Los cinco pueblos más bonitos de España que puedes visitar en un solo día
Costeros y de interior son perfectos para perderse un día y descubrir sus encantos
Todos los pueblos destacan por su arquitectura, su patrimonio, historia y cultura, su rica gastronomía tradicional
El pueblo gallego construido entre castros prerromanos que sigue detenido en el tiempo
España es un país lleno de lugares que visitar y descubrir en un pis pas. Muchos de los pueblos de la península y las islas son dignos de visitar al menos una vez en la vida. Todas las comunidades autónomas cuantas con grandes tesoros naturales, culturales, históricos e incluso gastronómicos. Pueblos españoles que dejan un legado inolvidable en cada uno que lo visita.
Una de las grandezas de España es que es uno de esos países que es totalmente diferente según la región que visites. Si de algo se puede presumir es la gran variedad de atractivos que se pueden encontrar en los pueblos. En muchas ocasiones pensamos que necesitamos muchos días para conocer más afondo España, no obstante, hay lugares que con una visita de un día llenan el alma. Anótate estas propuestas para una mini escapada a lo largo de todo el año.
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Villajoyosa, en Alicante
Una estampa que parece llegada desde el norte de Italia, por su composición urbana llena de fachadas de colores. Villajoyosa es un pueblo costero alicantino, que sigue respetando esta antigua tradición marinera de la policromía en las casas cercanas al pueblo. Un hecho histórico que llevan a rajatabla en el pueblo, convirtiéndolo en el lugar preferido del pueblo para hacerse fotos. Fundamental visitar la lonja, una de las más importantes del Mediterráneo, el Mercado central y una cantina para disfrutar del pescado fresco y recién hecho. Imposible marcharse del pueblo sin comer chocolate, pues es la cuna del chocolate Valor.
Trujillo, en Cáceres
La riqueza arquitectónica de este pueblo de menos de 10.000 habitantes lo convierte en una visita obligada si estás de turismo Cáceres. Se asienta sobre una ciudad romana, Turgalium, y también fue un enclave importante bajo el reinado del emirato Omeya de Córdoba. En el pueblo quedan vestigios romanos, árabes y medievales que coexisten en armonía dando sentido a un turismo que cada vez tienen más adeptos. Disfruta de su animada Plaza Mayor, recorre sus estrechas callejas, asciende por la cuesta de la Sangre hacia la villa y el castillo, visita la Casa Museo de Pizarro y detente a cada paso para descubrir sus iglesias y torreones medievales.
Albarracín, en Teruel
Sí, Teruel existe, y en el corazón de la provincia y rodeado de naturaleza y cultura se localiza Albarracín .Un pequeño pueblo habitado por poco más de 3.200 personas, un lugar único repleto de historia, de calles estrechas y empinadas, casas de color rojizo colgadas sobre el río Guadalaviar y rincones que te transportan a tiempos de conquistadores. De visita obligada son su muralla, el Alcázar o la Catedral de San Salvador. Por no hablar de sus extraordinarios alrededores donde encontramos excelentes muestras de arte rupestre levantino y el paisaje protegido de los Pinares de Rodeno. Todo esto le ha llevado a ser galardonada como Monumento Nacional desde junio de 1961 e incluso ha sido propuesta para ser declarada Patrimonio de la Humanidad.
Frigiliana, en Málaga
Reconocible por sus casas en blanco impoluto, el encantador pueblo de Frigiliana parece aferrarse con ganas a una de las laderas de la Sierra de Almijara. Un pueblo en el que se respira paz al pasear por sus estrechas calles empedradas, mientras se contemplan sus casas blancas adornadas con miles de flores y su rica historia morisca se pone de manifiesto en cada rincón. Su laberinto de calles esconde flores frescas, piezas de cerámica, puertas pintadas de azul… que llevan directamente a los miradores del pueblo, desde los cuales los días más despejados se puede ver hasta África.
Pals, en Girona
Pals es uno de los pueblos medievales con más encanto de la Costa Brava. Situado en la cima de una colina, se construyó en torno a una fortaleza y todavía conserva su espléndido espíritu medieval, muros de piedra que componen una estética típicamente homogénea y que dan ese carácter tan genuino a este rincón de la Costa Brava. Podrás disfrutar de paseos por las callejuelas de esta villa medieval, su plaza Mayor, la casa-museo Ca la Pruna, la iglesia de Sant Pere, la torre de las Horas o el Mirador de Josep Pla.