No solo en Halloween: nombres de pueblos españoles que dan miedo todo el año
En España, sin esperar a Halloween, hay parajes que ya invitan a pensar en la cara menos amable del más allá
Desastres naturales, hechos misteriosos, el horror de la guerra o casualidades fatídicas han hecho que algunos nombres de pueblos españoles causen inquietud en el visitante con solo oírlos
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Un nuevo Halloween se acerca. Mientras algunos siguen cuestionando el origen de la tradición, otros se diponen a disfrutar de la fiesta más sobrenatural del año. Lo cierto es que la idea de aprovechar los últimos restos de la cosecha, antes de la parada del invierno, y honrar a los que ya no están con nosotros se ha hecho de una u otra manera en todas las culturas, aunque los celtas se aplicaron más que otros pueblos. De ahí, que los ritos célticos sean los más populares y los que más imitamos a escala mundial.
Sin embargo, el espíritu 'spooky', inquietante o sobrenatural no es propiedad de nadie. En España, sin esperar a Halloween, hay parajes que ya invitan a pensar en la cara menos amable del más allá. Es el caso del Monte de las Ánimas, en Soria, el Ventano del Diablo, en Cuenca, o el Camino de los Muertos, en la Sierra de Anta, en Galicia, donde el Miño hace frontera natural con Portugal.
Un paso más son las localidades que contienen lo sobrenatural en su toponimia. Desastres naturales, hechos misteriosos, el horror de la guerra o casualidades fatídicas han hecho que algunos nombres de pueblos españoles causen inquietud en el visitante con solo oírlos. Estos son algunos de ellos.
El Cuervo de Sevilla
Situado al sur de la ciudad hispalense, el municipio de El Cuervo cuenta con una población de 8.628 habitantes, según el INE. Su historia está marcada por su ubicación estratégica como conexión entre distintas localidades de la zona.
El origen de su nombre parece estar en un bandolero, apodado El Cuervo, que rondaba en los alrededores de una antigua posada, conocida como la Venta del Cuervo, un lugar de parada casi obligada para los viajeros que recorrían la ruta entre Sevilla y Cádiz. Con el tiempo, la localidad creció alrededor de esta venta y se hizo un asentamiento estable.
En el siglo XX fue adquiriendo mayor importancia hasta que, en 1992, logró su independencia administrativa. A día de hoy, espartir de entonces, el pueblo comenzó a centrarse en el desarrollo económico y la mejora de los servicios para su comunidad. Como curiosidad, varios pueblos españoles cuentan con la palabra 'cuervo' en su toponimia. En Teruel, en la sierra de Albarracín, existe una localidad llamada Cuervo, así como en Cuenca, donde se ubica Mota del Cuervo. Todas estas localidades cuentan en su escudo con un cuervo. El pájaro, en la lengua celtíbera, se denominaba 'bela' o 'vela', de donde descienden apellidos como Velázquez. Con la romanización, el nombre pasó a latinizarse a partir de 'cuervus', como se denominaba a esta especie animal en latín.
Los infiernos (Murcia)
Sin duda, es uno de esos lugares que encabezan todas las listas de nombres de pueblos terroríficos de España. Los infiernos es una pedanía de Murcia de apenas 50 habitantes.
Como la mayoría de los pueblos centenarios, el origen del nombre es incierto. La explicación más reciente, del siglo XIX, habla de un episodio en el que un vendedor viajaba en un carro con varios objetos de cerámica y, mientras cruzaba la aldea, varios niños comenzaron a apedrear la mercancía para romperla. El vendedor huyó asustado tachando al pueblo de infierno. Esto caló en los habitantes, que empezaron a referirse así a su lugar de residencia.
A partir de ahí surgieron otros nombres como El Limbo y El Purgatorio, también pertenecientes al municipio de Torre Pacheco. Los Infiernos se compone de casas rodeadas de invernaderos. No cuenta con un patrimonio monumental muy destacable, pero sí atrae a esos visitantes que quieren acreditar su paso por los infiernos.
Aldeaquemada (Jaén)
Escondida en el corazón de Sierra Morena, al norte de Jaén, Aldeaquemada es un pequeño municipio de apenas 500 habitantes. Su fundación se remonta a 1768, aunque la primera ocupación humana data de la Prehistoria por la cantidad de pinturas rupestres de la zona. Todo el territorio, correspondiente a la regín Bética romana, conserva restos de calzadas romanas y un puente que unía la sierra con la meseta de lo que hoy es la provincia de Ciudad Real.
El origen de Aldeaquemada no se atribuye a ninguna leyenda, sino a una tragedia. El Ayuntamiento de Aldeaquemada explica que en el siglo XI se origina un fuego en la zona que destruye la aldea y con el tiempo el territorio comienza a denominarse así. En la actualidad, es un pueblo próspero con una estupenda oferta gastronómica y cultural.
El Purgatorio (La Palma)
En la localidad de Los llanos de Aridane, en la isla de la Palma, se halla el municipio de El Purgatorio, un nombre inquietante del que se desconoce su origen.
La zona, sin embargo, sí es muy activa en las celebraciones de Todos los Santos. Una de sus tradiciones más conocidas ocurre en la noche del 31 de octubre. Evuelta en el recuerdo de los que ya no están y en ritos antiguos, la Noche de finaos o finados es una muestra de la cultura, de la fe y del sentir popular. En la plaza de España los Llanos de Aridane se recrea en cada Halloween las tradiciones, las oraciones y los ritos de una noche que une y mezcla la tristeza por los que se fueron y la alegría de los que aún están.
La Aparecida (Alicante)
En la comarca de la Vega Baja del Segura, en Orihuela (Alicante), se halla la pedanía de La Aparecida, topónimo que también se encuenta en el municipio cántabro de Ampuero. Cuenta la leyenda que en la época de la dominación musulmana, una familia cristiana, poseedora de un lienzo con la imagen de la Virgen, lo escondió bajo tierra en un bancal. Tiempo después, un labrador lo encontró, lo lavó y lo dejó secar. Al anochecer, vio que un resplandor estaba iluminando el lienzo mostrando la imagen de la Virgen María con el Niño.
Los vecinos empezaron a visitar la imagen para rezar frenta a ella. Por ello, el obispo decidió construir una ermita en su honor, pero no se ponían de acuerdo sobre la ubicación. Montaron el lienzo en una burra y acordaron que construirían la ermita donde el animal se parara. Lo hizo en un barrio llamado Los Esparragales, que desde entonces fue conocido como La Aparecida.