España es un país de tradiciones en el que un alto porcentaje de la población es creyente, de ahí que existan numerosas ermitas repartidas por la geografía española. Y numerosas no es un decir, ya que se estima que hay cerca de 12.000 ermitas. Las ermitas son construcciones religiosas que han sido parte fundamental de la historia y la cultura de muchos pueblos a lo largo de los siglos.
Estas pequeñas capillas o santuarios, generalmente ubicadas en lugares apartados y de difícil acceso, han servido como refugio y lugar de oración para ermitaños, monjes y peregrinos en busca de paz y contemplación. Arquitectónicamente hablando, son capillas que tienen un altar y en ocasiones también una habitación destinada al encargado de su mantenimiento. Otras ermitas tienen paredes en tres de sus lados y una reja en el otro. En ellas se celebra culto los días de la festividad de su santo y en las romerías.
Estos templos pueden estar ubicados en los sitios más inhóspitos y muchas de ellas tienen historias muy curiosas o, incluso, objetos de gran valor en su interior. Pero si hay una ermita que destaca por algo en España es la Ermita de San Bartolomé, en el Parque Natural del Cañón del Río Lobos, pues se considera la más bonita de España.
Esta ermita fechada en siglo XIII que conserva prácticamente intactas las formas románicas, formó parte de lo que fue un monasterio que la tradición ha atribuido al Temple. En pleno Cañón del río Lobos, ocupa lugar preferente en el ágora que el río traza entre los farallones kársticos y las buitreras de leonados. Es una hermosa construcción románica armoniosa, equilibrada y trabada con líneas puras.
Cuenta con una elegante puerta de entrada, canecillos ilustrados con originales motivos y un rosetón con ornamentación de fina celosía. Una de sus peculiaridades es que la nave central de esta ermita con planta en cruz es bastante más alta que la transversal. En el interior se encuentran tres capillas, la del Santo Cristo, la de la Virgen de la Salud y la principal, la Mayor, donde hay una de las pocas decoraciones de toda la ermita: un retablo del siglo XVIII dedicado al santo que da nombre al templo.
Su creación data de los primeros años del siglo XIII, con un estilo que refleja el paso del románico al gótico. Expertos consideran que tiene un origen templario, pues en las cercanías de la ermita se halla el castillo templario de Ucero, que defendía la entrada al cañón del río Lobos. Aunque no existe consenso al respecto, se cree que está relacionada con la Orden de los Caballeros del Temple.
Para muchos es hasta un lugar mágico, considerado como el centro del mundo para los caballeros templarios de la orden. Así, la distancia desde la ermita hasta el cabo de Creus en Girona y al cabo de Toruiñán o finisterre en A Coruña es equidistante. A esto hay que sumar que, al trazar una línea vertical de norte a sur, cruzada en este punto, la península queda dividida en dos mitades. El dibujo que se refleja es una cruz templaria.
Son muchos los elementos de la ermita cuya simbología conduce a la Orden del Temple. Uno de ellos es una losa en el suelo de la ermita, que algunos reconocen como la Cruz de la Orden del Temple, y sobre la que otros afirmaban que llegaba a iluminarse algunos días del año en función de la posición del sol, que podía atravesar el rosetón existente en la ermita, algo que diversos estudios han confirmado posteriormente. Destaca también su rosetón, cuyas cinco estrellas, al entrelazarse, forman un pentagrama invertido.