacia delante y tienen un gancho en la fachada casi rozando el tejado. Al contar con unas escaleras tan estrechas no cabía la posibilidad de subir los muebles a los pisos superiores. En esos ganchos se enganchaba una polea con cuerdas para meter los enseres a las casas por las ventanas. Precisamente, este sistema se sigue empleando tal como ya se ideo en sus inicios.
Ámsterdam y sus construcciones en las que además rebosan las flores es indudablemente atractiva. En realidad, se encuentra bajo el nivel del mar, sin embargo, se está manteniendo a flote gracias a su sistema de canales y a los pilotes de madera que sirven de cimentación. El problema es que el terreno sobre el que asientan esos pilotes es cenagoso y poco estable. A lo largo de los siglos han ido apareciendo grietas en escaleras al igual que se han ido inclinando algunos edificios.