Vivimos con tanta prisa, compromisos y tareas ineludibles en nuestro día q día que viajar, salir de nuestro entorno cotidiano y evadirnos de la rutina se convierte en la mejor forma de aparcar preocupaciones, relativizar y abrir la mente a otras culturas. Pero ahora sabemos que los viajes no solo tienen un impacto positivo en nuestra salud a corto plazo, sino que también pueden alargar nuestra esperanza de vida.
Así lo constata un reciente estudio impulsado por investigadores de la Universidad Edith Cowan (ECU) en Australia, que concluye que las experiencias positivas que acumulamos cuando salimos de nuestro entorno habitual, la estimulación mental por visitar museos y monumentos, el aprender cosas nuevas y el ejercicio físico que se despliega al explorar un lugar nuevo pueden retrasar la llegada natural de la vejez y, una vez que aparecen los síntomas, atenuarlos.
El estudio, que fue publicado por Science Daily en septiembre, explora cómo el turismo puede ayudar a mantener lo que los científicos llaman una 'baja entropía' en el cuerpo humano, es decir, el retraso en la decadencia natural del organismo. En cambio, las vivencias negativas producirían el efecto opuesto, es decir, acelerarían el envejecimiento. "El turismo no es solo ocio y recreación. También puede contribuir a la salud física y mental de las personas", expone Fangli Hu, investigadora principal.
En los viajes se producen emociones consideradas positivas y se está expuesto a nuevos ambientes, lo que favorece la plasticidad de la mente y se mejora la respuesta del organismo al estrés. Además, se socializa y se mantiene el cuerpo en actividad, factores necesarios para potenciar la esperanza de vida. El estudio también apunta a que ciertas dietas locales, como la mediterránea -rica en frutas, verduras, pescados y grasas saludables- han demostrado tener efectos positivos en la longevidad.
En general, el efecto positivo que tiene en el organismo el viajar se puede resumir en estos puntos:
Eso sí, Hu advierte que no todo el turismo tiene efectos positivos. Viajar también puede implicar riesgos, como enfermedades infecciosas, trastornos digestivos, accidentes o situaciones que agravan problemas de salud mental. Un viaje puede tener algunos momentos puntuales de estrés, pero debe ser mayoritariamente agradable. Si los momentos de ansiedad o enfado superan a los de placer, lo que sucederá es una aceleración en el desgaste celular.