Cinco rutas micológicas en España para hacer este otoño

  • El monte en otoño se tiñe de rojos, ocres, verdes y amarillos y propicia el crecimiento de numerosas especies de hongos comestibles para incorporar a nuestros platos

  • La recomendación generalizada es dejarse guiar por un experto en micología que nos explique cómo y dónde encontrar setas de una forma sostenible para el entorno

  • ¿Qué setas son comestibles y cómo se deben recolectar?

Las setas silvestres son caprichosas y exigentes. Necesitan unas condiciones muy concretas para que asomen en el manto boscoso y además están buenísimas. Por eso son tan preciadas y a veces adquieren un precio exorbitado en el mercado. En Uppers hemos pedido a un experto que nos aconseje qué rutas micológicas de España nos recomienda para esta temporada otoñal. Recuerda dos imprescindibles: calzado que agarre y no cale y una cesta de mimbre.

Salir a por setas se presenta como la actividad familiar idílica para el fin de semana. Un paseo por el campo o la montaña entre pinos, robles, hayedos, rocas, riachuelos y alfombras de hojas y musgo relaja al más estresado. Lo normal es que no haya cobertura lo que proporciona ese aislamiento del día a día tan necesario. Por su parte, los más pequeños gastan toda la energía que acumulan y entran en contacto con la naturaleza lejos del colegio, las extraescolares, los deberes y las pantallas.

Sin embargo, cada año los expertos en micología se echan las manos a la cabeza al comprobar cómo quedan arrasadas las zonas donde habitualmente crecen muchas especies que incluso están amenazadas y a punto de desaparecer. Ya sea por desconocimiento o en busca de beneficio económico los buscadores de setas aficionados o con malas intenciones no tratan el entorno como deben y provocan que los hongos no se reproduzcan en la temporada siguiente.

Las autoridades de ciertas zonas se han puesto manos a la obra para regular la actividad y vigilar que la recogida de setas sea sobre todo sostenible. El objetivo es salvaguardar el entorno y asegurarse de que no se vean más amenazadas aún las especies. De este modo, en ciertos territorios se obliga a solicitar un permiso para llevarla a cabo, se cobra una tasa o se revisa lo que se ha recolectado; un dato que los aficionados no le toman la suficiente importancia es que muchas setas no son comestibles, algunas tal vez solo provocan una indigestión, pero otras son directamente mortales.

Otoño, temporada de setas

El otoño es la estación de las setas por excelencia. Sin embargo, su crecimiento depende de cómo se haya comportado el verano y de la temporada anterior. En esta ocasión nos vamos a centrar en los níscalos, que se caracterizan por su peculiar color anaranjado y por tanto son bastante fáciles de reconocer por el público en general. Pertenecen a la familia Russulaceae y los más conocidos y comestibles son las especies Lactarius deliciosus o Lactarius sanguifluus.

Lo principal es que necesitan que en sus entornos haya precipitaciones durante los meses estivales y que empiece a llover de forma continuada y copiosa cuando termina el verano. Es con estas condiciones cuando se activa la cuenta atrás para su crecimiento. El experto en micología subraya que lo ideal es que llueva durante junio, julio y agosto en una cantidad superior a los 20 litros por metro cuadrado y que esos episodios lluviosos se prolonguen entre dos y tres horas.

En realidad, el proceso de crecimiento se prolonga tiempo atrás. Los níscalos en concreto comienzan a formarse en invierno y tienen que resistir bajo tierra a la humedad. Su desarrollo y aparición, ya sobre el manto boscosos, depende de que durante dos años haya habido precipitaciones abundantes. Tras las lluvias del verano, los níscalos crecen en abundancia cuando llueve entre dos y tres veces cada 15 o 20 días.

Es más, las granizadas repentinas también les favorecen, sin embargo, el viento se presenta como una amenaza para ellos; no aparecen o se resecan. De octubre a enero suele ser su temporada predilecta, pero tiene que seguir lloviendo de modo que se mantenga la humedad en su hábitat y que la temperatura del suelo no suba de los 9 grados aproximadamente. Lo más probable es que al abrigo de la vegetación, entre la hojarasca, bajo los árboles, los matorrales y los arbustos, cerca de cursos de agua y barrancos, escondidos en las zonas más húmedas, sea donde se localicen los níscalos.

Antes de meternos de lleno en las rutas en busca de níscalos para esta temporada, el experto apunta que dentro de la familia Russulaceae, son comestibles los Lactarius que sueltan una especie de leche naranja, en cambio, cuando esa leche es color crema o blanco no lo son, como el chrysorreus, el mediterranensis, el zonarius o el mairei.

Por otro lado, existen muchas entidades y asociaciones que se han especializado en la organización de rutas donde un guía especializado en micología muestra el camino y ayuda a reconocer todas las especies que se van encontrando. Lo aconsejable sería apuntarse a actividades de este tipo con guía para evitar los daños que acaban provocando los excursionistas sin experiencia y, peor aún, recoger equivocadamente hongos nocivos para la salud. Según nuestro experto, estas son cinco rutas micológicas de España para hacer este otoño:

Cangas del Narcea, Asturias

En general, toda la provincia asturiana resulta un lugar excelente donde encontrar setas de muchas especies. La orografía es especialmente montañosa y boscosa con precipitaciones abundantes casi todo el año y el clima es frío. Son factores que ayudan a conservar la humedad necesaria en el hábitat micológico. Las rutas y los senderos posibles son infinitos. En esta ocasión el experto se decanta por elegir la población de Cangas del Narcea y apostar por alguna de sus zonas. Además, se encuentra muy cerca de la preciosa Reserva Natural Integral de Muniellos, un bosque con el mayor robledal de España y uno de los que mejor se conserva de toda Europa.

El Ripollés, Cataluña

Se podría decir que casi toda Cataluña también es un paraíso micológico, incluso es posible encontrar níscalos en bosques muy cercanos a Barcelona, como en los de la zona de Plà de Puigventós. Una propuesta es recorrer El Ripollés, una de las comarcas del Pirineo catalán que se encuentra en la provincia de Gerona. Desde la capital de esta comarca, la localidad de Ripoll, entre la confluencia de los ríos Ter y de su afluente Freser, parten diversos recorridos para buscar setas.  

Parque Natural de Peñagolosa, Comunidad Valenciana

En realidad, el Parque Natural de Peñagolosa abarca un extenso territorio montañoso del oeste de Castellón y de Teruel. Cabe la posibilidad de elegir una ruta desde las poblaciones de Xodos, Villahermosa del río o Vistabella del Maestrat, que pertenecen a Castellón, o decantarse por Puertomingalvo en la vertiente turolense. La zona se caracteriza por estar poblada de diversos tipos de pinares y de robles, además de arces y encinas en las que se suelen localizar níscalos, pero también boletus, rebozuelos o gulas de monte.

Ezcaray, La Rioja

Los alrededores de la población de Ezcaray, al oeste de la comunidad autónoma y perteneciente a La Rioja Alta, engloban otra zona rica en especies micológicas. Incluso cada año, se organizan las Jornadas Micológicas con conferencias, salidas para la recolección guiadas por expertos, exposiciones y degustaciones de setas en los restaurantes de la localidad.

Unzué, Navarra

La población de Unzué, que pertenece a la comarca de Tafalla, a 21 kilómetros de Pamplona, es el punto de partida del llamado Sendero Micológico de Unzué. Desde el pueblo el recorrido llega a los pies de los Pirineos y además está plagado de espectaculares miradores. Lo aconsejable es realizarlo de forma guiada con un experto para distinguir todas las especies que se pueden localizar.

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