De ciudad de vacaciones a pueblo fantasma: así es el complejo que construyó Franco
En 2006 el Principado de Asturias asumió la propiedad de esta ciudad de vacaciones y aún no se ha finalizado un plan que le devuelva su apogeo turístico
Enclavada entre dos playas, el lugar es privilegiado, pero tanto las casas que están deshabitadas como las zonas de recreo están muy deterioradas
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Es curioso cómo ciertas zonas planificadas con un objetivo vacacional que en los años setenta y ochenta fueron un lugar de disfrute quedan en el olvido y sufren un terrible e incomprensible deterioro. Es el caso de la ciudad de vacaciones de Perlora ubicada en la costa occidental de Asturias. En Uppers nos hemos acercado a conocerla; así es la ciudad de vacaciones que construyó Franco que ahora es un pueblo fantasma.
Esta sorprendente ciudad de vacaciones de Perlora, que debió ser idílica pero ahora la está haciendo desaparecer la maleza y hasta la basura, se encuentra en el concejo asturiano de Carreño, entre la playa de Carranques y la de Güelgues, junto al río Espasa y la Ensenada de Perán.
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Perlora se ideó y se construyó como un complejo vacacional para que veranearan las familias trabajadoras en plena dictadura. Del proyecto y de su explotación se hizo cargo la Organización Sindical Española. El lugar comprende unas 36 hectáreas y debía ser maravilloso, con dos salidas directas al Cantábrico a través de las dos playas y rodeado de la exuberante naturaleza asturiana.
Los adjetivos de idílico o maravilloso como lugar de vacaciones quedaron en el pasado. Perlora sigue acogiendo muchos visitantes para deleitarse con sus playas, praderas, áreas recreativas y merenderos. Sin embargo, el abandono de las construcciones que quedan en pie y el incumplimiento del mantenimiento y de la limpieza de las zonas comunes por parte de la entidad o autoridades que corresponda es evidente.
Cómo nació la ciudad de vacaciones de Perlora
El régimen franquista pretendía “incentivar al trabajador mediante el acceso y disfrute de todos los bienes de la cultura, la alegría, la milicia, la salud y el deporte”, al igual que mantener la paz social. Por estos motivos se edificó esta ciudad de vacaciones, además de otras en Tarragona o en Marbella, aunque ninguna de las mismas características que la asturiana.
En las 36 hectáreas se construyó un hotel con 90 habitaciones que se inauguró en julio de 1954 y dos años después se empezó a levantar la primera fase de chalets. A esta fase le siguieron otras tantas, hasta que en 1967 ya había un total de 174 chalets individuales, pareados y hasta triples. Varios arquitectos se emplearon a fondo, pues no eran todas las casas iguales, sino que se construyeron en base a más de treinta planos y diseños muy distintos. Las viviendas eran propiedad de ayuntamientos, bancos, cajas de ahorros o empresas como ENSIDESA (actual Arcelor-Mittal) o Hunosa. Después pasaron a ser de la administración autonómica.
A la ciudad de vacaciones de Perlora se entraba a través de una recepción, había unas oficinas y los veraneantes tenían acceso a bares, comercios, comedores, capilla, teatro al aire libre, biblioteca, parque infantil y campos deportivos. Durante más de 50 veranos las familias españolas llegaban a Perlora a pasar 15 días de vacaciones y después regresaban a sus casas para dejar que otras familias disfrutaran del lugar. Según los registros, unas 2.000 personas cada año veranearon allí. Además, unos 200 trabajadores se ocupaban de la jardinería, la administración, la limpieza, la cocina, el servicio en los bares y restaurantes, el mantenimiento, la vigilancia o los servicios de telefonía.
El declive de Perlora
Con la llegada de la democracia a principios de los ochenta, el Principado de Asturias asumió la propiedad del recinto. Por su parte, a medida que fueron finalizando los contratos de explotación que habían firmado las empresas por 50 años, la administración también se fue haciendo con la titularidad de la mayoría de los chalets.
Tras la dictadura se propusieron algunos proyectos para la ciudad de vacaciones de Perlora pero nunca contaron ni con el compromiso ni con el interés político suficiente como para que salieran adelante. En diciembre de 2005 se tuvo que derribar el hotel por aluminosis, ya que la porosidad del hormigón ponía en riesgo la estabilidad del edificio. También ha sido necesario derribar paulatinamente unas treinta casas.
En 2006 todo el recinto cerró y se sumió en el abandono. Sigue habiendo seguridad para evitar actos vandálicos pero la naturaleza y la falta de mantenimiento hacen de las suyas. Desde la Asociación de Vecinos de Río Espasa de Perlora trabajan para que este espacio no se siga deteriorando y, sobre todo, denuncian el incumplimiento de las necesarias operaciones de mantenimiento que tiene la obligación de gestionar la administración regional.
Un futuro para Perlora
Por su parte, el Ayuntamiento de Carreño abrió en mayo de 2023 un proceso de participación ciudadana en el que los vecinos podían realizar propuestas que doten a Perlora de un futuro. Ya existe un borrador dentro del Plan Especial de Reforma Interior (PERI) elaborado por el Gobierno del Principado de Asturias y, a partir de ahí, se debería estructurar un plan definitivo para dar una segunda vida al lugar. La citada asociación vecinal ha solicitado que tenga una finalidad pública y social con una gestión público-privada, además del libre acceso a las playas, sendas costeras o que no se derriben más chalets.
En principio, el Ayuntamiento y el Principado tenían previsto contar con una aprobación inicial del Plan Especial para reformar el recinto en septiembre pasado. El objetivo sería que las parcelas se destinen al uso como alojamiento turístico y a residencias para jóvenes universitarios o de cohousing. Una parte de ellas, no mayor del 50%, podría ser destinada a servicios y equipamientos interesantes para el Ayuntamiento pero compatibles con los intereses anteriores. Además, el objetivo es que el complejo tenga vida todo el año y no solo en verano.
Por el momento, el Principado ha invertido 300.000 euros para la renovación de toda la red eléctrica del complejo que se suman a los dos millones de euros que se llevan invertidos en mantenimiento y conservación en la última década.
En cuanto a esta última puntualización, en verano pasado la prensa publicó las quejas de los vecinos de Carreño y de los visitantes por el estado de insalubridad de la zona; la basura no se estaba recogiendo semanalmente como estaba estipulado y se encontraba esparcida por las áreas verdes y de recreo.