"Acompaño a los mayores en sus viajes": los nuevos servicios de las agencias para seniors
Está comprobado que viajar mantiene el cerebro sano, activo y optimista se tenga la edad que se tenga. La pandemia ha frenado el turismo de la población mayor, pero hay alternativas
Juan Cabrillana ha puesto en marcha un servicio de acompañamiento para mayores. Viaja con ellos ofreciendo los mismos cuidados que si fuese su madre u otro familiar
La ventaja es que el viajero puede ver mundo sin más compañía que la de este emprendedor y programar la experiencia a medida de sus intereses, ritmos y gustos
Cuando su madre, prácticamente ciega y enferma de alzhéimer, empeoró, Juan Cabrillana pidió una excedencia para cuidarla. A ella siempre le encantó viajar y él, por primera vez, tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo. Sin embargo, dado su deterioro cognitivo, era demasiado tarde. Sin dudarlo, dio un giro a su vida y decidió dedicar su vida a hacer lo que no pudo con su madre: acompañar a las personas mayores en sus viajes.
Conocer lugares antes de que se haga tarde
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Asturiano de nacimiento y madrileño por adopción, dejó el puesto que ocupó durante 27 años en el área financiera de la editorial Anaya para emprender un proyecto que, partiendo de una vivencia tan personal, no podía salirle mal. "Mi madre -cuenta- vivía en un resort para mayores en Alicante. Tenía 85 años, estaba prácticamente ciega (DMAE), sufría una demencia avanzada y necesitaba cuidados paliativos en cardiología. La llevaba a la piscina, a la playa (le encantaba escuchar el rumor de las olas) y a pasear por Santa Pola y otros pueblos del entorno". Había solicitado una excedencia laboral y se permitía con su progenitora privilegios inviables para otras familias.
Los mayores que convivían en el mismo complejo residencial veían en Cabrillana al hijo perfecto que les habría gustado tener. Sin embargo, a él le partía el alma ver que, dado el avance de la enfermedad, su madre ya no podía disfrutar como a ella le habría gustado de ese tiempo que él la estaba dedicando. Ya era tarde también para viajar y visitar los lugares que le habrían encantado. "No tenía sentido. Le daba igual estar en un sitio que en otro", señala.
"Lo que no pude hacer con mi madre puedo hacerlo con otras personas"
Lo que le apenaba era ver que otras personas mayores en mejor estado ya no tenían ninguna motivación para conocer nuevos destinos, divertirse o practicar actividades diferentes. "Esto me llevó a pensar que lo que no pude hacer con mi madre podría hacerlo con otras personas, gente mayor que no encuentra a nadie que organice un viaje de la forma que ellos necesitan". Y así dio forma y nombre a su plan: Viajes de la edad tardía.
Sin pensarlo demasiado, decidió dejar su empresa para embarcarse en esta aventura. Pensó que para que la idea saliese tal y como la concibió el acompañamiento debía ser continuo y el máximo de personas que viajasen con él sería cuatro. "En febrero, por ejemplo, haré un viaje a Galicia con un escritor mayor y su esposa. Él se pasa la vida en casa con sus asuntos, pero ella, mucho más activa, necesita ver el mar de vez en cuando. Es un viaje que el marido va a hacer por amor porque a él le basta con sentarse en una terraza, escribiendo o leyendo".
Sin prisas y sin visitas contrarreloj
Son viajes que, según detalla, se caracterizan por la tranquilidad. Recoge al cliente en su propio domicilio y se ocupa de que todo esté dispuesto: transporte, alojamiento, gastronomía y visitas. Siempre escoge dando prioridad al encanto, al consumo local o a algún dato que tenga especial relevancia o interés, bien por su historia o por su idiosincrasia. Algunos de los viajes que propone ya están diseñados, otros los organiza según las preferencias y necesidades de esa persona mayor a la que va a acompañar. "La ventaja -dice- es que no hay prisa, no hay por qué madrugar, no esperamos a nadie ni hacemos visitas contrarreloj. Tampoco vemos cosas que no tienen ningún interés para la persona que viaja". Prevalecen sus preferencias, su ritmo y sus capacidades.
Desde que empezó en esta aventura, asegura que son muchos los mayores e incluso hijos de mayores que sienten curiosidad. "Una persona me contactó para que intentara convencer a su padre para hacer un viaje. Su mujer tenía principio de alzhéimer y él estaba entrando en una depresión. Vivían en Bilbao, pero habían nacido en Andalucía. Él, capitán de la marina mercante, había viajado por todo el mundo. Entonces grabé un vídeo donde le contaba una historia y le propuse una vuelta a los orígenes. Al final accedió".
Alternativas mientras persiste el riesgo de contagio
Normalmente, las mujeres están más dispuestas a viajar, mientras que a muchos hombres les cuesta salir de su rutina. "Es importante que vean que existe una manera diferente de viajar, sin ninguna preocupación y con total seguridad, aunque tengan algún tipo de discapacidad o dependencia o no encuentren a nadie que acompañe", advierte Cabrillana.
Viajar ha sido una de las experiencias que más se han recortado a causa de la pandemia. Aunque los viajes del Imserso arrancaron de nuevo a finales de 2020, están sufriendo otro duro revés a causa de la sexta ola de Covid provocada por la variante ómicron. Más de 10.000 plazas podrían quedar vacías, sobre todo en viajes de interior. Muchos jubilados temen contagiarse a pesar de tener la tercera dosis de la vacuna. Las zonas costeras y las islas, de momento, no han sido afectadas.
El turismo mantiene el cerebro sano, optimista y activo
Si no es con el Imserso, hay que buscar alternativas. Los viajes favorecen la creación y mantenimiento del empleo en el sector turístico, pero especialmente la salud mental de las personas mayores. Varios estudios los vinculan con una mayor empatía, atención y energía. Incluso el simple acto de planificarlo supone para la mente un estímulo de gran provecho. Una investigación de la Universidad de Cornell profundizó en cómo la expectativa del viaje fomenta el optimismo y aumenta la sensación de felicidad de una persona, sobre todo por la posibilidad de hablar de sus experiencias. "Es un material narrativo más estimulante que, por ejemplo, las compras", escribió Amit Kumar, coautor del trabajo.
Viajar ayuda también a crear nuevas conexiones neuronales. De acuerdo con la Sociedad Española de Neurología, la novedad, variedad y desafío de esta experiencia tienen un efecto muy estimulante para nuestro cerebro. "Enfrentarse a nuevos lugares, sensaciones, olores, sonidos o sabores hace que obliguemos a nuestro cerebro a usar todas sus capacidades, manteniéndolo activo y sano. Incluso en personas que ya presentan enfermedad neurológica, entrenar y estimular el cerebro permite que sea más resistente al deterioro de la edad o a los síntomas de esas enfermedades. Además, caminamos más, hacemos excursiones o estamos más tiempo realizando algún tipo de deporte u otras actividades igualmente beneficiosas.