La casa más aislada del mundo está en Islandia: su historia
La casa fue construida a comienzos de los años 50, pero no para vivir
Se hizo para dar cobijo a cazadores, biólogos y otros expertos que se acercasen a la isla
Solo se puede acceder en barco y escalando por sus acantilados
La gran mayoría de la población mundial se concentra en las grandes ciudades, en zonas concretas de los países que, por su clima o recursos, es más fácil y cómodo vivir que en otras partes, donde quedan pueblos y aldeas más aisladas que, para que engañarnos, en más de una ocasión hemos querido mudarnos a uno para huir del estrés y del bullicio y emprender una vida mucho más tranquila. Pero ¿te has preguntado cuál sería el lugar más aislado del mundo donde vivir? No te hablamos del país o la ciudad a la que es más complicado llegar, sino de la casa.
Una isla remota
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Esa vivienda existe y está en Islandia, en un entorno privilegiado en el que los vecinos nunca van a ser un problema. Se encuentra en el sur del país, formando parte de un archipiélago de 15 pequeñas islas conocido como Vestman que está protegido y catalogado como reserva natural especialmente porque se trata de una zona en la que anidan aves marinas autóctonas.
En una de esas islas, en Ellidaey concretamente, está la casa más aislada del mundo, a donde llegar no es precisamente tarea fácil. Se trata de una isla de unos 0’45 kilómetros cuadrados que no tiene habitantes, pero que cuenta con una casa que siempre ha despertado un gran interés, especialmente entre los viajeros que logran divisarla.
Sin habitantes
Aunque la isla puede visitarse, no está habitada, nadie puede hospedarse en esa casa, entre otras cosas, porque carece de agua corriente o de electricidad. Al parecer su origen se encuentra a comienzos de los años 50, cuando se construyó con el objetivo de dar cobijo a expertos por la Asociación de Caza de Ellidaey, por lo que solo sus miembros pueden acceder a ella mientras cazan frailecillos, un ave de la zona.
Pese a ello, la vivienda se encuentra en buen estado y es capaz de soportar las frías temperaturas de Islandia gracias a sus paredes de madera y una decoración rústica, por no hablar de las impresionantes vistas que ofrecen sus ventanas. La casa cuenta con su propia sauna, que puede funcionar con agua de lluvia, pues fue diseñada para que aproveche la luz natural y conserve el calor durante el invierno.
La única forma de acceder es en barco, pero bajarse no es tarea fácil, pues una vez se llega, hay que escalar por los acantilados para poder acceder a la isla, así que solo se puede en días en los que el tiempo acompañe. Por ello, las compañías realizan excursiones a la isla, pero no siempre es posible realizarlas, al igual que los cazadores solo acuden unos días al año para la caza de frailecillos.