Tenemos que admitirlo, se nos ha ido un poco de las manos lo de consumir cosas así, todos a la vez. Todos de una. Deben ser las secuelas del estado de alarma y el confinamiento. Empezamos imaginando que nos tendríamos que limpiar el culo con la mano y acabamos con todas las existencias de papel higiénico a 300 kilómetros a la redonda. Después seguimos por la harina de fuerza, la levadura, el chocolate, las patatas para el aperitivo, el vermouth, las cervezas, las mascarillas, el gel hidroalcohólico, las bicis estáticas, el vino, las piscinas hinchables y ahora las casas rurales. No hay ni una sola plaza libre en ninguna casa rural de la España vaciada. ¿Qué será lo próximo? ¿Las barbacoas? ¿Estamos locos?