Así es la 'Santorini' portuguesa en pleno Algarve
El enclave, ubicado a escasa distancia de la mítica Prai da Luz, despunta en todas las guías como uno de los destinos más apetecibles del verano
Se trata de un antiguo pueblo de pescadores lleno de casas bajas en las que predominan el blanco y el azul
La delgada línea que separa ambos países ibéricos está llena de secretos y de historias por contar
Es, dicen, como tener las islas griegas a dos horas de Huelva. Menos de tres, desde Sevilla. Siete desde Madrid. Y aunque las comparaciones con destinos turísticos de postal casi siempre resulte hiperbólica -"parece Venecia pero es Valencia" "parece Petra pero es Castilla-La Mancha", etc.- lo cierto es que el formato 'pueblo griego' -casas bajas y blancas (con su toque azul) que se apretujan en una montañita frente a una playa paradisiaca- no es poco común en el Mediterráneo.
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Ubicado a pocos minutos de la Praia da Luz, Burgau -"parece Santorini, pero es el Algarve"- , conserva aún el talante de su antigua vida como pueblo de pescadores. No es decir poco en un escenario, el de la costa Mediterránea, que parece sucumbir año tras año al peso del folleto turístico, a la carrera sin descanso hacia el eterno verano de las marquetero. Burgau no es un paraje desconocido, ni el 'secreto mejor guardado' de Portugal. De hecho, figura en casi todas las guías turísticas como un enclave apetecible y vive del turismo. Y sin embargo, de alguna manera en sus calles llenas de flores, en su arquitectura entrañablemente vetusta, aún se respira tranquilidad. Tal vez porque la mayor parte del tiempo tiene apenas 400 habitantes.
El pueblo está situado en la región más occidental de la región más occidental de lo que fuera Al-Andalús -de hecho el nombre de Algarve viene del árabe y quiere decir, literalmente, 'el occidente'- y forma parte del municipio de Vila do Bispo, ubicado a unos 10 minutos de la famosa Praia da Luz en el municipio de Lago.
Además de la espectacular playa de 400 metros resguardada por discretos acantilados, Burgau también cuenta con una atractiva vida nocturna, con bares y restaurantes que ofrecen desde cocina local hasta platos internacionales, destacando la influencia británica en la zona. Una experiencia a todas luces singular, con todas las ventajas -culinarias, económicas- del vecino país, a tiro de piedra en coche, saliendo de la zona de Huelva. Se puede llegar también en autobús desde otros lugares de la península.
Por si te falta algo para decidirte a visitarlo, el pueblo se encuentra en las inmediaciones del Parque Natural da Costa Vicentina. Y si aún te falta más, solo te diremos esto: sardinas, 'pescado freso' a la parilla o carne de las tierras altas.